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Juan del Val, escritor superventas y rostro habitual en los medios, nunca ha evitado la polémica. Aun así, asegura que la imagen pública que proyecta "casi siempre está manipulada".

En su última entrevista, abre la puerta a su pensamiento más íntimo y revela una crisis de identidad política que lo aleja de cualquier etiqueta fácil.

Su identidad, según explicó en el pódcast de Act2ality, está marcada por su propia historia: un sentimiento de izquierdas que ha acompañado cada etapa de su vida.

"Yo siempre he sido un poquito más radical de izquierdas", afirma el escritor de 55 años, recordando un arraigo que considera incuestionable: "Yo soy nieto de dos republicanos encarcelados, o sea, ser más rojo es imposible".

Por eso, se pregunta con ironía y contundencia: "¿Qué c... voy a ser yo de derechas?".

A lo largo de los años, su voto ha reflejado ese impulso: "Izquierda Unida y al PSOE y una vez en las europeas primeras a Podemos".

Sin embargo, admite que dejó de apoyar a Pedro Sánchez muy pronto: "Cuando vi cómo iba, cómo respiraba, evidentemente se acabó".

Para Del Val, el actual presidente del Gobierno representa justo lo contrario de lo que él entiende por izquierda. Es rotundo: "Pedro Sánchez no es de izquierdas, no tiene ideología ni escrúpulos".

Critica lo que describe como una "inconsistencia ideológica" y una tendencia a decir "una cosa y la contraria" con tal de mantener en el poder.

En su análisis, el "deterioro de las instituciones al que él nos está llevando es peligrosísimo".

Esa ruptura emocional lo ha colocado ante una disyuntiva que le genera un verdadero conflicto interno, origen del titular que más ruido ha generado: "Por eso yo muchas veces cuando digo es que creo que lo mejor sería votar al PP, joder me cuesta la vida".

La ideología de Del Val

No se trata de un giro ideológico, insiste, sino de una conclusión incómoda que choca de lleno con el "sentimiento que yo he mamado".

El también colaborador de televisión rechaza la idea de que criticar al Gobierno te convierta automáticamente en un simpatizante de la derecha.

Para él, la izquierda real es crítica, inconformista y capaz de cuestionar lo que no funciona.

Sostiene que la política no puede reducirse a un juego de "fútbol". Ser progresista -explica- implica apoyar avances como el matrimonio homosexual o la despenalización del aborto, pero también defender que "tiene que haber cierta regulación de las instituciones para que no todo sea... que gane siempre o casi siempre el más fuerte".

Le preocupa que el debate se esté empobreciendo hasta el extremo, encajonando a la gente en un binomio absurdo -"si tú eres de izquierdas y si no de derechas"- un terreno donde, asegura, "ahí es donde nos quieren llevar a que seamos completamente idiotas".

Su mensaje final es una advertencia contra la superficialidad: "Cuidado con los mensajes cortos, cuidado con los titulares, intentar desarrollar las ideas y profundizar en ellas".

Juan del Val se muestra así como un hombre de izquierdas que ya no reconoce a quienes deberían representarlo. Alguien atrapado entre un sentimiento heredado y una realidad política que lo desorienta.

Un pensador que entiende la ideología como un mapa lleno de matices, mientras que el discurso político actual la reduce a un eslogan rápido y vacío.