10 de noviembre de 2024, 1:06
Lucen distinto en este salón, que está a la espalda del escenario. La foto, aunque es un retrato y es un posado, es una foto repentina. Imprevista. Un disparo. “Oiga, ¿le importaría que, aparte de las que se tomen durante la intervención, hagamos unas cuantas aquí?”. Miran a la cámara y zas. Por eso, se les ve distintos. Los vemos distintos. Ninguno de los equipos de prensa y propaganda ha revisado las imágenes.
Los retratos que siguen, esta galería de poderosos, se nutren de una perspectiva diferente… y de las conversaciones informales que las preceden. Es un momento para bajar la guardia. Esos minutos donde se les pone el micrófono, se les da una botella de agua y se comenta lo que no se comenta con una grabadora delante.
Les vamos preguntando por las cosas de la vida, así de manera despreocupada, por los hijos, los maridos, las mujeres, el dinero, los libros, los orígenes, las dificultades, las preocupaciones, el deseo, el futuro, los viajes, las maneras favoritas de perder el tiempo.
Aparecen aquí, como si posaran sin apellidos, como si posaran sin cartera de inversiones, ¡sin cartera de decisiones!, los ponentes del Wake Up que lideran empresas del Ibex-35 o del Dax, el índice alemán. Pasaron muchos otros por el Wake Up, pero estos son los que lideran parte de las empresas cotizadas en Bolsa.
El orden de aparición, por si hubiera suspicacias, es el orden de intervención. Ahí van los empresarios del orden captados en su desorden, que es el hábitat más certero para conocer a alguien.
Belén Garijo CEO de Merck
La niña que quería ser Marie Curie y se soñaba con bata blanca, en un hospital, velando la cama de un paciente, alcanzó el éxito cuando abandonó su vocación. Fue, como ocurre en estos casos, empujada por las circunstancias. ¿Qué es el éxito sino un chispazo de imprevisión?
Belén Garijo (Almansa, Albacete, 1960) terminó la residencia de médico en el hospital de La Paz y supo que se iba a la calle. Entonces emprendió un camino que no era el que había querido, pero que se aparecía como el más atractivo, el menos malo de los posibles: los ensayos clínicos, la industria farmacéutica.
Garijo, la médico que por fin era médico y dejaba de repente de serlo, comenzó así una carrera de incertidumbres que la colocó velando otra cama, la de Europa. Una decisión suya puede provocar un temblor que, como los desayunos contundentes, podríamos llamar “continental”. Garijo, la vemos sentada en el gran salón del ‘Wake Up’, la vemos posando en esta inquietante galería de poderosos, es hoy CEO de la farmacéutica Merck. La mujer mejor pagada del Dax-30, que es el Ibex de los alemanes.


Retratos de Belén Garijo, CEO de Merck
Garijo ha generado –piensa ella– más titulares debido a su poder y a su sueldo por el hecho de ser mujer. Y eso es un arma de doble filo. Demuestra la voladura puntual del techo de cristal, pero afianza la sensación de que se trata de una excepción. No cree en las cuotas forzosas, pero sí aplica políticas internas encaminadas a la “diversidad y la paridad”. La vemos de espaldas, con la americana corta y el pelo rubio a la altura de los hombros, con el verbo contundente y conciso, y nos recuerda a la Merkel que se convirtió en canciller.
Se ha posicionado contra Trump y nos sorprende porque sus posicionamientos generales no van más allá de criticar el populismo y solicitar una “desburocratización europea”. ¡Qué tiene que parecerle Trump para decir lo que ha dicho en el ‘Wake Up’! ¿Cómo no va a medir sus palabras si su empresa vale en Bolsa lo que Inditex y el Banco Santander juntos?
La fotografía y el arte, la cocina como un laboratorio, la música clásica, las plantas medicinales, las noches de películas científicas, la gala de las Top 100, el reto de lectura anual, la mayor de cuatro hermanos, dos hijas… y un madridismo ineludible, como para regresar a España con el mero motivo de Bernabéu. Y el “cubo de la curiosidad”: una dinámica que su empresa acerca a los colegios del mundo para espolear el interés de los niños por la ciencia. Al fin y al cabo, fue ese interés, esa curiosidad, lo que le llevó a ella desde Almansa hasta la cima del Dax.


