Santiago Segura se independizó "a la fuerza" con 19 años, cuando sus padres se marcharon de casa y él se quedó solo en el piso familiar, una anécdota que el actor cuenta hoy entre risas, pero que entonces significó un auténtico salto al vacío hacia la vida adulta.
No fue la típica historia de joven que huye del nido: en su caso, el hogar se fue antes que él, obligándolo a aprender de golpe qué significaba pagar facturas, buscarse la vida y convertir los trabajos precarios en motor de un futuro en el cine.
"Mi caso fue muy raro, porque yo no me fui de casa, se fueron mis padres", confesó en una entrevista en El Hormiguero, resumiendo con humor una etapa tan dura como decisiva.
"Mis padres querían cambiar de casa y yo dije: yo no me muevo", contó. Su propuesta fue clara: quedarse él en el piso antiguo mientras ellos empezaban una nueva etapa en otro lugar.
El director se lo explicó así a Pablo Motos: "Vivíamos en Carabanchel, en un piso de 45 metros cuadrados y mis padres dijeron de mudarse a Leganés a un piso un poco más holgado".
Aun así, Segura se negó a mudarse y convenció a sus progenitores para que le alquilasen a él dicha vivienda: "Tenía 19 años, ya había juntado algo de pasta y me dijeron si realmente iba a pagarles. Yo les dije que sí, pero al final no pagué nada", recordó entre risas.
Santiago Segura creció en el madrileño barrio de Carabanchel, en una familia humilde en la que su padre trabajaba en una fábrica de tuercas y tornillos.
La juventud de Segura
Esa salida abrupta del hogar le obligó a encadenar trabajos de todo tipo mientras estudiaba en la Facultad de Bellas Artes, combinando las clases con empleos que hoy recuerda como un auténtico entrenamiento de supervivencia.
"Hay que vivirlo para saber lo chungo que era eso", reconoció al hablar de esos años de encargo y de piso frío en invierno.
Para mantenerse, Segura convirtió en hombre orquesta del trabajo precario: vendedor de enciclopedias puerta a puerta, camarero, cliente falso en concesionarios de coches e incluso público profesional en programas de televisión.
"Vendí enciclopedias puerta a puerta; mi frase era: '¿Le gustaría tener la literatura universal en estos libros encuadernados en polipiel?'... vendí dos", contó entre carcajadas, recordando una época en la que cada comisión era una pequeña victoria.
También trabajó como "cliente sorpresa" de Seat, visitando concesionarios como si fuera a comprarse un coche para luego redactar informes sobre la atención recibida.
"Es muy triste. Parece un invento, pero este trabajo existe de verdad", afirmó. "Me lo enseñó un amigo: 'tú vienes a la Seat, dices que quieres el nuevo modelo y el tío te hace un artículo, de cómo puedes hacer para pagarlo a plazos, cómo son las ruedas..:", explicó también en la entrevista.
Mientras llenaba nevera y pagaba alquiler con esos trabajos, Segura seguía rodando cortos y moviéndose por el circuito más marginal y creativo del audiovisual español.
