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Hay historias que brillan más cuando se cuentan desde el origen. La de Ana Mena comienza en Estepona, un rincón de Málaga donde el mar, la música y las fiestas de pueblo moldearon la personalidad de una de las artistas españolas más escuchadas del momento.

Allí, en una casa sencilla y trabajadora, nació en 1997 la niña que cantaba antes incluso de aprender a escribir su nombre.

Sus padres no tenían relación con la industria musical. Su padre trabajaba en la obra, madrugando cada día a las siete de la mañana y su madre era ama de casa, aunque también ayudaba con la contabilidad familiar. Pero había algo que sí tenían: valores. Y eso, la artista lo ha contado con orgullo.

"He sido muy pesada, he picado mucha piedra y vengo desde abajo, por eso cuando me pasan cosas buenas, las valoro el triple. Mi padre trabajaba en la obra, mi madre era ama de casa...siempre hemos tenido esa conciencia del trabajo", explicó en una entrevista en EL ESPAÑOL.

En su casa siempre se respiró esfuerzo, cariño y humildad. No sobraba nada, pero tampoco faltaba lo importante.

Ella ha contado que sus padres le inculcaron que los sueños se construyen "con base de trabajo y sacrificio". Esas raíces marcaron su vida para siempre.

Con apenas cuatro o cinco años ya se subía a sillas y mesas para cantar coplas y canciones populares.

No era una niña tímida, le encantaba actuar frente a cualquiera que quisiera mirarla. Tenía carisma, tenía energía... y tenía una voz que sorprendía para su edad.

A los nueve años ganó el concurso televisivo Veo, veo, un momento que lo cambió todo.

No era solo un talento precoz; era una niña que tenía claro lo que quería ser. Después, llegaron más escenarios, su participación en My Camp Rock 2 y su papel como Marisol en una serie de televisión.

Muy pronto entendió que su vida no sería como la de los demás niños de su edad. Mientras otros iban a cumpleaños y excursiones, ella viajaba a rodajes, castings y estudios de grabación.

Los orígenes de Ana Mena

Sacrificó muchas tardes de juegos, pero no se arrepiente. En entrevistas ha contado que, aunque fue duro ser tan disciplinada siendo tan pequeña, volvería a vivirlo todo igual: "Cuando trabajas tanto por algo, lo sientes tan tuyo, que lo disfrutas todavía más".

Esa conciencia de esfuerzo no ha desaparecido. Hoy, con fama internacional y millones de oyentes, sigue visitando Estepona para reconectar con sus raíces.

"Esa niña sigue dentro", dice. La que cantaba coplas, que se emocionaba al ver a su madre cantar flamenco. La que soñaba con escenarios sin imaginar que llegaría tan lejos.

Y quizá ahí está su secreto: en que, aunque brille como estrella, nunca ha dejado de ser aquella niña humilde que aprendió que los sueños no se esperan... se trabajan.

Estos días, Ana Mena vive un renacer artístico tras un descanso que se hizo necesario. En octubre lanzó su nuevo single Lárgate, una balada intensa y emocional que marca el inicio de una etapa más personal y madura.