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"¿Eres más feliz cuando niño que ahora?". Con esta pregunta empezaba Iker Jiménez el cierre de Cuarto Milenio de este domingo, 6 de julio, un pequeño homenaje a las empresas jugueteras españolas de los años sesenta, setenta y ochenta.

El presentador de Cuatro aceptó que no se "cambiaría a su etapa de estudiante", porque los exámenes le "daban mucha lata". Eso sí, no ocultó que es un nostálgico empedernido de aquella España de "cuando los kioscos eran templos en los que encontrábamos muchas cosas para unas cuantas horas".

"Las grandes jugueteras españolas, que la mayoría ya no existen, tuvieron su edad de oro en los sesenta, setenta y ochenta. Pueden ser la radiografía de un país, no lo sé. Les he hablado mucho del desarrollismo español. Claro, a algunos les sentará muy mal porque estaba Franco. Pero ese desarrollismo es hasta los ochenta, con la Transición, la crisis, la llegada del plástico...", proseguía.

Lo que más impresiona a Jiménez de esa época es "la cantidad de innovadores y emprendedores que había": "Estos trabajos te hablan de la historia de personas muy concretas y no de multinacionales. Estas personas hicieron imperios en España".

De ellas, Iker aplaudió que no se limitasen a "copiar, a adquirir o clonar licencias" de productos extranjeros. "Había toda una serie de pensadores", aseguraba el comunicador de Mediaset España. Acto seguido, lanzaba una cuestión a los 'milenarios': "¿Por qué la nostalgia tiene ese efecto en nosotros?".

Iker Jiménez, en el cierre de este domingo de 'Cuarto Milenio'. Mediaset España

"Puede que no fuese un tiempo mejor, pero sí que eran tiempos en los que la homogeneidad no se imponía", afirmó Jiménez, añadiendo: "Usted va por la calle ahora y casi todas las compañías son lo mismo [...] No es como cuando ibas a un sitio y era todo diferente. Hubo un tiempo en el que éramos niños y cada país tenía su industria y también era muy bonito".

"¿Esto quiere decir que uno es un retrógrado nostálgico que rechaza lo de ahora? Para nada. Hay otros mundos, otros componentes, pero qué bonito", admitió el vasco, recordando que luego "llegaron los chinos" y que ninguna empresa española podía competir contra esos precios.

"Yo nací en 1973. El desarrollismo era una época de enormes posibilidades para quien tenía ganas y se empeñaba en ello. Y si no, pues vayamos al catastro de empresas", insistía Iker, que hizo hincapié que ser "nostálgico" no implicaba "comprar todo el pack": "No, no, amigo. Pero vaya tiempo más brillante".