Si alguien esperaba que Francisco González, expresidente del BBVA, agachase la cabeza y saliese llorando de la vida pública tras el escándalo de las escuchas a políticos y empresarios por parte de el excomisario José Manuel Villarejo, puede esperar sentado.

González está, incluso, más animado que hace una semana. Ha constatado que las grabaciones más incriminatorias, las que involucraban al exjefe de Seguridad del banco, Julio Corrochano, y al polémico excomisario, no demuestran que se encargase ninguna ilegalidad. No le dejan bien, es cierto, y contradicen las afirmaciones anteriores del exjefe de Seguridad de que no había contratado servicios con Villarejo, sino con su socio Rafael Redondo, también imputado en el caso Tándem.

El entorno del expresidente le ve empeñado no sólo en plantar cara, sino en ganar el partido por goleada y demostrar que el que actuó de forma inapropiada fue el otro bando en aquella época: el del 'Grupo Hostil' de Miguel Sebastián, entonces jefe de la Oficina Económica de de Moncloa con Rodríguez Zapatero en el Gobierno, que actuaba a favor de Sacyr Vallehermoso de Luis del Rivero y Juan Abelló.

Actuará de forma contundente

González es consciente de que, tras las últimas informaciones, el bufete independiente que investiga la situación para el banco ha ampliado el alcance de sus pesquisas, y no tiene intención ninguna de interferir. Cree que los contratos con empresas de Villarejo estaban muy claros y que entonces creía que la inteligencia que se recogía se conseguía por medios legítimos. La documentación podrá ser analizada porque está en las oficinas de la entidad. 

El expresidente sabe que BBVA actuará de forma "muy contundente", pero tiene claro que no le afectará. Que nadie espere de él que reconozca algo que afirma no  haber hecho ni que dé un paso atrás, explican quienes le conocen.

González cree que el banco no se ha visto impactado ni entre los clientes, ni entre unos accionistas que no han dejado de tirar hacia arriba el precio de la acción en los últimos días.

No hablaría cada quince días

Coincide con el análisis realizado por este periódico el día en que se realizaron las escuchas: Si tan importante era la labor de inteligencia de Corrochano, en una operación que duró pocas semanas, le habría llamado más de una vez cada quince días, tal y como sostiene que hacía en algunas de las conversaciones publicadas estos días. 

Sí recuerda el expresidente del BBVA haber acusado a Corrochano de que lo que publicaba en los informes que le enviaba no era más que lo que salía en la prensa, a pesar de que se estaba pagando por un trabajo de inteligencia. 

González no teme ser el chivo expiatorio del banco porque no cree que la entidad necesite uno. Muy al contrario, cree que ciertos sectores valoran muy positivamente cómo se rebeló contra la intentona del Gobierno de controlar BBVA y está dispuesto a actuar judicialmente contra quien corresponda, ya sea el propio Villarejo o ciertos medios de comunicación.

Cree que la tortilla, en suma, se va a dar la vuelta, y que las tornas van a cambiar, perjudicando a quienes conspiraron contra él. 

Los presidentes, el rey y el 'trampantojo'

A favor de la tesis de FG juegan las últimas revelaciones de Moncloa.com, en las que se explica el papel de los opositores a FG en la operación Sacyr. Lo mismo investigaban a Felipe González, Aznar o Zapatero, que utilizaban al rey emérito y sus alcobas llenas de secretos y trampantojos para que pareciese que contaban con más apoyos políticos de los que tenían en realidad.

Según los papeles recién liberados, se ven cosas como al expresidente del Gobierno, Felipe González, proponiendo a Carlos Solchaga como sustituto de FG en el BBVA. O a al 'Grupo Hostil' intentando hacer que el PP 'tragase' con la operación haciendo que pareciese que Aznar estaba conchabado en la misma. Cuando no lo estaba. 

En realidad, esta información apoya las tesis de González de que lo que hizo siempre fue enfrentarse al poder político y luchar por la independencia de la entidad a toda costa. Otra cosa es lo que hiciese su jefe de Seguridad, Julio Corrochano, con el excomisario Villarejo, o el riesgo reputacional que haya provocado quince años después.