Belén Garijo (Merck): "Las políticas de diversidad son de sentido común y un derecho humano"
José Manuel Entrecanales Presidente y CEO de Acciona
La historia de José Manuel Entrecanales conviene contarse con el título de la canción de Silvio Rodríguez en masculino: “Óleo de un hombre con sombrero”. Ese óleo está en la remodelada sede de Acciona, en la sala del Consejo de Administración. Aparece un señor con sombrero y un aura de elegancia que es su padre, que era su padre: José María Entrecanales. El hijo del primer Entrecanales en términos de empresa, el que inventó la constructora que ahora dirige el nieto, José Manuel.
José María, emparentado con los Azcárate, tenía un poco de los viejos intelectuales republicanos y un poco de la beautiful people que unía liberalismo y socialdemocracia en la España que se liberaba de las cadenas del franquismo. Para explicar a José Manuel Entrecanales había que explicar antes a su padre… y habrá que explicar a sus hijos.
José Manuel Entrecanales convirtió la constructora en un gigante internacional de la energía. Ahora, con 62 años, le está tocando abrir la etapa de los hijos. Y ahí se la juega… porque no sólo depende de él.


Es tradición que los Entrecanales aprendan a liderar la familia muy lejos de la familia. José Manuel se fue a Estados Unidos a aprender el oficio en Merrill Lynch, igual que él luego mandó a sus hijos a aprender lo mismo. Ha adelgazado, empieza a tener canas. Le miramos porque queremos entrever esa saga familiar que seguro se está gestando paredes adentro de Acciona.
Entrecanales, ya con el don, heredó en 2004 la presidencia del grupo, previo paso por Airtel y Vodafone, a las que hizo crecer. Supo ver lo que venía y, en una mezcla de clara conciencia y vocación de negocio, fue pionero en lo de la descarbonización.
Así nos lo encontramos, sentado en el Wake Up, sentado donde no suele sentarse porque no le gustan demasiado las apariciones públicas. Al frente de una compañía extendida por 52 países. El golf, la vela, el vino, el Real Madrid, su colección de Harley Davidson, los libros de Hermann Hesse. Y una compulsiva discreción que nos pone muy difícil este texto.
Se le nota a la legua que fue alumno del Colegio Estudio, el heredero de la Institución Libre de Enseñanza. Una vez, le preguntaron por el ministro de Fomento: “Oiga, ¿qué le parece?”. Y él contestó: “Me parece el mejor hasta que llegue el próximo”.


Entrecanales (Acciona) reclama "seguridad y estabilidad regulatoria" para atraer a inversores
Josu Jon Imaz CEO de Repsol
La biografía de Josu Jon Imaz es un conjunto de disonancias insospechadas. Nada de lo que va ocurriendo podía presagiarse diez o quince años antes. Le salió un hijo del Madrid fanático de Beckham siendo presidente del PNV. Se convirtió en consejero delegado de Repsol cuando había querido especializarse con una tesis sobre la contaminación con hidrocarburos en la bahía de Pasajes.
Lo que se mantiene inalterable en él es esa forma peneuvista de ser. La del hombre simpático que toma el aperitivo al salir de la iglesia y busca a los amigos en la taberna. Josu Jon, esa es la excepción en su biografía del Euskadi Buru Batzar, no bebe. Ni mucho ni poco.
Su primer cambio de identidad llegó cuando colgó la bata blanca de doctor en Químicas y, después de un paso por Nantes, se hizo eurodiputado, consejero de Industria de Euskadi y hasta presidente del PNV. El nacionalismo, en contra de ese lema que se atribuye apócrifamente a Baroja y a Unamuno, no se cura viajando. Josu Jon sustituyó a Xabier Arzallus y orilló esas cosas que decía el patriarca sobre los negros, las razas y las lenguas.


Retratos de Josu Jon Imaz, CEO de Repsol
Previo paso por Estados Unidos, desembarcó en España, perdón, en Euskadi, como presidente de Petronor. Qué cabronada presidir el patrocinador del Athletic siendo de la Real. Y luego llegó lo de ahora, lo de Repsol. Josu Jon, son absurdos tantos rodeos, es un caballerito de Azkoitia. Un emprendedor ilustrado salido de los valles de Zumárraga con capacidad de doblar el brazo a un gobierno. Para eso le vino muy bien ser gobierno antes. Con ese carisma de sidrería que tiene, abanderó la revuelta de los empresarios contra el impuesto de Sánchez a las energéticas. Y ganó.
En su humor practicante, se esconde la historia de un chaval que trabajaba en el bar de su tío para pagarse los estudios. Su padre murió de cáncer con 40 años. Mujer de nombre Virginia y noviazgo tradicional, de siete años. Hasta que se casaron en la Basílica de Loyola. Josu Jon, jesuita, es el papa negro –con permiso de Arzallus– de los empresarios de la energía.


