Londres

Una de las imágenes que han quedado de la boda celebrada el 28 de mayo entre Lady Charlotte Wellesley y el multimillonario financiero colombiano-estadounidense, Alejandro Santo Domingo, en Granada, fue la reprimenda que la novia dio al novio cuando estaban a punto de subir al coche a la salida de la iglesia, momentos después de darse el 'sí quiero'. La tensión entre la pareja fue captada por una fotografía y se podría percibir como un mal augurio para el futuro de ambos.

Sin embargo, en Inglaterra se considera a Lady Charlotte como una joven alegre, divertida y sociable, muy activa en las redes sociales. En su portada de Twitter publica una foto con una cresta india y dos palillos como dientes. Nunca se ha visto salpicada por ningún escándalo. De hecho, los vecinos de Íllora describen a la joven como una persona sencilla y tan discreta, que en sus innumerables visitas por este pueblo, Charlotte pasea inadvertida entre sus gentes. Un pueblo, que por cierto, la británica adora y donde se encuentra una de sus grandes devociones: el cristo de los Milagros, "quien se salvo de la quema durante la Guerra Civil”, cuenta Salvador, portavoz municipal. El fervor religioso por esta talla de estilo barroco es tal que Lady Charlotte ha donado 11.00 euros para la restauración de la misma.

Es la cuarta hija de los cinco que tienen Charles Wellesley, noveno Duque de Wellington, y de la Princesa Antonia de Prusia. Su padre heredará el ducado de Wellington cuando fallezca el actual duque y ostenta, además, el título de duque de Ciudad Rodrigo y la dignidad de Grande de España, la más alta en la jerarquía nobiliaria de este país. En Granada, los Wellesley aún son propietarios de tierras concedidas a su antepasado por los Borbón en el siglo XIX. 

Por tanto, Charlotte es heredera de una de las más importantes familias británicas, descendiente del héroe militar Arthur Wellesley, el mariscal de campo que derrotó a Napoleón en la batalla de Waterloo en 1815. Desciende de la reina Victoria de Inglaterra por parte de madre, la nieta de Guillermo II, el último emperador de Alemania. Así, la novia de Alejandro Santo Domingo resulta emparentada con la familia real británica y con casi todas las monarquías de Europa.

La rubia inglesa, de 24 años, recibió la mejor educación posible en Reino Unido y se graduó en Arqueología y Antropología por la Universidad de Oxford en el 2013. La describen como una mujer todoterreno y en sus años de Oxford quiso participar en la Fastnet, una de las más duras e importantes regatas oceánicas, para probarse física y mentalmente. Consiguió cruzar la línea de meta. En la actualidad trabaja como productora en el estudio que el prestigioso fotógrafo Mario Testino tiene en Londres. Sabe español, el cual habla con un toque andaluz.

Momento en el que los novios discuten al salir de la ceremonia. Fernando Ruso

Las primeras imágenes de la pareja fueron el pasado año haciendo su entrada a la capilla de San Nicolás de Myra (Suiza) donde tuvo lugar la boda de Tatiana Santo Domingo, sobrina de Alejandro, con Andrea Casiraghi. La joven aristócrata inglesa atrapó a uno de los solteros más cotizados de Nueva York, el sofisticado y elegante Alejandro Santo Domingo, de 39 años, heredero de una de las principales familias de empresarios colombianas, con una fortuna familiar estimada de 4.000 millones de dólares (unos 3.500 millones de euros), situada en el año 2015 en el número 15 del ranking de la revista Forbes. El padre de Alejandro, el iniciador del imperio familiar, falleció el año 2011.

La prensa británica se hizo eco de una de la que, a buen seguro, hubiera sido la boda del año en Reino Unido, a la que explicó que asistieron la flor y nata de la aristocracia europea, de alta sociedad colombiana y de la realeza británica y monegasca puesto que Tatiana, la sobrina de Alejandro, está casada con Andrea Casiraghi, el hijo primogénito de la princesa Carolina de Mónaco, y ambos asistieron al enlace. Publican fotos del rey emérito Don Juan Carlos, del cantante inglés James Blunt, de 42 años, casado con Sofia Willesley, de 32, prima de la novia, de la modelo checa Eva Herzigova y su marido, el empresario Gregorio Marsiaj, y de la Duquesa de Cornualles, que llegó sola, sin su marido el Príncipe Carlos.

Resalta la prensa británica que la boda se celebró en la iglesia Encarnación de Illora, construida en el siglo XVI, en Granada, que fue una ceremonia católica aunque los Wellesley son anglicanos, y que el Duque de Wellington donó 5.000 euros a la iglesia para la restauración de su torre. La revista Glamour destaca el vestido de Emilia Wickstead que lucía la novia, que entró exultante a la iglesia del brazo de su padre, el noveno Duque de Wellington.

Cuando la pareja anunció su compromiso el verano pasado, en Inglaterra se especuló con que, siguiendo la tradición familiar, se casarían en la finca familiar de Stratfeld Sayre, en el condado de Hampshire, en Inglaterra, que es la casa donde creció Charlotte junto a sus cuatro hermanas. La mansión fue adquirida por el primer Duque de Wellington con las 600.000 libras (unos 9 millones de euros al cambio actual) de recompensa con que el Parlamento de Westminster agradeció al militar su victoria sobre las tropas napoleónicas en Waterloo en 1815. Los Wellesley también poseen la que está considerada como una de las casas más importantes de Londres después de Buckingham Palace, Apsley House, situada en el Número Uno de Londres, en una esquina de Hyde Park, y que contiene una importante colección pictórica en su planta baja.

Foto de perfil de Charlotte Wellesley en Twitter

La boda, sin embargo, se celebró finalmente en Andalucía, en la finca familiar de Illora, el pueblo granadino de diez mil habitantes donde Lady Charlotte veraneaba de pequeña y que por un día se convirtió “en el epicentro de la sociedad aristocrática”, como lo describe el Daily Telegraph. Esta finca de 955 hectáreas, que se conoce como la Torre del Inglés, fue, a su vez, un obsequio de los españoles al primer Duque de Wellingon por ayudar a los españoles contra Napoléon y los franceses en la Guerra de la independencia española del 1807-1815. Entre sus paredes y sus olivos se refugiaron Carlos y Diana cuando estalló el escándalo del romance del heredero con Camila Parker Bowles, la actual Duquesa de Cornualles, amiga íntima de la familia y una de las que asistieron a la boda. El convite de la boda dio cobijo en la finca a los 200 invitados.

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