Adriana Abenia (Zaragoza, 1984) es una mujer todoterreno, llena de vida y que no se calla nada. Tan pronto la vemos de invitada en Pasapalabra y en Todos contra 1 o de colaboradora en Espejo Público. La audiencia no olvida su paso por Sálvame, donde mostró su lado más gamberro. "Lo recuerdo con cariño, pero fue heavy", asegura a BLUPER en una charla muy distendida con motivo de la segunda temporada de Callejeando, que se emite los sábados en Telemadrid (21.15).

Junto a Oscar Martínez, otro rostro histórico del canal autonómico, la presentadora recorre las calles de la capital en busca de historias. "Yo debo ser muy pija, pero mi barrio es el de Salamanca", confiesa Adriana, que destaca la calidad de imagen cinematográfica que tiene este formato nacido en Canal Sur y que combina entretenimiento con divulgación. 

La maña, además, recuerda el casting que le hicieron Risto Mejide y Óscar Cornejo, que buscaban un reemplazo a G-20, programa que presentó el publicista en Telecinco y que estaba producido por La Fábrica de la tele. "Esa prueba surgió de repente y me presenté sabiendo que no me jugaba nada", recuerda. "Fue la antesala y lo que me dio el ticket para acceder a Sálvame".

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¿Qué es lo más gratificante de hacer un programa como Callejeando?

Conocer de primera mano lugares de Madrid de los que sería consciente si no estuviera grabando de esta manera. Yo soy muy despistada, voy por la calle y nunca me fijo en nada. Madrid tiene unas calles que son alucinantes y unas historias detrás de ellas que enamoran. 

¿Hay algo que te haya impactado especialmente esta segunda temporada? En redes sociales te vimos en los míticos cines Doré, por ejemplo...

El hecho de poder acceder a un cine en el que estás completamente sola, con las luces encendidas, es mágico. Es un cine de los antiguos, de los que huelen a cine clásico. Es una sensación brutal. También se me verá cocinar unos huevos en Casa Lucio, o por ejemplo, comiendo turrón en una de las tiendas de turrón más grandes del mundo. Hemos cubierto calles tan emblemáticas como la de la Redondilla, la plaza de La Paja, la plaza de Ramales, Fernando VI, Preciados, Goya, la Plaza Chamberí, la Plaza Dos de Mayo... Luego hay nombres de calles muy curiosos que explicamos en el programa como la de Puñonrostro, donde pasé de hacer una entrevilla a lo Rocky Balboa a casi razar con unas monjas. 

Adriana Abenia descubre la plaza Dos de Mayo en 'Callejeando'.

¿Qué es lo que diferencia a Callejeando de otros programas que recorren Madrid?

La diferencia es que la filmación es prácticamente cinematrográfica, se cuida mucho la imagen, y realmente consigues meterte en la calle y entender cómo era antes porque hablamos desde con un historiador que ejerce de erudito hasta el vecino de turno que te cuenta cómo ha evolucionado ese lugar.

¿Te gusta estar cerca de la gente?

Es mágico. Aunque te diré que no he pasado tanto frío en la vida. Nos hemos comido grabaciones de -4º, y el problema es que muchas veces sin moverte en un sitio. Un día tuvimos que comprar en el Decahtlon parches térmicos. Dejamos de grabar el mismo día que empezó a hacer solazo. 

Me he fijado que eres Diplomada en Turismo. ¿Qué recuerdas de esa etapa?

Nada, no recuerdo nada porque empecé Derecho, terminé Turismo y luego terminé en la televisión. Realmente hice aquello porque me gustaban los idiomas, pero poco más. Es lo típico que te matriculas en esa carrera cuando no sabes qué estudiar, y dices 'al menos tengo esto por si me preparo unas oposiciones el día de mañana para poder optar a un puesto mejor'. 

¿Por qué calles de Madrid suele perderse una maña como Adriana Abenia?

Debo ser muy pija porque, como yo he vivido en Juan Bravo con Serrano, mi barrio es el de Salamanca. Me muevo por ahí, tengo los restaurantes que me gustan: el Numa Pompilio, Amazónico, El Paraguas; y me encanta la cafetería de Cristina Oria. Esa es mi zona, pero suelo bajar muy poco a lo que yo llamo 'territorio comanche'. Que no se malinterprete, pero desde cuando me convertí en madre y me fui a vivir al extrarradio de Madrid, a una urbanización con piscina y seguridad, acuso más que nunca el ruido y lo rápido que va la gente por la calle. Otra cosa que me fascina de Madrid es el ambiente de barrio que tiene cuando no es fin de semana.

Adriana Abenia, en una de las tiendas de turrones más famosas de Madrid.

Has pasado por todas las cadenas y has hecho prácticamente de todo. ¿Hay algo con lo que no te atrevas?