Imaz (Repsol), sobre la cancelación en Venezuela: "Buscaremos mecanismos para seguir con actividad"
Josep Oliu Presidente del Sabadell
De chaval, no quería entrar a trabajar en el banco que lideraba su padre, un empresario del sector textil que acabó reconvertido a banquero. Así se hacían antes los banqueros. Josep Oliu (Sabadell, 1949) rechazó unas cuantas veces lo de “hijo, ven, entra y aprende el oficio”. Ahora, cuando la mayoría de gente de su edad lleva varios años jubilada, él se ha convertido en el Astérix que defiende el banco como si fuera la Galia.
“Todavía no hemos sacado la artillería pesada”, dijo en este ‘Wake Up’ captando la atención de los corresponsales económicos. La información salmón suele ser más gris que rosácea, pero él la puso al rojo porque sabía que iba a sucederle al día siguiente en el escenario su opador, el señor del BBVA. “Los accionistas del Sabadell tendrán que decidir si quieren seguir siéndolo de un banco europeo o de uno turco o mexicano”, apuntó al corazón.
Eso es lo que le duele a él, más que la cartera, que la tiene cubierta. No quiere que el final de su carrera profesional sea también el final de una epopeya familiar. A todo el que le pregunta, le dice: “No quiero ser el último presidente del Sabadell”. Él, que tanto se resistió a entrar al Sabadell, es hoy el centinela que disparará al que se acerque.


Oliu se licenció en la dictadura de Franco y se doctoró en la libertad de Estados Unidos. Regresó de Minnesota casado con una viola sensacional. Luego se divorció y se volvió a casar. Es más dado a la intimidad familiar y a los conciertos clásicos que al alterne de los prohombres financieros.
Asesor del Banco Mundial, del Ministerio de Economía y de la Generalitat de Cataluña en distintas épocas, conoce al poder político y sabe cómo tratarlo. A lo largo del procés, habló una y otra vez para defender la españolidad de Cataluña. Se llevó al Sabadell a Alicante y lo ha devuelto a Cataluña tras la marcha de los nacionalistas. Gobiernan… ¿los suyos? Siempre se le vinculó al PSC y se le dibujó como alguien que podría haber hecho carrera con Felipe González si hubiera querido. Es un hombre atormentado hoy por una OPA. Porque ya no depende de su voluntad. Decidirán los accionistas.


Josep Oliu (Sabadell): "Los accionistas decidirán si dejan de ser un banco europeo para ser mexicano y turco"
Arturo Gonzalo Aizpiri CEO de Enagas
El problema es que siempre le preguntamos a Arturo Gonzalo Aizpiri por su lado más rentable, que es el menos trepidante. Lo del corredor del hidrógeno verde para unir a España con la alta Europa, sus inversiones en Enagás, su perspectiva sobre el sector…
Todo eso es algo que produce mucho dinero… y mucho protocolo. Imaginemos que, por un año, el ‘Wake Up’ fuera también el foro que desnudase a estos empresarios del Ibex. Aparecería, por ejemplo, Federico Linares, de EY, cantando flamenco; y este señor Aizpiri, redescubierto al fin como hombre del Renacimiento, mostrando sus dibujos, sus novelas y sus poemas.
El señor Aizpiri que nos interesa, el que aparece en esta foto algo distinta, más íntima, es un tipo que recorre España y el mundo con su chica buscando las huellas de Aníbal, Julio César y Catilina. Luego hace dos cosas: explica la ruta en un blog imágenes o dibujos propios mediante; y después, si le da tiempo, escribe una novela.


Retratos de Arturo Gonzalo Aizpiri, CEO de Enagas
El trabajo literario de Aizpiri merece mucho respeto porque es anterior al de su condición de CEO de Enagás. Si hubiera sido posterior, podríamos decir: “Hombre, llama un tipo de esas características a una editorial y como para decirle que no”. Pero sus novelas son anteriores a su último triunfo empresarial. Alrededor de una década anteriores.
En apenas una línea diremos que trabajó con Repsol, que desempeñó direcciones generales en la Comunidad de Madrid y en el Ministerio de Medioambiente, y que ha presidido el Comité Español del Consejo Mundial de la Energía.


