La ONU afirmó que el mes de julio de 2023 fue, de momento, el mes más caluroso en la historia debido a las olas de calor abrasador que asolaron gran parte del planeta nunca vistas. Ahora que se acerca el verano, veremos a ver que pasa con el próximo aunque da la impresión de que hemos acabado la paciencia de la naturaleza y si nosotros no tomamos las medidas adecuadas, el cambio climático lo hará. No se puede negar que la tierra no esté dando señales, como el aumento de la temperatura o el nivel del mar.
El verano pasado, António Guterres, secretario general de la ONU, dijo que habíamos pasado de la era del calentamiento global a la era de la ebullición global alentando que todavía es posible limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C, compatible con la vida humana.
No hay nada que no supiéramos ni datos que no nos alertaran, la única novedad es la velocidad en que se está produciendo. En palabras de Guterres, hay zonas en el mundo en que el aire es irrespirable, el calor es insoportable y el nivel de ganancias de los combustibles fósiles y la inacción climática es inaceptable. Los líderes deben liderar. No más dudas, no más excusas, no más esperar a que otros se muevan primero. Simplemente, no hay más tiempo para eso y volvemos a estar en las puertas de otro verano con el mismo ritmo de consumo.
Esta velocidad cada año es más evidente porque entramos antes en déficit ecológico, que es el día del año en que los ecosistemas dejarán de ser productivos durante lo que queda de año. En 2023 fue el día 2 de agosto, según la Global Footprint Network, la entidad que calcula el impacto medioambiental de los países dividiendo el consumo de recursos (denominado "huella ecológica") entre la capacidad de regeneración de la biosfera (denominada "biocapacidad").
Justamente, los países con déficit ecológico son los más industrializados y dependientes de los combustibles fósiles mientras que, por lo contrario, los que no lo tienen son aquellos que disponen de reservas naturales suficientes para abastecer las necesidades de su población como, por ejemplo, Brasil. Mientras estos países disponen de suficientes reservas naturales -aunque no infinitas- para abastecer las necesidades de su población, Catar, por ejemplo, a día de hoy necesitaría 8,2 planetas Tierra para cubrir su nivel de explotación del ecosistema.
En el caso de España, según los estudios basados en la huella ecológica, esto sucede más o menos a lo largo de este mes. Las consecuencias de sobreexplotar los ecosistemas empiezan a ser más frecuentes en nuestra vida cotidiana y se manifiestan en forma de incendios, deforestaciones, aumento de emisiones de gases de efecto invernadero y pérdida de la biodiversidad. De seguir el ritmo de consumo actual, la humanidad requeriría de 1,75 planetas Tierra para ser sostenible en 2024.
La innovación tecnológica y el conocimiento nos permiten producir, consumir y transportar de otra manera que nos permita regenerar, reutilizar o renovar los recursos naturales además de hacerlo de manera global porque no tenemos un planeta ni A ni B, sino único para la vida. Cuidarlo ya no es una voluntad, es una necesidad. Si no lo hacemos nosotros, la naturaleza lo hará por nosotros.
PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, trepas, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.