La actriz Miriam Díaz-Aroca está de vuelta en la televisión. Y es que en la actualidad es una de las actrices de Amar es para siempre, serie a la que se ha incorporado en su tanda de episodios finales. Esta semana, la también presentadora ha concedido una entrevista al programa El Faro de la Cadena SER, y allí ha expuesto unas sensaciones muy íntimas, como es su lado más espiritual y las experiencias místicas que ha vivido con la Virgen de Guadalupe, de México.

En la charla, Miriam recordó cómo fue su nacimiento. “Nací de culo, doblada en mí misma. Estaba predestinada a ser muy íntima, muy introvertida, con un mundo silencioso muy grande y con muchos miedos”, afirma la que fuese presentadora de Un, dos, tres, responda otra vez. Fue precisamente en sus primeros años cuando sintió interés por la pintura, la escritura, y por México, país por el que ha tenido familiaridad y recuerdos desde siempre.

“De las conexiones que yo tenía era con las vírgenes negras. Yo nunca he sido de imaginería, ni de santos, ni de vírgenes, ni nada de religiosa, cero patatero. Pero las vírgenes negras se ejercían un efecto muy especial, y en concreto, Guadalupe”, relataba Díaz-Aroca.

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Así, aseguraba que cuando “veía a la Virgen de Guadalupe, a mí me pareció mi emoción profunda”, y que en su “proceso de despertar, Guadalupe me llamó tres veces. Yo siempre digo que el cielo te llama tres veces, solamente tienes que estar atenta al llamado”, continuó exponiendo la comunicadora.

Tras recibir ese “llamado”, tomó la decisión de irse a México ella sola, a casa de una amiga. “Tenía una sensación maravillosa, como una niña pequeña que iba a ver a los Reyes Magos”, afirma, detallando que todo esto sucedió hace unos cinco o seis años. Al llegar a México, le pidió a su amiga que la llevase a la basílica de la Virgen de Guadalupe, que estaba a bastante distancia de donde vivía. Su amiga le explicó que sería complicado por el tráfico, y por “una atmósfera densa y gris” que hacía. Sin embargo, en el trayecto en coche comprobaron que no había más vehículos.

Me decía mi amiga que no daba crédito, que era imposible”, y más con “el cielo azul y que no hubiera casi nadie a la llegada de la basílica”. “Llegué a la basílica, la vi allí entre muchísima gente me puse la cazadora (que tenía pintada la Virgen) y le dije:Mira, he venido, te hecho caso, te he escuchado, aquí estoy para lo que quieras’. Estuve 10 días y ocurrieron cosas maravillosas”, finalizaba Miriam su relato.