Aizpiri (Enagás) descarta retrasos en el H2Med y defiende que estará listo a finales de 2030
Mario Ruiz Tagle Presidente de Iberdrola España
Dice Mario Ruiz Tagle (Santiago de Chile, 1965) que es como un elefante. Recorrerá la selva del mundo hasta que muera. Y eso, si puede decidirlo, si la escultura del Cristo Redentor de Brasil que tiene en el despacho se lo permite, lo hará en su país.
Mucha selva ha recorrido Ruiz Tagle, presidente de Iberdrola España, hasta llegar a esta otra selva, con gente de traje pero selva, que es el ‘Wake Up’. Hijo de un agricultor y de una empresaria de catering, estudió Derecho porque en aquel Chile los derechos estaban como estaban. De no ser por ese contexto político, habría elegido Biología Marina.
El dinero, el éxito empresarial, tiene una ventaja y un inconveniente: puedes colmar las aficiones sin límite presupuestario, pero hay muy poco tiempo para hacerlo. Ruiz Tagle, cuando puede, va a ver glaciares. Cuando empezó, se presentaba con chaqueta térmica. Ahora, a veces se encuentra treinta grados.


Su mujer se llama Claudia, es arquitecta. Se casaron porque salió bien la cita en el cine. Les gusta cocinar. Sobre todo, las recetas de la abuela. Dice Ruiz Tagle que a las casas debería entrarse por la cocina. No a los periódicos. Como dice John Müller, otro chileno, los periódicos son como las salchichas: si la gente los viera por dentro, jamás los leerían.
Ciclista, lector, portero de fútbol, africano y patagónico. Empezó su carrera en la filial brasileña de Iberdrola, por eso lo del Cristo Redentor. Aquí es imposible la redención, don Mario, cambie mejor la escultura por la de Job o la de San Francisco de Sales, los santos de la paciencia. Dijo en el foro que quiere revertir el acuerdo del cierre de las nucleares. ¿Lo ve? Paciencia, mucha paciencia.


Ruiz-Tagle (Iberdrola): “El cierre de las nucleares está firmado, pero a tiempo de revertirlo”
Carlos Torres Presidente del BBVA
Carlos Torres (Salamanca, 1966) tiene un currículum, que dirían los políticos de hoy, “transversal”: Ingeniería Eléctrica, Empresariales, Derecho a distancia y dos o tres másteres. Lector avezado, le notamos que su obra favorita es “El origen de las especies”, de Darwin, cuando habla de la OPA al Sabadell.
Torres preside el BBVA desde 2019, cuando salió Francisco González envuelto en los líos de Villarejo. Llevaba Torres en el banco desde 2008, y parece que llegó recomendado por Manuel Pizarro, que lo había tenido a su mando en Endesa. Venía Torres siendo uno de los grandes impulsores de la transformación tecnológica de la entidad. Una transformación, que con González y con él, también fue de clase: ya no tenían por qué mandar los de Neguri.
Don Carlos, al borde de los sesenta y sin canas, ¡eso sí que es darwinismo!, es hijo y nieto de maestros. Estudió desde crío en Reino Unido y en Estados Unidos. También en el MIT de Massachusetts. Es un obseso de la tecnología y procura aprender casi al instante los nuevos usos de las cosas que aparecen.


Retratos de Carlos Torres presidente del BBVA
Está casado. Hijos rozando los treinta. Años, no número de hijos. Aunque nació en Salamanca, ha vivido en Coruña, Bilbao, Madrid… Se considera gallego. No se le nota en su decisión sobre la absorción que pretende del Sabadell para convertir el BBVA en el segundo banco de España. Hoy es el tercero. Vino, subió al escenario y apretó. Ahí se le vio el darwinismo y su etapa de socio de McKinsey, las consultoras feroces.
Nos cuesta encontrar en él ese arquetipo de banquero despiadado tan extendido en las novelas. Escucha más que habla, se emborracha de periódicos y utiliza los espacios como el ‘Wake Up’ para comprender versiones de la realidad que difieren de la suya.
Esa calma le permite conciliar su deseo de OPA con la oposición que le plantó el Gobierno. Es un hombre a contracorriente, un salmón en las páginas salmón. Diplomático, sintetizó: “Somos sensibles a todas las preocupaciones que hemos escuchado”.


Carlos Torres (BBVA) sobre la OPA: "Esperamos que puedan decidir los accionistas de Sabadell"
José Bogas CEO de Endesa
José Bogas (Madrid, 1955) es un hombre-cuadro. Lo mismo lo ves en las fotos de hace cuarenta años que en las de ahora. En las fotos del poder. De los que juegan en el mercado y deciden cómo funciona el mercado. Entró en Endesa –ahora es CEO– cuando empezaba a gobernar… ¡Felipe González!
Es un tipo que siempre ha tenido el aspecto de hoy. El pelo hacia atrás, el bigote alicatado. Su permanencia en el escalafón más alto probablemente tenga que ver con su pragmatismo.
Colaboró con el felipismo en el modelo regulatorio del mercado eléctrico que funcionó entre 1988 y 1997. Luego, ha ido navegando con los distintos gobiernos. Se llevó mal con el de Rajoy porque hubo lío con Álvaro Nadal, que llamó a Endesa, algo despectivamente, “empresa italiana”. Por si no fuera poco para Bogas tener que torear en España y en Italia.


