Este jueves, día 24 de noviembre, EL ESPAÑOL ha accedido al avance de la quinta entrega de los demoledores capítulos del pódcast Corinna y El Rey. En este nuevo episodio, la empresaria Corinna Larsen (58 años) aborda tres momentos de su vida junto a Juan Carlos I (84): la donación de los 65 millones de dólares, la visita de Félix Sanz-Roldán (77) y la falsa Navidad.

Cabe recordar que Corinna y el soberano ya habían terminado su relación sentimental cuando el jefe del Estado se cayó en Botsuana, donde se rompió la cadera. Sin embargo, como el Rey seguía enamorado perdidamente de la exprincesa, desde el Centro Nacional de Inteligencia y desde el núcleo duro del propio Juan Carlos, le pidieron, "por la estabilidad de la Corona y por la de España" que complaciera los deseos del Rey y que respondiera a sus llamadas y todas sus peticiones.

"Me sentí como un pequeño peón en el que varios jugadores me iban moviendo en un tablero de ajedrez mientras me decían: 'Tienes que devolverle las llamadas', 'tienes que hacer que se sienta bien', 'te vamos a culpar de otra cosa y no puedes hablar con los medios'", declara la germano-danesa en el pódcast.

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Corinna Larsen en una imagen captada en París. Gtres

En aquella época, entre los años 2012 y 2014, Juan Carlos estaba "deprimido" por haber perdido a Corinna, a la que sostenía seguir amando, y por ver cómo su eterna popularidad en España -de campechano, de cercano, de rey del pueblo-, se iba por la rendija después de que salieran a la luz sus escarceos y sus presuntos negocios opaco en el extranjero. Ambos aspectos, unidos íntimamente.

"Las relaciones familiares se habían deteriorado hasta tal punto que me dijo que no podía soportar la idea de pasar la Navidad con ellos y que temía volver a casa", señala Corinna. Por "la unión de España", deslizan en el nuevo episodio, sobre los hombros de Larsen recae la responsabilidad de aparentar que le sigue importando el Rey hasta el punto de fingir que es Navidad, porque él lo dice.

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22 de diciembre de 2013. Faltaban seis meses para la abdicación. En la casa de campo de Philip Adkins, exmarido de Corinna y gran amigo de Juan Carlos, se reúnen todos, incluyendo a la propia Corinna y a sus dos hijos, para celebrar una falsa Navidad con las que cumplir los deseos más extraterrestres del jefe del Estado. "Esto es completamente loco. Solo somos parte de una especie de espectáculo de circo para mantener feliz a este hombre poderoso y lo que articula como un deseo para hacerse realidad", comenta Larsen con cierta indignación.

Corinna y el rey Juan Carlos en los Premios Laureus de 2006.

"¿Qué hace alguien tan poderoso como el rey Juan Carlos? Pasar dos Navidades fingiendo: una es la falsa feliz Navidad con las personas que quiere y luego viene la falsa Navidad de verdad con las personas a las que no soporta". Aquel día en la finca de Adkins, todos tenían que vestirse de noche -él llevó esmoquin de tercipelo verde botella; ella, vestido de noche en color negro-, hubo champagne y se cocinó lo que se cena en Nochebuena -pavo relleno con salsa y vino tinto- y tiene que haber regalos debajo del árbol. 

"Era algo completamente surrealista", expresa Corinna. "Pensé: ¿alguien se está dando cuenta de lo loco que es esto? ¿Nadie se da cuenta de que algo no va bien en la cabeza de esa persona y que el resto estamos promoviendo eso?" Por su parte, el Rey se lo pasaba de maravilla y actuaba con Corinna como si fueran novios de nuevo, sonriéndole y mirándola como si en el horizonte de ambos no hubiera posibles juicios por delitos económicos y otros gravísimos problemas en el seno de la Casa Real.