Economía

Italia y Francia libran una guerra para proteger sus joyas empresariales

26 abril, 2019 09:53

Laura Serrano-Conde

Roma, 26 abr (EFECOM).- Italia y Francia libran desde hace tiempo una guerra para proteger el futuro de sus joyas empresariales, como Mediaset, Telecom o los astilleros de Saint-Nazaire, una batalla que se ha recrudecido con el nuevo Gobierno de Roma, del antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5S) y la ultraderechista Liga.

"Las relaciones políticas y económicas de Italia y Francia son más difíciles con el nuevo Gobierno italiano, que tiene un carácter populista, no está en línea con los partidos tradicionales europeos, y esto crea tensiones con Gobiernos que sí lo son, como el de Francia", argumenta en declaraciones a

En Italia, el mayor quebradero de cabeza desde 2017 lo provoca el conglomerado francés Vivendi, del multimillonario Vincent Bolloré, y la influencia que ejerce en Mediaset y Telecom.

Vivendi es el socio mayoritario de Telecom y controla el 23,94 % de su capital, mientras que posee casi el 30 % del grupo de la familia Berlusconi, aunque la mayoría de sus derechos de voto han sido transferidos a un fideicomiso por orden de los reguladores italianos, que se ampararon en 2017 en temores por un posible monopolio.

Aquel año, alarmado por la gran velocidad a la que Vivendi se estaba haciendo con el control de estas dos empresas, el Gobierno del entonces Partido Demócrata aprobó un decreto para intervenir si fuera necesario en empresas que estimara estratégicas.

Con el M5S y la Liga, dos partidos que comparten una visión proteccionista del mercado, el Ejecutivo italiano ha aumentado paulatinamente su presencia en Telecom con la empresa pública Caja de Depósitos y Préstamos, que ya tiene el 9,8 % del capital y se ha aliado con el fondo de inversión estadounidense Elliott, que dispone del 9,4 %.

Juntos, han arrebatado a Vivendi el poder en el Consejo de Administración de Telecom y han designado a diez de los quince consejeros.

En Mediaset, la situación es igual de tensa. Más de dos años llevan litigando en los tribunales italianos el gigante audiovisual y Vivendi, después de que este se retirara en 2016 de un acuerdo de compra del canal privado Mediaset Premium y se hiciera en menos de seis meses con cerca del 30 % de la empresa italiana.

La familia Berlusconi soñaba con impulsar una plataforma competitiva que rivalizara con Netflix, pero aquel pacto saltó por los aires y ahora no se lo perdona: el grupo ha confirmado que negocia para concluir aquel proyecto y que dejará fuera a Vivendi de cualquier pacto transfronterizo.

Su intención es minimizar el peso que tiene Vivendi en el futuro de la compañía y por eso vetó su derecho a voto en la junta de accionistas del 18 de abril, una decisión que el grupo galo calificó de ilegal.

El Gobierno italiano ha repetido en diversas ocasiones que vigila atentamente la situación, y es que, tal y como subraya Di Taranto, "la presencia francesa en las empresas italianas estratégicas es cada vez mayor" y esto se percibe como una amenaza.

En Francia, la disputa se desarrolla en el seno del fabricante de gafas EssilorLuxottica, resultante de la fusión de ambas compañías en 2017, un auténtico coloso ítalo-francés con un volumen de negocios de 16.000 millones de euros.

La empresa, que cotiza y tiene sede en París, sufre la guerra por su control entre Leonardo del Vecchio, socio mayoritario de Luxottica (fabricante de las emblemáticas Ray-Ban), y el francés Hubert Sagnières, de Essilor, que se acusan mutuamente de violar los acuerdos de fusión.

De hecho, Del Vecchio ha recriminado a Sagnières que haya nombrado a cuatro dirigentes clave del consejo de administración sin consultarle y ha solicitado un arbitraje a la Cámara de Comercio Internacional.

El fabricante italiano de construcción naval Fincantieri intenta hacerse desde 2017 con el control de los astilleros de Saint-Nazaire (noroeste de Francia), que habían entrado en proceso de bancarrota bajo la gestión del grupo surcoreano STX Offshore and Shipbuilding.

En 2018, Italia y Francia acordaron que Fincantieri controlaría en un 51 % la constructora naval y el resto de participaciones quedaría en manos de la sociedad de defensa francesa Naval Group, los empleados y empresas locales.

Pero la operación está paralizada, después de que Francia y Alemania hayan pedido a la Comisión Europea (CE) que la examine.

El pasado marzo, Francia dijo que no trata de bloquear la compra de Fincantieri y que solo se está procediendo a cumplir con las reglas sobre competencia europeas.