Así se mueve EL METRO

Así se mueve EL METRO

Un día con los trabajadores esenciales que garantizan el funcionamiento del Metro de Madrid durante la pandemia
PARTE 2: EL METRO DE MADRID
SILVIA P. CABEZA· CARMEN SUÁREZ
La fase 0 de la desescalada arrancó este lunes. A pesar de que se recomienda el teletrabajo y es obligatorio el uso de mascarillas, la afluencia en el transporte público empieza a recuperar la normalidad.

En el Metro de Madrid, por ejemplo, se han colocado pegatinas informativas en los andenes para indicar la distancia mínima de seguridad entre viajeros. Es el caso de la estación de Moncloa, uno de los puntos más concurridos.

Antes de la desescalada, y sobre todo, durante la fase de ‘hibernación de la economía’, el uso del transporte público en Madrid se había desplomado. El Metro perdió hasta dos millones de viajeros diarios en comparación con días laborables similares de 2019.
EN DATOS
DAVID
David es supervisor en el Metro de Madrid desde hace 11 años. "En Moncloa, en una situación normal, no paras. No te sientas ni cinco minutos. Solemos ser dos supervisores y ahora trabajamos de uno en uno para evitar contagios".
Reconoce que algunos de los viajeros que ve en el Metro "no tienen pinta de ir a trabajar". "Los abuelos son los más rebeldes. Un día le dije a un hombre, de unos 80 años, que por favor se pusiera la mascarilla y me dijo que 'le daba igual morir'".
MARÍA
Maria del Mar trabaja desde hace 10 años en otra de las estaciones principales. Asegura que nunca ha visto los andenes de Sol así de vacíos: "Estamos más resguardados que antes. Atendemos con la puerta abierta por si nos llaman. Éramos 3 personas y ahora trabajamos solos para evitar el contagio. Seguimos controlando la estación para resolver cualquier tipo de incidencia y siempre que nos movemos están los vigilantes de seguridad con nosotros. Ellos no han reducido el personal por turno, siguen siendo los mismos".
El personal de seguridad de Metro es uno de los más expuestos y, también, uno de los menos protegidos. En este caso prefieren no dar su identidad. Confiesan sentirse agotados: "Trabajamos por obligación pero no por gusto. Llevamos sin mascarillas más de un mes. Hace dos días fue la primera vez que conseguimos unas para poder trabajar. Pero no era una partida exclusiva para nosotros, las conseguimos porque el policía que las entregaba en la puerta aún tenía". 

A diferencia de los empleados de Metro, el personal de seguridad no tiene equipos de prevención ni seguridad específica para ellos aunque su trabajo implique el contacto directo con muchos usuarios. Denuncian que son los más afectados y los menos protegidos: "Estamos en contacto permanente con la gente. Subimos y bajamos de los vagones cada día, nos cruzamos con mucha gente a lo largo de nuestra jornada y no tenemos protección. Además los mendigos que antes estaban en la calle se resguardan en el metro y tenemos que lidiar con ellos. Muchos compañeros se han contagiado por este motivo. Los coches sólo se desinfectan por la noche para que estén perfectos a la mañana siguiente. Pero nosotros nos paseamos por los vagones durante todo el día y, a no ser que haya alguna necesidad de limpieza, no se vuelven a desinfectar hasta la noche".
MONCLOA
Cada uno tiene una mascarilla quirúrgica y guantes puestos. También guardan, como un bien preciado, una mascarilla FFP2 para "usar en casos de emergencia". "Sólo nos dieron una. Muchos días tenemos que lidiar con personas violentas o conflictivas que no sabes si tienen coronavirus o no y tenemos que seguir haciendo nuestro trabajo. Tenemos que guardar la "mascarilla especial" porque no tenemos otra y quizá la necesitemos de nuevo".

Piden que les hagan pruebas para evitar contagios a los usuarios: "Yo no sé si soy asintomático o si ya lo he pasado, pero estoy en contacto permanente con la gente y puedo ser un foco de contagio. No han hecho ni un test".

