Economía

Los jubilados lusos se rebelan en las urnas: no gobiernen para los poderosos

3 octubre, 2019 14:49

Paula Fernández

Lisboa, 3 oct (EFECOM).- Cobran pensiones de 300 o 400 euros mensuales y son "personas normales", casi todos sin preparación, pero eso no ha impedido a un grupo de jubilados portugueses intentar su pequeña revolución en las urnas con un objetivo: que se gobierne para los más vulnerables, no sólo para los más poderosos.

Es el propósito del Partido Unido de los Jubilados y Pensionistas (PURP, por sus siglas en inglés), que se presenta este domingo a las elecciones legislativas en Portugal y quiere cambiar el foco de la política para centrarla en los que más lo necesitan.

"No pueden gobernar sólo a favor de los más poderosos. Hagan caso a las personas con dificultades, las más vulnerables, como los enfermos, los desempleados y los ancianos", señala a

Loureiro tiene 71 años y nunca había estado afiliado a una formación política, pero su indignación con los gobernantes le llevó a fundar el PURP junto a otros jubilados en 2015: "Soy una persona normal, no soy nadie importante. Decidí crear un partido y exteriorizar todo el sentimiento de rabia que tengo", explica.

El PURP, cuenta, no es de izquierdas ni de derechas. "Somos un partido de causas", defiende, y quieren representar a los cerca de 3,5 millones de pensionistas que tiene Portugal, pero no aspiran a llegar al gobierno.

"Nosotros estamos aquí para llamar la atención, no para ser gobierno. Eso es difícil y está todo montado. Hay mucho dinero, en esta campaña los partidos se han gastado 8 millones de euros", dice Loureiro.

De ese total, el PURP ha gastado sólo 1.500 euros, en una campaña muy centrada en acciones de contacto con la gente, en mercados, ferias y centros sociales.

La más llamativa, quizá, se produjo el pasado miércoles: Loureiro se fue a un "rocódromo" a escalar para ir alcanzando las metas del partido, como pensiones mínimas de 600 euros, salario mínimo de 850 euros o reducción del IVA de la electricidad y el gas al 6 %.

Otra de las metas es un estatuto para los excombatientes de las guerras coloniales, un grupo de la población que, consideran, ha sido abandonado por todos los gobiernos que han estado en el poder tras la dictadura.

El propio Loureiro es uno del cerca de medio millón de excombatientes que siguen vivos. Volvió de Guinea Bissau en 1971 y reconoce que hasta dos años y medio después, gracias a la ayuda de un psiquiatra, no consiguió superar lo que había vivido en el conflicto y reintegrarse en la sociedad portuguesa.

"Fuimos todos humillados, condenados al ostracismo y abandonados a nuestra suerte. Ningún Gobierno desde entonces se preocupó por nosotros", critica.