Fue el primer empresario del Ibex que salió a dar carta de naturaleza a la coalición firmada entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Dijo que no le preocupaba y que coincidía con ellos en la descarbonización. Bogas se amolda y acaba ganando.
Es un optimista apasionado. Sólo así se puede mantener la tranquilidad ante una coalición como esa. Cuando viene al ‘Wake Up’, nos insufla datos esperanzadores. Desde 2019, España ha reducido en más de un 50% las emisiones de CO2. Apostó por el cierre de las nucleares, pero visto el panorama pide que se posponga.
Lo ha aprendido casi todo con los jesuitas. En el colegio, en la universidad. Está casado, tiene dos hijas. Dicen sus amigos que es “un gran defensor de la familia tradicional”… y del baloncesto. Sólo así se puede durar medio siglo en la misma empresa.


Bogas (Endesa): "Sería un error decidir el cese de las nucleares hoy; habría que posponerlo"
Marc Murtra Presidente de Telefónica
Haber crecido en casa de un cirujano cardiaco, su padre, es el mejor primer peldaño si se va a alcanzar la presidencia de Telefónica después de una operación a corazón abierto por parte del Gobierno a la compañía. Marc Murtra (Blackburn, 1972), el ya sucesor de José María Álvarez Pallete, tiene el apoyo de Pedro Sánchez –la Sepi– y de La Caixa –el primer accionista privado–. Eso, unido a su gestión solvente de Indra en un momento de turbulencias, fue la razón principal de su ascenso.
No vino al Wake Up para hablar, sino para escuchar. Declinó la invitación por un motivo que parece lógico: quería dirigirse antes a los accionistas de Telefónica, cosa que ha hecho esta semana. Vino, en concreto, a escuchar a Enrico Letta, ex primer ministro de Italia y autor del informe más importante –junto al de Draghi– de los que han encargado las instituciones europeas: el análisis del mercado único. Quiso charlar Murtra con Letta de algunas particularidades de ese mercado; y esas inquietudes se vieron después reflejadas en su primer discurso a los accionistas.
Pero vamos a lo que vamos: ¿de dónde ha salido este hombre de pelo canoso y maneras suaves? ¿Por qué él? Estudió Ingeniería Industrial en Barcelona y después se fue a Nueva York a aprender de la mano de Krugman o Samuelson. La influencia de estos dos economistas es clara en sus artículos de La Vanguardia.


Retratos de Marc Murtra, presidente de Telefónica
Por ahí, por La Vanguardia y el poder del barrio de Gracia, es por donde mejor se entiende a Murtra. Tenía el apoyo del Gobierno porque es íntimo amigo de Salvador Illa, un clásico del PSC. Se fogueó en distintos cargos públicos metropolitanos de Barcelona y llegó a ser jefe de gabinete del ministro de Industria de Zapatero, Joan Clos. Luego, alrededor de 2011, volvió al sector privado y compaginó su actividad con la de profesor asociado en la Pompeu Fabra.
Y si ya tenía lo que necesita un presidente de Telefónica para ser elegido por Moncloa, progresivamente cultivaba lo que necesita un presidente de Telefónica para ser elegido por Criteria (La Caixa), el accionista mayoritario. Isidro Fainé, que lo apadrinó en su cartera de promesas, lo nombró consejero de la fundación La Caixa. Con una y otra tela, le cosieron el traje de presidente de Telefónica. Antes, en los años más recientes, fue presidente de Indra, donde comenzó un viraje de la compañía al sector de la Defensa. Nos cuentan maravillas de su biblioteca, inundada de buenas ediciones, de los libros fundamentales de ensayo e historia contemporánea. ¿Ya los habrá traído a Madrid?

Francisco Reynés Presidente de Naturgy
Cuando dependió sólo de él, Francisco Reynés consiguió llevar su ascenso empresarial de manera discreta. Cuando se enamoró y casó con Cristina Valls-Taberner, protagonista del papel rosa, tuvo que acostumbrarse a que lo viéramos incluso en bañador. En realidad, Cristina también tuvo que acostumbrarse antes que él porque ella era una empresaria descendiente de los banqueros del Popular, pero son estas cosas que empiezan y no paran.
Reynés, Paco, tiene cierto aspecto kennediano. El pelo bien engominado, el traje bien plantado. Es el típico empresario que, en una reunión de muchos empresarios, sin quererlo ni buscarlo, acaba siendo el centro de atención. Ingenioso y elocuente sin impostura.
Nació en Mallorca, en una familia de clase media. Estudió ingeniería industrial. Se fogueó en Estados Unidos y Alemania. Dicen que sabe montar y desmontar un motor él solo. Aunque trabajó una década en Volkswagen, sus inspiraciones, lector de historia, son más francesas y británicas. Le gustan, sobre todo, Churchill y la Revolución Francesa.