[Se lo piensa] Creo que yo me atrevo con todo, porque en la vida lo que importa es sumar experiencias que te resulten gratificantes y divertidas. Ya no siento esa presión de la Adriana de hace años, de tener que hacerlo todo perfecto. Voy para gozarlo, porque realmente tengo la suerte de que mi trabajo constituye un hobby. Yo voy a pasármelo bien y eso se transmite en cámara. Por cierto, te voy a hacer un spoiler: acabo de terminar de grabar un programa que se llama A este paso (no) estrenamos, donde hago de actriz. Ha sido una experiencia muy chula.

¿Me imagino que alguna vez te habrán tantado para participar en un reality, no?

Sí, pero no concursaría en la vida. Bueno, a ver, sé que no se puede decir 'de este agua no beberé', pero tú mides qué expones y qué no de tu vida, y en ese sentido soy muy celosa de mi intimidad porque yo muestro lo que quiero que la gente vea, y en un reality no. Yo soy tan transparente que me echarían la primera semana. A ver, yo he rechazado realities y en su día se planteó que presentara Supervivientes desde la isla.

"Debo ser muy pija porque mi barrio es el de Salamanca"

Todo el mundo te recuerda por Sálvame. ¿Crees que esa etapa te ha perjudicado a la hora de postularte para algún trabajo?

No, porque yo creo que acabó a tiempo, de manera que para mí supuso mi incursión en la tele. Realmente todo comenzó cuando Risto Mejide y Óscar Cornejo me hicieron un casting para sustituir G-20 [programa de la Fábrica de la Tele presentado por Risto] y del cual salí elegida. Duró poquito, pero fue la antesala y lo que me dio el ticket para acceder a Sálvame. Aunque fue complicado, yo creo que sirvió. ¿Qué ahora me preocuparía más por mi, porque vivía de manera vertiginosa y prácticamente no me cuidé por darlo todo? Pues sí. La Adriana que soy ahora es producto de todo aquello, y no me arrepiento. Lo recuerdo con cariño, pero fue heavy. 

Háblame más de ese casting, porque claro, tenías en frente al Risto de entonces...

Mira, yo ahora soy súper amiga de Risto y lo quiero no te imaginas; y a Óscar le tengo un cariño especial. Para mí, fueron mis mentores, me dieron la oportunidad cuando yo llevaba dos meses en una televisión autonómica con el programa Sin ir más lejos. Yo llegué ahí y no sabía ni leer el cue... ¡Es que realmente ni siquiera me planteé trabajar en televisión! Ese casting surgió de repente y me presenté sabiendo que no me jugaba nada. Recuerdo que Risto fue muy cabrón porque se rio de mí lo que no está escrito, me lo puso muy difícil. Sin embargo, me dio un ataque de risa como no recuerdo en mi vida. Eché lagrimones, ¿eh? Me imagino que en el fondo le hizo tanta gracia, que tuvo que decir 'tiene que ser ella'. Risto supuso junto con Óscar el inicio de todo lo que soy hoy. Me encantaría verlo, la verdad.

Adriana Abenia acude a la presentación del nuevo libro de Risto Mejide (Gtres).

¿Qué te parece el documental de Georgina?

No lo he visto, pero sí la entrevista que le dio a Pablo Motos en El Hormiguero. Yo con ella me llevo bien, pero es verdad que cuando le preguntó si seguía siendo la misma que antes, irremediablemente ya no eres el mismo, aunque quieras quedar muy bien delante de las cámaras. Hay situaciones en la vida que te cambian y no puedes hacer nada para evitarlo. Creo que está en una posición priviliegiada, y a mí me resulta muy divertida. Yo con Georgina comencé a tener relación cuando nos convertirmos en mamá al mismo tiempo. Nos empezamos a contar nuestras miserias por privado, porque al final la maternidad está muy edulcorada. 

La maternidad de Ana Obregón a sus 68 años por gestación subrogada ha desatado un debate nacional. ¿Qué opinión tienes al respecto? [La entrevista tuvo lugar antes de saberse que, en realidad, la presentadora presentó a su nieta].

Cada situacion es diferente, pero es cierto que hay mujeres explotadas porque al final hay una contraprestación económica. No siempre es así, a veces es de forma altruista, pero son las menos. Sinceramente, ser madre con 68 años es anormal e irresponsable. Es una cuestión de matemáticas. Hagamos el cálculo de la edad que tendrá Ana cuando esa niña tenga 20 años, y en el mejor de los supuestos, porque puede ser que ya no esté. La niña no tendrá cubierta esa parte efectiva. Creo que deberíamos tomar como referencia la edad límite para las adopciones, que son 45 años. Es una edad lógica porque cuando una niña o un niño vive en la adolescencia necesita, al menos, a uno de sus dos progenitores.

Debe ser terrible el dolor de perder a un hijo. Indescriptible. Pero sustituirlo no se lo va a devolver. Ha pensado más en ella que en la niña. Intentamos romantizar todo lo que conlleva la gestación subrogada, y yo tengo muchos amigos que han hecho uso de ella, y comprendo la felicidad que supone poder convertirse en padres, pero jolin, hay casos en los que creo que es un acto egoísta, y este es uno de ellos.