Andros Lozano Fernando Ruso

Susana, que de joven cubrió como reportera la revolución sandinista en Nicaragua, esta tarde lluviosa de jueves se desplaza por su casa de la calle Feria, en Sevilla, con un bastón en la mano y va acompañada de la inseparable Imelda, su perra guía.

Pese a que sus ojos se apagan por segundos, esta escritora argentina que escapó de la dictadura de Videla para refugiarse en España ha centrado su fina visión de periodista en la figura de un hombre ensombrecido por un matador de toros famoso.

"Merecía que alguien contara su historia", dice Susana Falcón acerca del protagonista de su último libro, Vida y Muerte de Carlos Parra. El hombre que se cruzó con el torero (Libros del Lince).

Se trata de una crónica íntima y desgarradora de la vida y últimos días del sevillano que la noche del 28 de mayo de 2011 sufrió un accidente mortal en el kilómetro 28 de la carretera que une el pueblo en que vivía, Castilblanco de los Arroyos, con la capital hispalense.

Parra iba camino del hotel sevillano en que trabajaba como recepcionista. Nunca llegó. En torno a las 22 horas de aquel fatídico día Ortega Cano empotró su Mercedes R 320 contra el de Parra, un Seat Altea, cuando éste salía de Castilblanco.

Susana Falcon y su perro guía Fernando Ruso

El matador, quien fuera marido de la desaparecida Rocío Jurado, conducía a una velocidad excesiva y en la prueba de alcoholemia dio el triple de la tasa permitida. Aquello le costaría pasar casi 14 meses tras las rejas de una prisión.

UNA ENFERMEDAD QUE ACABA CON SU VISTA

Esta periodista que atiende a El Español es hija de Jorge Falcón, un prestigioso guionista de cine y televisión argentino de los años sesenta. Susana, que padece retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa de la visión que va cegando al paciente hasta dejarlo invidente, se propuso escribir el libro después de asistir a la última sesión del juicio al torero.

“Esa misma noche decidí que iba a escribir la biografía de Carlos Parra. Durante el juicio sentí rabia, impotencia y una tristeza furiosa. En su alegato final, Ortega Cano nunca pidió perdón”, recuerda indignada. Desde entonces, se obsesionó con la historia.

Nunca tuvo miedo. Nunca vio impedimento alguno en su discapacidad, que le ha dejado ya sin visión en el ojo izquierdo y sólo un hilo de luz en el derecho. Se trataba, dice ella, de escuchar a quienes lo conocieron y sentarse luego a escribir frente al ordenador. Y eso hizo. Contactó con la mujer, con los hijos, con amigos, con compañeros de trabajo y de partido… “Hasta que tuve la sensación de saber quién era”, asegura.

REPORTERA EXILIADA QUE ESCAPÓ DE VIDELA

Susana Falcón, que este jueves cumplió 60 años, escapó de su “amada” Argentina cuando sólo tenía 20. Era 1976 y, siendo aún menor de edad en aquel país tomado por los militares con Jorge Videla al frente, se instaló en Galicia. Tuvo que abandonar su tierra junto a su madre, que acabaría retornando a su patria junto a su marido.

Aquella joven, una mujer comunista y una activista política en contra de la dictadura, se había convertido en objetivo de los militares. Muchos de sus amigos de protestas murieron, desaparecieron o fueron sometidos a vejaciones. Ella, “por suerte”, tuvo la oportunidad de emigrar a Europa. Como dicen en la Argentina, “lo sacamos barato los que nos exiliamos”.

La periodista sostiene un cuadro con una imagen de Buenos Aires. Fernando Ruso

Tras su paso por Galicia, se instaló en Madrid durante dos años. En la capital de España conoció la caída del régimen en su país. “Pensaba volver a Argentina, pero un periódico [Servir al Pueblo, medio de ideología marxista que ya no existe] me mandó a Nicaragua”.

Allí, durante la revolución sandinista que acabó con la dictadura de Anastasio Somoza, vivió durante tres años. Aprendió, reconoce, a enviar crónicas desde el frente casi a diario. “Me hice una periodista más ágil y rápida”, explica. También fue en el país centroamericano donde engendró a su único hijo. Lo hizo con un nicaragüense.

Por aquel entonces, su visión se iba deteriorando poco a poco después de que le detectaran la enfermedad con tan sólo 12 años. “Aún veía medio bien. Pude sentir, ver y oler lo que era una guerra desde dentro. Pese a lo duro que fue ver tanta muerte y desde tan cerca, fue un tiempo precioso para mí”.

En la recta final de su embarazo, Susana Falcón decidió marchar a Argentina, donde, restablecida la democracia, pensaba instalarse de nuevo. Corría 1988. Pero sólo unos meses después de dar a luz, ya entrado 1989, un amigo le ofreció trabajar en Sevilla, en Radio América, la emisora que había puesto en marcha el periodista español Jesús Quintero.

SE CONOCIERON EN LA RADIO

En aquella radio estuvo unos años, pero la emisora cerró. En el 92, coincidiendo con la Expo de Sevilla, Susana se traslada a Castilblanco de los Arroyos, donde impartió una serie de cursos de radio. Al poco, le planteó al que por entonces era su alcalde, Manuel Ruiz Lucas, la posibilidad de dirigir su emisora municipal. Él aceptó y pronto esa voz con acento porteño se tornó familiar entre los vecinos del pueblo.

La escritora, asomada a la terraza de su casa sevillana, en la calle Feria. Fernando Ruso

En la radio municipal sería donde, años después, conocería a uno de los hombres que acabaría marcando su vida, Carlos Parra. En 2000, Parra comenzó a hacer un programa musical en la emisora local y, aunque no tejieron “amistad” -según reconoce ella- se topó con un “hombre alegre y vital” que tiempo más tarde se emplearía como operario en el teatro municipal de Castilblanco.

Pero todo cambia tras la muerte de Carlos Parra y el juicio a Ortega Cano. Susana Falcón se pone en contacto con la familia del fallecido y le plantea a su mujer, Manoli, y a sus dos hijos, la posibilidad de escribir la historia de un “hombre bueno que luchaba contra las injusticias”. Ellos aceptaron y durante dos años mantuvo entrevistas con todo aquel que conoció a Parra. Las grababa y luego las transcribía.

“Me senté a escribir el libro a primeros de este año. Lo terminé en sólo tres semanas. En febrero ya lo tenía entregado a mi editor [Enrique Murillo]”, explica la periodista desde su casa hispalense.

En palabras de la autora, en Vida y muerte de Carlos Parra el lector va a conocer la historia de “un incansable luchador político (afiliado a IU), un ciudadano útil y querido en su pueblo, al hijo de un inmigrante andaluz, a un amante del rock… Pero también la historia de los suyos, de una familia de digno linaje que nunca ha querido un euro cuando algunos medios de comunicación le ofrecían fortunas”.

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