Ha llegado hasta donde está, el liderazgo de Naturgy, poniendo en práctica lo que llama “la regla de los tres razonamientos”: si con tres ideas claras no consigues convencer a tu interlocutor, no le convencerás nunca. Si eso lo instalara en el Congreso, nos ahorraríamos muchos tostones.
Es imprescindible la figura de Isidro Fainé para comprender su carrera. Reynés es hoy también patrono de la fundación La Caixa; y Criteria, el holding de la caja catalana, es a su vez el mayor accionista de Naturgy. Habla Reynés tropecientos idiomas. Inglés, francés, alemán, español, catalán y mallorquín. Si fuera diputado hoy, no necesitaría pinganillo. Seguro que aprende el euskera en dos semanas.


Reynés (Naturgy) defiende alargar los plazos de operación de Almaraz y reevaluar el cierre nuclear
Patricia Ayuela CEO de Línea Directa
Uno de sus ascensos ocurrió cuando estaba de baja por maternidad. Ahí supo lo que intuyó cuando, en 2003, fichó por Línea Directa, una compañía un tanto rara, “disruptiva” que se dice hoy, crecida al albur de internet. Patricia Ayuela (Oviedo, 1975) es hoy la consejera delegada. Una de las pocas mujeres con este rango en el Ibex-35.
La empresa en sí es una excepción. El 60% de la plantilla son mujeres y casi el 60% del Consejo de Administración –esto suele ser lo complicado–… también son mujeres. Suele contar Ayuela que lo han conseguido sin cuotas, con políticas de conciliación, sí, pero con la mera aplicación de la meritocracia.
Se ha convertido en un referente interno y externo –es Top 100– porque ella misma encarna la mezcla de éxito y conciliación. Madre de tres hijos, consejera delegada, madre presente.


Retratos de Patricia Ayuela, CEO de Línea Directa
Proviene de un mundo diferente al de los seguros: estudió ingeniería en ICAI y luego amplió formación en Harvard, Michigan y Pensilvania. Cuando entró en Línea Directa, su jefe le preguntó “¿qué quieres hacer?”. Ella contestó: “Un buen trabajo”. En eso está después de haber recorrido todos los escalafones de una compañía que ya suma en torno a 3,5 millones de clientes. Desde que apareció Línea Directa, el teléfono rojo dejó de ser sólo la línea de comunicación con Moscú. Ahora que hay poca comunicación con Moscú… se han quedado sin competencia.
Nos expuso en el Wake Up una tesis interesante para debatir y reflexionar al mismo tiempo. Contó Ayuela que la edad media de los coches españoles es de quince años y que está por encima de la de Europa. Si esa edad baja a los diez, habría 260 muertes menos en la carretera cada año.


Ayuela (Línea Directa): "Si la media de edad de turismos baja a 10 años, habría 260 muertes menos"
José Vicente de los Mozos CEO de Indra
No es tan mozo ya José Vicente y esto que se nos pide, encapsular su biografía en cuatro o cinco párrafos y una foto, es muy complicado tratándose de él. Porque el propio currículum, siendo ya un ejercicio de síntesis, tiene hasta tres o cuatro folios. Sin embargo, no nos queda otra: tenemos que montar a José Vicente de los Mozos y su trayectoria en un Clio.
Nació en Sao Paulo en 1962 porque su padre trabajaba allí en General Motors. A De los Mozos le ha pasado como a su paisano Romario. Estaba a punto de jubilarse y le han vuelto a llamar para jugar el partido de veteranos.
Lo había sido todo en Renault, a nivel nacional e internacional. Y, cuando hacía la maleta del retiro, lo nombraron consejero delegado de Indra. Ahora, tiene una misión pactada con el Gobierno, claro: hacer de la compañía pública la campeona española en el sector de la Defensa.


De los Mozos, además de brasileño, es de Valladolid. Allí regresaron cuando era niño. Comenzó a trabajar hace mucho en la compañía de su vida, que era Fasa además de Renault, como mero aprendiz. Se fue a Madrid a estudiar ingeniería aeronáutica y ya como un avión. Todo Renault, todos sus peldaños, pasando por París para respirar la idiosincrasia de la compañía. Tuvo un paréntesis en Nissan, pero regresó a Renault. Hasta que la encabezó en España y la vice-encabezó en el mundo.
En el Wake Up nos contó que la apuesta principal de Indra será el 8x8, vehículo de tierra, como los Renault, aunque un poco más difícil de aparcar.