No les han reducido las horas ni les han dividido los turnos para que puedan descansar o tener menos contacto entre ellos. Trabajan como siempre para que la seguridad del metro siga siendo la misma que antes del Estado de Alarma. Ahora se preguntan cómo se producirá la desescalada para evitar la vuelta a la hora punta. "Cuando vuelva a la normalidad, a las 7.30 de la mañana, no se puede pensar que la gente tendrá 2 metros entre cada uno para evitar que nos volvamos a contagiar. No sé cómo será pero va a ser un caos".
PUESTO DE COMIDA
El pequeño puesto de cafés y comida para llevar de la estación de Moncloa ha vuelto a abrir sus puertas a modo de prueba. "De todos los repartidos por el metro, solo estoy trabajando yo. Nos han dado permiso para ver cómo funciona porque al ser comida y bebida para llevar, podemos abrir". 

Dice que su primer día de vuelta es un "aburrimiento" porque está acostumbrada a tener mucha gente: "Hoy estoy vendiendo sólo un 10% de lo que suelo vender". Funciona de la misma manera que siempre, con la única diferencia de que la bollería viene en bolsas individuales. El método de pago tampoco ha cambiado, se siguen admitiendo monedas, pese a que se desaconseja por higiene. "A mí no me da miedo volver a trabajar, solo hay que acostumbrarse a llevar mascarilla y guantes".
DENTRO DEL VAGÓN
CARLOS
Carlos lleva 13 años trabajando en el Metro. Es jefe de la línea 1. Se encarga de la gestión de personal, la resolución de incidencias o la formación del equipo. Su puesto de control está en la estación de Pacífico, una de las más importantes. "Ha aumentado mucho la carga de trabajo por el tema de los protocolos. Además somos menos trabajando por turno y eso hace que se nos acumule el trabajo".

Las revisiones diarias se están aplazando pero el trabajo diario sigue sin descanso. "Depende de cada persona pero, por lo general, los compañeros no vienen con miedo a trabajar. Se están tomando las medidas necesarias y hay mucho compañerismo".
GUILLERMO
Guillermo está a punto de coger un vuelo destino Alemania. Trabaja en un laboratorio y, hace un mes, cuando su empresa suspendió la actividad, decidió pasar la cuarentena en su tierra, Córdoba. "Desde esta semana ya han vuelto a abrir muchos comercios en Alemania y en mi empresa han vuelto los trabajos en el laboratorio. Aquí somos más "de calle" y en Alemania son más distantes. Entonces, las medidas de distanciamiento las han llevado a raya".
JOSEFA
Josefa, de 58 años, trabaja como limpiadora en una oficina. No ha dejado de acudir a su puesto desde que comenzó el Estado de Alarma. Ha pasado de tardar hora y media de trayecto a más de 2 horas. La culpa, dice, la reducción de frecuencias de cada metro. "Yo lo llevo bien pero he pasado miedo. Mucha gente no respeta y va sin mascarilla o se te acerca demasiado. El sábado pasado había mucha gente, y eso no es normal. Además tampoco se ve más personal de seguridad para controlar que estas cosas no pasen".
IRENE
Irene investiga contra el cáncer en un laboratorio. Dice no haber dejado de trabajar aunque sí con menos carga durante esta cuarentena. "Cojo todos los días el metro para ir a trabajar. Se nota que hay mucha menos gente que de normal. Además veo más vigilantes controlando que no pase nada dentro del vagón". 
BRAYAN
Brayan se encarga de la atención al cliente de un supermercado. "Los clientes respetan las normas de seguridad del supermercado y no hay muchas incidencias. Están concienciados, no tengo demasiado miedo a la hora de trabajar". El Metro es su medio de transporte diario y cuenta que no ha sentido miedo al viajar en transporte público aunque ve "menos seguridad".
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