El Consejo de Ministros para aprobar los Presupuestos

El Consejo de Ministros para aprobar los Presupuestos EFE

La tribuna

Unos Presupuestos sin fundamento

El cuadro macroeconómico del proyecto de Presupuestos ya ha sido desfasado por la realidad, mientras el aumento del gasto dejará grandes desequilibrios.

6 octubre, 2022 01:54

Al Gobierno no le ha durado ni 24 horas el cuadro macroeconómico que sustenta los Presupuestos Generales del Estado de 2023. Cuando la base de la ley más importante que se tramita todos los años en el Congreso de los Diputados y que tiene un impacto tan importante sobre las familias y las empresas, presenta tantas debilidades en sus fundamentos; lo que con total probabilidad puede suceder es que los graves desequilibrios que ya padece nuestra economía se agudicen mucho más y se oscurezca la expectativa de recuperación para el año próximo.

El Gobierno nos ha presentado un cuadro macroeconómico acompañando los presupuestos de 2023 donde práctica una reducción del crecimiento del 40% con respecto a lo previsto tan sólo hace seis meses en la Actualización del Programa de Estabilidad.

En el documento enviado a Bruselas, se indicaba que en 2023 nuestro PIB crecería un 3,5%. Sin embargo, Calviño rebaja esa previsión para el año próximo hasta el 2,1%. No es una cuestión menor reducir casi a la mitad el crecimiento esperado.

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Lo grave es la fundamentación de este dato, que lo invalida como escenario fiable. Comparando el cuadro macro con los datos de 2022 y la previsión realizada en abril para 2023, se llega a la conclusión de que el Gobierno ha empezado la casa por el tejado en un ejercicio irresponsable donde el electoralismo suple al rigor que exige la credibilidad de nuestro país.

El Gobierno ha empezado la casa por el tejado en un ejercicio irresponsable donde el electoralismo suple al rigor

En un contexto de presión de los costes empresariales a consecuencia de la inflación, de encarecimiento de los tipos de interés por la actuación de la política monetaria y con un incremento de la rentabilidad exigida a las emisiones de deuda del Estado, resulta incomprensible que el Gobierno eleve la aportación de la inversión en bienes de equipo para 2023 en tres puntos con respeto a 2022 hasta un 9,5.

En abril, con unas perspectivas mucho mejores, la vicepresidenta calculaba que sería de 5,9. Lo mismo sucede con la construcción, donde el Gobierno la impulsa desde un 3,8 en 2022 hasta nada menos que un 8,4 en 2023.

Y no será por la aportación de los fondos europeos del Mecanismo de Recuperación. Si algo nos han enseñado estos dos años es que la gestión diseñada por el Gobierno provoca una maraña de burocracia donde la escasa movilización de fondos se produce entre administraciones u organismos públicos sin llegar en calidad y suficiencia al tejido productivo.

Los PERTES han demostrado que se estructuran sin ajustarse a las necesidades reales de los sectores industriales de nuestro país y tanto sus plazos de inversión como la rigidez de los requisitos para concurrir, imposibilitan que tengan el efecto dinamizador de la inversión privada prevista en el plan. Observen el PERTE del vehículo eléctrico o el de microchips para comprobarlo.

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Otras hipótesis del cuadro macro ya nacen desfasadas en sus datos para este año y por extensión para 2023. Indicar como supuesto base para 2022 una cifra en el Euríbor a 3 meses de 0,2% cuando a día de hoy se sitúa en el 1,173%. Y proyectar para 2023 un nivel del 2% con una inflación de la Eurozona en el 10% que exigirá más subidas de tipos y más rápidas, parece una frivolidad impropia de un Gobierno serio.

La misma situación se produce con el Bono Español a 10 años, que actualmente exige una rentabilidad del 3,121% y el gobierno, en un ejercicio de optimismo incomprensible, lo sitúa en un 2,5% para 2022 y un 3,5% para 2023.

Las hipótesis sobre el precio del gas o del petróleo están sometidas también a una elevada incertidumbre. La cronificación de la guerra en Ucrania seguirá tensionando los mercados de materias primas y no hace prever que los precios se relajen excesivamente. Todos los riesgos que avistábamos hace unos meses se han materializado.

No es entendible el ejercicio de propaganda y optimismo de los miembros del Gobierno

No es entendible el ejercicio de propaganda y optimismo de los miembros del Gobierno. La confianza en las instituciones, tan necesaria para cualquier país, debiera aconsejarles ejercer el realismo propio del optimista bien informado.

La AIReF, transcurridas escasas horas de la presentación de los presupuestos, presentó su aval a las cuentas públicas, eso sí, rebajando su previsión de crecimiento al 1,5% para el año que viene y lanzando un reproche al Gobierno por la falta de información de las medidas presupuestarias y fiscal del cuadro macro.

El Banco de España, tras 24 horas desde la presentación de los presupuestos, ha rebajado hasta el 1,4% su previsión de crecimiento para 2023. Que en un solo día instituciones independientes y de la máxima solvencia rebajen el crecimiento de España para el año que viene, nada menos que un 35%, es una señal inequívoca de la falta de credibilidad del gobierno y la fragilidad de sus fundamentos.

Tenemos unos Presupuestos populistas que van a disparar nuestro déficit estructural

Sin embargo, hay cuestiones que sí son claras. Tenemos unos Presupuestos populistas que van a disparar nuestro déficit estructural (el más alto de Europa) en más de 50.000 millones, consolidando partidas que amplían la brecha entre los trabajadores públicos y los del sector privado, que rompen la equidad generacional endeudando todavía más a los jóvenes de hoy y que eleva en un 7,8% los ingresos vía impuestos sobre unas cifras récord de 2022; lo que se explica únicamente por incremento en los impuestos y persistencia de niveles elevados de inflación.

Que Sánchez, en año electoral y sin reglas fiscales va a gastar todo y más no presenta duda. Que va a exprimir a la clase media para extraer el dinero del bolsillo de los ciudadanos y repartirlo como gasto social, alimentado el enfrentamiento arcaico de ricos y pobre, tampoco.

Lo realmente preocupante es que España vive en la inseguridad jurídica, donde cuatro de cada 10 pymes están en pérdidas y un sector puede despertarse cualquier mañana con un nuevo impuesto porque el populista de turno considere que su beneficio es excesivo.

Aunque sea poco atractivo mediáticamente, el Gobierno no quiere saber nada sobre reducir el gasto público superfluo o mejorar su eficiencia. Si el gasto público no está respaldado por la productividad del sector privado se traducirá en más déficit y más deuda.

Lamentablemente, lo que nos han presentado no aliviará el rápido deterioro económico que sufrimos, al contrario, enquistará las tasas de paro actuales, elevará el déficit estructural y el volumen de la deuda pública, gran riesgo de nuestro tiempo y amenaza para la sostenibilidad de las cuentas públicas.

*** Santiago Sánchez López es economista.

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