De los Mozos (Indra) reivindica el carácter "industrial" de una compra de Santa Bárbara, como opción
Ismael Clemente CEO de Merlin Properties
Está siendo muy intenso el camino de este hombre que sueña con dedicar las mañanas a beber Cruzcampo en el bar de su amigo Rafa. Ahí va el Quijote de Valencia del Mombuey. De nombre Ismael Clemente, de profesión CEO de Merlin Properties, hoy centrado en promover centros de datos y en impulsar, como segundo gran accionista, el ‘Madrid Nuevo Norte’.
Es Quijote por amor y por lealtad. Por amor porque tuvo que dejar el bufete en el que trabajaba para poder casarse con su mujer. Era otra España, ¡y no hace tanto! Se ennovió con la que hoy es su esposa en esa empresa y la política interna impedía matrimonios puertas adentro, como si fueran morganáticos. Entonces, Ismael se marchó… y se casó. Tienen seis hijos.
La segunda quijotada vino cuando estaba en Deutsche Bank, ya mucho después. A lomos de la crisis financiera, le pidieron que despidiera a buena parte de su equipo. Se negó y se marchó. Muchos de sus colaboradores se fueron con él y esa virtud de lealtades desencadenó el alumbramiento de lo que hoy es Merlin Properties.


Retratos de Ismael Clemente, CEO de Merlin Properties
Lo llaman en los periódicos “la cara más conocida del ladrillo”, que no es lo mismo que tener la cara de ladrillo. Lo que sí tiene este Ismael es mucho gracejo, mucho orgullo de pueblo; ese algo inexplicable que lo hace amigo al poco de conocerlo. Tan de pueblo que, cuando era niño, en su aula, se impartían varios cursos a la vez.
De ahí se marchó a un internado de los jesuitas. Acabó queriendo ser piloto militar, pero los curas le convencieron de algo más moderado: “Estudia Derecho y Empresariales en Icade”. Vive en Madrid, Ismael, y se está forrando, dicen. Pero en él queda –se le ve más fácil eso que lo del éxito– el niño que leía “Los santos inocentes” y “Las ratas”, de Delibes, para entender lo que veía alrededor de su casa en Valencia del Mombuey.


Clemente (Merlin), sobre el futuro de España con los data centers: "todo el mundo quiere instalarse"
Gonzalo Gortázar CEO de Caixabank
Vamos a escribir la historia de un alférez de artillería. Se llama Gonzalo Gortázar, es el CEO de Caixabank, y dicen que está emparentado con… ¡Ignacio de Loyola! Que también fue militar antes que fraile.
Nació Gortázar en Madrid en 1965 en una de esas familias que se dice de “rancio abolengo”. Familia vasca, pero ya instalada en la capital. Es Gonzalo el séptimo hijo de Fernando de Gortázar, abogado y militar que aparece en esa enciclopedia de “Las trescientas grandes fortunas de España”.
Padre de tres hijos y socio del Real Madrid. Estudió Empresariales –no podía ser en otro sitio– en ICADE, la universidad de su tío Ignacio de Loyola. Llegó a La Caixa en 2009. Antes, pasó por Morgan Stanley. Fue actor protagonista en la fusión de Bankia y Caixabank, banco madrileño y banco catalán, que no es poco viendo cómo funcionamos.


Gortázar está detrás de una de las operaciones financieras más importantes del último cuarto de siglo. De la mano de Fainé, recorrió Europa en busca de inversores para hacer de La Caixa lo que es hoy.
Nos dijo en el Wake Up que la sede social de Caixabank se queda en Valencia aunque hayan regresado a Cataluña las de la Fundación y Criteria. También nos arrojó un cálculo inquietante: con los aranceles de Trump, el PIB español caerá un 0,2%. Nos encomendaremos, entonces… a Ignacio de Loyola. Pero al militar, no al fraile.


