Derrota 1

Derrota 1

Región

Del caos a la derrota sin perder la sonrisa

18 marzo, 2017 01:26

A las 10:10 horas de la noche una salva de aplausos dio la bienvenida a Silván a la sede provincial del PP leonés. A esa hora todos sabían que la derrota había sido muy dura. Los aplausos escondían la congoja y la decepción. Sus caras delataban la tristeza. Por eso Silván, nada más subir la escalera, lo primero que dijo a los miembros de su equipo, dirigentes y afiliados fue un eufórico "eh, a ver esas caras, venga, arriba". Y se lió a dar abrazos. El primero el presidente, Eduardo Fernández, quien no podía ocultar su larga cara de funeral.

Y eso que aún faltaban los datos de León. Al final llegaron: 482 votos a favor de Silván y 180 para Mañueco. Concejales de Silván no podía ocultar su estupor. Ni en su tierra, León, Silván lograba arrollar a Mañueco, tal y como éste había logrado en Salamanca: 1.213 votos por tan sólo 23 a favor de Silván. "Así somos los leoneses, no miramos por  nuestra tierra ni por nuestra gente", se lamentaba una compungida concejala. Otro concejal afilaba en un rincón la hoja del acero toledano: "Han sido los antiguos concejales, han promovido el voto a favor de Mañueco".

Una primera conclusión con estos datos recién salidos del recuento es que el carrasquismo sigue vivo en en el PP de León. La difunta presidenta Isabel Carrasco era fiel aliada de Mañueco. Ambos tenían planes para encarar el futuro de forma conjunta. Silván no entraba en ellos, era el enemigo a abatir. Y esa sensación sobrevoló ayer en las largas colas de afiliados que esperaban a votar en las urnas de la sala más escondida de la sede. Casi tres años después de su muerte, los tacones de Carrasco resuenan aún en la sede del PP.

Y, por consiguiente, vuelven las dudas sobre el presidente Eduardo Fernández, uno de los últimos carrasquistas en activo. Su papel como máximo responsable de la organización del partidlo ha dejado  mucho que desear. Es cierto que ha habido poco tiempo para organizar un proceso complejo como las primarias, pero el  mismo tiempo han tenido en el resto de las provincias y en ninguna de ellas se ha organizado el caos que ha existido en León. Un caos provocado por la existencia de dos, tres y hasta cuatro censos de votantes, por los cambios continuos en las exigencias a los votantes, por la existencia de una única mesa electoral y por permitir el excesivo protagonismo de los interventores mandados por Mañueco, que se han pasado toda la tarde torpedeando, ralentizando y boicotenado el ya de por si mal organizado sistema de votación. Un desastre.

Algún afiliado cabreado que  no pudo votar exigió la presencia de un notario para levantar acta de tanto desaguisado. Otros militantes trataban de imponer sus opiniones a voz en grito. A las nueve en punto estuvo a punto de producirse un motín porque alguien corrió la voz que se cerraban las urnas y que ya  no se podía votar. Nadie asumió el control de la situación ni el liderazgo del momento. Bueno, sí, los únicos que parecían tenerlo todo claro era la gente de Salamanca, que iban a lo suyo, a mirar con lupa los carnés de identidad y el recibo bancario de haber pagado la cuota. Ellos provocaron las largas colas que aumentaron el nivel de desconcierto y de cabrero.

Decía Silván en su alocución de despedida y agradecimiento que ahora había que remar todos en la misma dirección en el PP de Castilla y León. Pero antes de exigir esa acción debería empezar por concienciar de ello a sus propios compañeros, afiliados y dirigentes del partido. En el PP de León no todos reman en la misma dirección. El fantasma de Carrasco sigue insuflando las velas de los hoy críticos y antes oficialistas.

Una última conclusión. El otro gran derrotado es Herrera. Él midió los tiempos y a él se debe que las primarias hayan sido organizadas a calzador, con excesiva improvisación y con la inoportuna vigilancia y control de Génova. Ahora Hrrera está condenado a convivir durante dos años con un presidente del partido de Castilla y León que no es de su agrado. Bicefalia enfrentada. Ha ganado el aparato, ha vencido Madrid sobre las tesis de Herrera y las de dar la voz al afiliado que defendía Silván. Ha ganado la línea dura Rajoy-Cospedal-Maillo-Mañueco. Y esa línea no s la que llevará al PP al siglo XXI, como proponía Silván, la asentará aún más en el pasado.

Tras el congreso del próximo 1 de abril, Mañueco, fortalecido, trabajará para ser el candidato a la Junta de Castilla y León. Dos años es demasiado tiempo en política, pero Mañueco está hoy mejor posicionado que nunca. Silván y la vertebración de León deberán esperar.