Más de cuatro años y medio después de GH Revolution, Mediaset España regresaba a los concursantes anónimos con una nueva edición de Secret Story, que se estrenaba el pasado 13 de enero y que contaba con la novedad de que el presentador principal sería Carlos Sobera y no Jorge Javier Vázquez. 

"La audiencia lo reclamaba y los estudios cualitivativas era un asunto recurrente. Es verdad que lo dudamos durante un momento, de si arrancamos en otoño o después. Al ser una marca nueva, optamos finalmente por tener personajes más conocidos y luego anónimos", justificaba el director general de Contenidos de Mediaset España, Manuel Villanueva.

El directivo, preguntado por la confianza que tenían en este nuevo formato, afirmaba que ésta era absoluta y adelantaba que habían concertado entre trece o catorce semanas de convivencia. "La llegada de esa gente común, la recuperación de esos protagonistas de esta forma de narrar la televisión...

Sin embargo, a pesar de los buenos deseos, la realidad era bien distinta. La segunda edición de Secret Story llegaba con unos antecedentes bastante negativos que hacían presagiar que iba a ser difícil que consiguiera atrapar a la audiencia, como así está sucediendo. 

El primero de estos antecedentes era que la edición de famosos de este nuevo reality se despidió a finales de diciembre con un 17,1% y 1,7 millones de espectadores, uno de los peores datos de audiencia para un concurso de este tipo en Telecinco. 

A ello se le suma la saturación a la que Telecinco somete al público de este tipo de programas, con hasta tres prime time de cuatro horas cada uno en una misma semana, o compartiendo la parrilla con otros realities como La isla de las tentaciones.

Tampoco podemos olvidarnos que, como ya analizamos hace unos días, con hasta seis prime time desde un mimo plató, el espectador siente que se encuentra todos los días prácticamente con el mismo menú, programas similares con la misma escenografía, y donde prima el conflicto con protagonistas muy parecidos entre sí. 

Datos muy flojos

Como decimos, los datos no están acompañando al nuevo programa de Telecinco. La gala de estreno del pasado 13 de enero apenas convenció a un 14,5% y 1.541.000 espectadores, quedando por debajo del estreno de La Tribu en Antena 3. 

Ya en su segunda semana, el reality cayó a un 12,5% y 1.254.000 espectadores en su traslado a la noche del miércoles, cediendo el liderazgo a la serie Mentiras en Antena 3, una ficción que ya llevaba dos años colgada en ATRESplayer PREMIUM y que además era adaptación de una serie británica. 

No le ha ido mucho mejor al debate de los domingos. El primero de ellos anotó un 11,2% y 1.168.000 espectadores, mientras que el segundo cayó hasta un 10,6% y 1.072.000 espectadores. 

Con estos datos sobre la mesa, Telecinco ha encomendado a Lidia Torrent la labor de "desplegar" a Secret Story por las parrillas de Cuatro y de Telecinco. Sin embargo, parece que va a ser difícil reflotar los datos de audiencia de este reality que ya nació sentenciado. 

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