Gortázar (CaixaBank) estima que los aranceles restarán al PIB un 0,2% y los califica de "error"
Antonio Huertas Presidente de Mapfre
Lo más grande que soñaban para él quienes mejor le querían era el puesto de secretario del Ayuntamiento. Le soñaban así, por ejemplo, su abuelo agricultor, que le llevaba a recoger melones montado en burro. O su abuelo carbonero, que le limpiaba con los dedos el negro de las mejillas.
Como en una metáfora de esas mejillas que, por negras que se pusieran, acababan limpias cuando se ponía el sol, Antonio Huertas dirige hoy Mapfre. Un trasatlántico en comparación con el Ayuntamiento de Villanueva de la Serena, aunque para él no haya nada más grande que Villanueva de la Serena.
En ese pueblecito de Extremadura nació Antonio, pero también la tortilla española. Y es algo que le cuenta a todo el que se le pone por delante. En caso de hornillo cerca, o de camping-gas, lo cuenta con una tortilla de verdad.
En cuanto llegas a Villanueva, ves su nombre en el centro municipal empresarial, enclavado en la estación de autobús. El patriotismo de Antonio Huertas (1964) llega hasta el punto de financiar todos los años la carrera universitaria de los dos mejores expedientes escolares del pueblo. Él también estudió con beca. En Salamanca, cuando terminaba, vio en el periódico un anuncio por palabras. Hacían falta agentes de seguros. Y aprovechó la oportunidad. La oportunidad, a Antonio, se le fue de las manos. Hoy es el jefe, el rey de las oportunidades.


Retratos de Antonio Huertas, presidente de Mapfre
Siempre ha estado en el centro. Lo miramos y vemos a ratos el espejismo de la UCD. Antonio cultiva en la capital la huerta de la Unión del Centro Democrático. Ese “laissez faire, laissez passer” típico de los liberales serenos. En cuanto participa en un foro, orilla lo demás para pedir grandes pactos de Estado. Eso mismo hizo en el Wake Up. Es el predicador de la Tercera España en la España polarizada.
Pese a ser definido como uno de los puntales de la “silver economy” –la economía con canas– dedica la mayor parte de su esfuerzo empresarial a los jóvenes, convencido de que esta generación tan preparada dispone de menos oportunidades de las que merece. Preside el Consejo Social de la Universidad de Extremadura y los Alumni de la de Salamanca.
Llegó a Mapfre en 1988 y alcanzó su cúspide en 2012. Es influencer en Linkedin, una especie en peligro de extinción. La bici de montaña, los largos paseos, la lectura, el cine. Cuando le preguntan por referentes, habla con la sensibilidad emotiva de los pueblos para mencionar a su madre y a su mujer. No olvida a Carmen Tagle, la fiscal asesinada por ETA. Le gusta la música de Alaska y vuelve cada cierto tiempo a la “Nada” de Carmen Laforet.


Huertas (Mapfre) reclama “pactos de Estado entre las principales fuerzas políticas”
Óscar García Maceiras CEO de Inditex
Óscar García Maceiras (Coruña, 1975) debe de tener mucho trabajo. Sin embargo, por mucho lío que tenga, seguro que aprovecha de tanto en cuando para poner una vela a los rectores de su ciudad natal. Insensato él, ¡quería estudiar Periodismo! Varios millones de euros estuvieron a punto de irse al traste.
Se lo habría pasado mucho mejor, seguro, pero estaría, quizá, donde estamos sentados ahora nosotros, escribiendo perfiles, y no dirigiendo como consejero delegado a la empresa más señera de España: Inditex.
Para paliar su mono de periodista, dedica sus viajes en avión a leer libros sobre la Transición y sobre este oficio. Los buenos y los malos. Se los devora todos. Conoce con minuciosidad esa conjunción de improvisación, talento y serenidad que trajo la Democracia. Hombre, debe de generar tranquilidad a los empleados de Inditex que su jefe sea amante de la Transición, y no, pongamos, de la revolución rusa.
Otra de sus pasiones es la Corte Suprema de los Estados Unidos, a la que conoce al dedillo. Se lee las resoluciones y bucea en la vida de los magistrados que, con ellas, fueron ampliando el ámbito de la libertad de expresión.


Total que Maceiras estudió Derecho casi por descarte. Con 25 años, se hizo abogado del Estado. Y, cuando llevaba poco ejerciendo, le tocó el caso del Prestige. Fue compañero de promoción de José Luis Martínez-Almeida. Seguro que no practicaron deporte juntos. Si no, Maceiras estaría muerto, como todos esos niños de las inauguraciones futbolísticas del alcalde.
Maceiras dirige Inditex con el silencio de los monjes benedictinos. De no ser por el traje, resultaría fácil imaginarlo con una pluma, pasando a limpio las obras del venerable Palafox.
Llegó a Inditex como secretario general y del Consejo de Administración. Había desempeñado antes –previa excedencia voluntaria de la abogacía del Estado– puestos similares en el Santander, el Popular y el Pastor. “Adolfo Suárez es mi pastor”, debe de pensar Maceiras en sus lecturas transoceánicas. Con él, nada le falta.


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