"Da la sensación de que hay muchas historias contadas desde la perspectiva masculina, cosas complicadas, turbulentas, e incluso delictivas, que son más perdonadas si las hacen los hombres. ¿Cómo sería la historia de Lolita desde la perspectiva de una mujer?". 

A partir de esta premisa nacía Escándalo, relato de una obsesión, la nueva serie de Mediaset España en colaboración con Alea Media (Entrevías, Patria) y creada por Aurora Guerra (El secreto de Puente Viejo, Acacias 38) que se estrena este miércoles en Telecinco, a partir de las 22:45 horas, precedida de una enorme polémica.

Protagonizada por Alexandra Jiménez y Fernando Líndez, la serie narra la historia de Inés, una mujer de 42 años que en un momento complicado de su existencia se sumerge en el mar para acabar con su vida. Su salvador es Hugo, un adolescente del que se enamora obsesivamente. En su empeño porque nadie se entrometa en esa relación prohibida, Inés se irá dejando llevar por sus impulsos y no dudará en tomar decisiones que afectarán irremediablemente a cuantos rodean, sumiendo a todo su entorno en una espiral de graves acontecimientos.

[No, ‘Escándalo’ no normaliza la pederastia (como ‘La casa de papel’ no incitaba a los atracos)]

Un planteamiento que ha hecho estallar a las redes sociales, donde se ha llegado a acusar a la cadena de Mediaset España de querer "normalizar la pederastia". Nada más lejos de la realidad ya que las palabras 'Escándalo' y 'obsesión' no suenan muy románticas.

"Quería investigar cómo son estas cosas tan dolorosas y mal vistas por la sociedad desde la perspectiva de una mujer y cómo se nos juzgaba. Somos igual de malas, pero se nos juzga de una manera mucho más severa", explica Guerra, que ha estado años intentando que alguien diera luz verde a una idea "perturbadora" que nació cuando aún trabajaba en El Secreto de Puente Viejo.

No sería hasta que Guerra comenzara a trabajar para Alea Media -con ellos acaba de estrenar Fuerza de Paz en La 1- cuando la historia encontró una salida. Aitor Gabilondo cayó rendido ante la historia y decidieron acudir a Mediaset España, donde su directora de ficción, Arantxa Écija, también "se metió a saco". 

"Este tipo de ficciones permiten pillar las problemáticas que hay en la sociedad y convertirlas en un espectáculo, en un entretenimiento, pero con cierto poso. Es complicado, porque hacer un entretenimiento con este tipo de temáticas es difícil. Pero es lo que nos gusta y lo que siempre intentamos hacer, sin irnos más a lo cómico. Es un poco de donde venimos", comenta por su parte Gabilondo, que actualmente prepara la serie El Silencio para Netflix. 

"Sientes mucho vértigo cuando lees una historia con un personaje tan complicado como es el de Inés. Y, por otro, las ganas de enfrentarte al desafío de defender un comportamiento que es difícil de entender. Pero mi trabajo es entender de donde nacen las emociones", defiende su protagonista, Alexandra Jiménez, cuyo último trabajo en la televisión en abierto data de 2019 cuando se metió en la piel de la doctora Paula Díez del Pino en Hospital Valle Norte.

Imagen del rodaje de 'Escándalo'

¿Empatizar?

Pero ¿podrá el espectador entender a Inés? "Dependerá de la persona, de la capacidad de abstraerse de su juicio personal y llegar a entender que el otro tiene razones para hacer lo que hace aunque esté muy alejado. Lo interesante como actriz es defender este tipo de comportamientos y como espectador también está el desafío de entender porque la persona se comporta de esa manera y pensar si tú podrías llegar a actuar así. Te pone en un brete incómodo y es algo interesante. Provoca muchas cosas: empatía, tristeza, rechazo...".

"Vivimos en un mundo que cada vez lo hacemos más complicado. Parece que los actores sólo debemos contar personajes convenientes, aceptables y correctos. Y eso va en contra de la naturaleza de nuestro trabajo. A mí algo así me da tranquilidad que se escriba y que se realice y se muestre y de alguna manera contemos cosas que ocurren en la vida que son un reflejo del ser humano. Nuestro trabajo no es esconderlo o maquillarlo porque si no lo que haríamos sería publicidad y anuncios", añade. 

"Es un personaje muy fácil de juzgar por lo que hace, pero en esta serie te dan suficientes razones hasta para llegar a entender por qué hace esto. Es un tema complejo", argumenta Fernando Líndez, que se enfrenta a su primer gran papel protagonista tras su paso por Skam España (Movistar +). 

Por su parte, Gabilondo cree que "va a depender mucho de qué espectador sea el que lo está mirando, qué mirada más machista o menos machista tenga, más prejuiciosa o menos prejuiciosa... Esas son las cosas que a mí me interesan, sobre todo ahora que todo se polariza instantáneamente. Nosotros lo que intentamos es joderle las ideas al espectador, irle provocando".

Y pone como ejemplo Entrevías, que ha conseguido ser renovada por una tercera temporada tras triunfar en Netflix a nivel internacional. "Allí teníamos a un facha, pero al verle dices “igual yo a veces también pienso eso, a ver si voy a ser yo también un poco facha”. Es un poco intentar provocar emociones y descolocar, no darle la razón al espectador. Escribir para contentar. o para hooligans, o para fans, o para molar en la industria es una cagada de la hostia. Hay que contar historias que remuevan, o al menos es lo que nosotros intentamos, no contentar. Pero es difícil, porque enseguida te clasifican".

"Es algo con lo que tenemos que vivir", añade Guerra. "Todo el mundo tiene opinión y alguien habrá que saldrá con alguna inconveniencia y se genere un debate un poco estéril. Estamos haciendo ficción y la ficción es un cuento. Tampoco existía Caperucita Roja. ¿Gente que se ofenda? La vida tiene cosas muy sucias, muy turbias". 

Imagen de 'Escándalo', la nueva serie de Telecinco

Una serie en abierto

Una ficción que además se verá en abierto... y sin censura. "Hacía falta ser valiente. Y en Mediaset lo han sido. No hay temas escabrosos, sino miradas escabrosas. Obviamente hay una parte de morbo y sensual, pero no es lo importante de la serie. Nuestra mirada va por otro sitio. Cada personaje tiene una historia detrás y tiene un dolor detrás, un misterio, un conflicto no resuelto. Eso les hace actuar de determinada manera", comenta su creadora. 

"Las censuras de verdad no están ya en este tipo de ficciones. Casi todo tipo de historias se cuentan en plataformas. Habría mucho que hablar de cuáles son los verdaderos tabúes de la sociedad, de los que no se habla. Pero ya no son el sexo, ni la violencia... son otros", añade Gabilondo, que cree que lo único es que si se hubiera rodado para una plataforma "se rodaría igual, pero con más dinero y más tiempo".

"Lo que ocurre es que la televisión en abierto tiene unas exigencias, tienen más enemigos, de alguna manera. No hay una voluntad, como hay en una plataforma que sólo hace series. Si tú entras en una plataforma, ya vas buscando una serie. En la televisión en abierto, y cada vez más, tienes que lanzar el anzuelo e intentar pescar al espectador. Yo siempre digo que es como la voz del anfitrión: la televisión abierto es “ven, ven que aquí hay una fiesta, que te va a molar la fiesta”, y en las plataformas ya sabes que vas a una fiesta. En la televisión en abierto es complicado captar al público, y además necesitan mucho público, no tan poco como se pueden permitir las plataformas. Y es difícil. Pero el trabajo es el mismo, es el planteamiento de la historia", explica. 

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