Cuando Carmen Lomana (77 años) pone voz a su fortuna, no lo hace con timidez. Recientemente, la socialité no dudó en hablar con naturalidad de su patrimonio.
"Tengo suficiente dinero", aseguró. Y aunque esquivó dar una cifra exacta, dejó claro que su patrimonio "vale más de ocho millones de euros".
El origen del imperio económico de Carmen Lomana se remonta a su matrimonio con Guillermo Capdevila, pionero del diseño industrial en España, fallecido en 1999.
Tras su muerte, ella heredó su patrimonio y los negocios que había levantado. Pero, lejos de vivir de la nostalgia, supo transformar aquella herencia en una estructura financiera sólida.
Sin embargo, Lomana recuerda que ya ella tenía recursos propios antes de casarse. "Cuando nos casamos, los dos éramos estudiantes y yo tenía más dinero que él", confesó en el pódcast de Zodiac.
Vivía en Londres, trabajaba para el Banco Santander y disfrutaba de una "situación económica y social importante".
Tras la herencia, vino la apuesta estratégica: invertir bien, diversificar, elegir asesoría adecuada. "Lo invertimos bien. Yo nunca he sido una mujer pedigüeña. Siempre he trabajado antes y después de casada y de quedarme viuda", explicó.
Parte muy importante de su riqueza actual reside en bienes raíces. Lomana reconoció en Vanitatis que posee "edificios en sitios singulares". Es decir, inmuebles de valor, bien ubicados, con una proyección inmobiliaria cuidada.
Ese patrimonio inmobiliario, sumado a otras inversiones, estaría detrás del "más de ocho millones de euros" que ella misma atribuye a sus activos.
"Tengo lo suficiente para vivir, pero trabajo porque prefiero ganar que restar", declaró en la conversación con Nacho Gay.
Pero no todo es ladrillo. En su historial también hay piezas de moda de lujo, colección de alta costura, ropa de grandes firmas y un estilo de vida que en su día ya la colocó en la cima de la sociedad española.
La fortuna de Lomana
Esa mezcla de bienes tangibles, inversiones y estatus, la configuran como una de las socialités con patrimonio más reconocible del país.
Ser millonaria y figura pública atrae miradas. En 2016 su nombre apareció en los llamados "papeles de Panamá", vinculando a sociedades relacionadas con su marido con paraísos fiscales.
La polémica no tardó en estallar. Pero Lomana reaccionó con firmeza. Según explicó, decidió "cerrar todas las sociedades y traer todo el dinero a España para regularizarlo".
Ahora, dice sentirse tranquila con su asesor financiero. Eso sí, bromea admitiendo que le "da mucho pánico" una inspección de Hacienda. Aun así, confía en su entorno: "Lo hago todo bien".
Aquí llega quizás lo más intrigante. Carmen Lomana no entiende la vida sin actividad. A pesar de su fortuna, asegura que sigue trabajando porque le gusta y cree que estar ocupada "es fundamental para la salud mental, para socializar, para sentirse viva".
Sobre el dinero procedente de sus apariciones televisivas, Lomana hablaba sin tapujos: "La tele es lo de menos, es donde menos pagan". A mí me gusta el foco, depende de qué foco. Dentro del trabajo en los medios tienes que ser un poco egocéntrico y vanidoso", explicaba.
"Algunos piensan que lo que hago no es trabajar; pero la publicidad en redes, los contratos, el arreglarse... todo eso conlleva trabajo previo que no se ve", afirmaba de manera rotunda.
Y así, entre inmuebles, vestidos de alta costura y confesiones sin tapujos, Carmen Lomana sigue dibujando un retrato de riqueza que mezcla elegancia, determinación y un deseo heredado de mantenerse siempre viva.
