Desde el pasado 6 de febrero, durante cinco sábados consecutivos, los eurofans españoles se han hecho notar en las redes sociales elevando hasta lo más alto de los trending topic la etiqueta 'Melfest'. Para quien no esté ducho en asuntos eurovisivos, esta palabra puede sonar "a sueco", y aunque sea por mera casualidad, no va desencaminado.

Melfest es la abreviatura habitual con la que se conoce al Melodifestivalen, la preselección de Suecia para el Festival de Eurovisión, que este sábado celebra su gran final para escoger al artista que representará al país nórdico en Róterdam.

Loreen tras proclamarse ganadora del Melodifestivalen 2012.

Pese a que la finalidad última de este evento sea elegir al abanderado sueco en Eurovisión, lo cierto es que su celebración genera tal interés dentro y fuera del país que se ha convertido en un acontecimiento tan esperado como la competición europea.

La mejor prueba de la repercusión del Melfest son sus datos de audiencia, que en una nación que apenas supera los 10 millones de habitantes alcanza cifras superiores a los tres millones de espectadores.

Pero el éxito del Melodifestivalen no se ciñe a lo televisivo, pues la industria musical sueca también refleja el prestigio con el que este acto y sus participantes cuentan en el país. Durante la celebración del festival, los temas que compiten suelen colarse en lo más alto de la lista de ventas. Esta misma semana, con todas las canciones ya publicadas, cuatro de los puestos del top 10 de Sverigetopplistan están ocupados por finalistas del Melfest.

Fuera de Suecia, España es el país donde más se sigue este festival, duplicando los datos de Finlandia. Un interés que no es de extrañar teniendo en cuenta la gran tradición eurofan existente. Los españoles miran encandilados al país nórdico y sueñan con que TVE apueste algún día por una preselección con ese nivel de perfección artística, musical y televisiva.

Lo más parecido al Melfest que se ha vivido en España es, salvando las inmensas diferencias, el fenómeno Operación Triunfo. El resurgir de este formato televisivo y su utilización como preselección eurovisiva ha granjeado notables éxitos a TVE y a la industria musical española. La edición de su regreso 2017 fue la mejor prueba de ello, pues cuatro de los temas con los que los concursantes compitieron en la gala eurovisiva se colaron en el top 10 de Spotify.

Sin embargo, en España sigue faltando la ambición -y quizás los recursos- de crear un formato musical alejado del concepto talent que se convierta en evento y que convoque a los artistas más importantes del panorama nacional, como ocurre en Suecia, para competir por representar al país en Eurovisión. 

Ver a míticos vencedores suecos como Loreen (Bakú 2012), Charlotte Perrelli (Jerusalén 1999) o Carola (Roma 1991) volver sin complejos al Melodifestivalen tras hacerse con el micrófono de cristal, conscientes de que ni el desarrollo ni el resultado final de la competición sueca podrán acabar con su reputación, da buena cuenta de cuánto queda por hacer en España para liberar al Festival de Eurovisión del estigma al que se ve sometido por la dejadez de TVE.

Mientras la televisión pública española se limita a 'cubrir el trámite' con irrelevantes galas de selección cuestionables a nivel estético y técnico, o a depositar en Gestmusic esa responsabilidad los años en los que se emite OT, Suecia puede presumir de contar con un evento televisivo y musical histórico en el que Eurovisión es lo de menos y, a la vez, lo es todo.

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