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Escenarios

Peter Brook: “El Brexit es el error más estúpido de los últimos años”

El director teatral más destacado del siglo XX, galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes a sus 94 años, afronta con un deslumbrante sentido del humor el resto de una vida en la que seguirá trabajando mientras que su obra conmueva al menos a un espectador

16 octubre, 2019 09:41

En una de las primeras veces que Peter Brook (Londres, 1925) visitó España, fue secuestrado en la Costa Brava con un cargamento de cuadros de Salvador Dalí con un valor prácticamente incalculable. Brook regresaba al aeropuerto tras colaborar con el excéntrico pintor en el diseño de vestuario para la ópera Strauss Salomé que el director teatral estrenaría en el Covent Garden de Londres en 1949. Antes había firmado un recibo a Gala, la esposa y gestora de Dalí, según el cual se aseguraba la supervivencia del prodigioso material. Por fortuna pudo conservarlo al conseguir desatarse los nudos de las muñecas que amarraron aquellos terroristas opositores de la dictadura de Franco. 

Felizmente, “podemos seguir riéndonos, así que sigamos haciendo reír”. Así concluyó el relato el director teatral más aclamado del siglo XX, en un ejercicio de vitalidad y sentido del humor prácticamente insólitos. Su secreto procede de una máxima shakesperiana —“Todo está en Shakespeare”, anunció— que sólo contempla seguir hacia adelante: “Mientras me siga sintiendo útil, seguiré haciendo teatro”. Una sentencia que transpira energía y que está basada en una “relación de reciprocidad con el público” que le “mantiene vivo”, reconoció. El director de Mahabharata sólo necesita a un individuo conmovido por alguna de sus obras. “Si una sola persona entre todo el público se marcha del teatro con la sensación de que la vida puede tener significado, habrá valido la pena”.

Si “sentirse útil” es uno de los dos términos fundamentales en su actitud con respecto a la vida y, por consiguiente, al desarrollo de su obra, el otro es “compartir”. Para referirse al teatro o al cine, las dos disciplinas que con más excelencia ha cultivado, el director de películas como El señor de las moscas se apoyó en el ejemplo de “un médico que ya es útil por ser capaz de dar esperanzas de vida a una persona al menos”. Por otro lado, la camaradería es otra de sus posturas inalterables. “Es terrible en el teatro ser dominado por los egos”, se lamentaba ayer Brook en rueda de prensa. Por todo eso sigue siendo necesario el teatro en esta sociedad.

Así su visión con respecto a la solidaridad, el artista no comprende cómo ha podido prosperar un movimiento como el Brexit, que presumiblemente se verá consumado en cuestión de pocos días. El británico es capaz de asumir que “estamos rodeados por políticos que cometen errores graves, pero este es el más estúpido de los últimos años”, aseguró. Para colmo, “se convirtió en una estupidez creíble” y se ha consolidado como “una idea trágica que rompe las cosas”. “Hicieron un referéndum donde se pedía el Sí o el No sin que la gente tuviera la menor idea de las consecuencias que podía traer aquello”, por lo que “en realidad no fue un voto democrático”, protestó.

El espacio vacío y el teatro sagrado

Cuando fue preguntado por asuntos formales de su obra, decidió mostrarse modesto y despojarse del menor atributo de trascendencia. Sobre el concepto de “espacio vacío” que él mismo proyectó —“liberación de la parafernalia decorativa” que recargaba demasiado el ambiente—, se limitó a reforzar su condición de quien trabaja “con todos los medios que tengo a mi disposición”, alegando que no le gustaba el término “creador” que siempre le ha perseguido. En cuanto a las formas de teatro que concibe en su universo, se refirió a un teatro “sagrado” porque “procede de una fuente divina que ha perdido el contacto con la tierra” y un “teatro duro o áspero que sí mantiene esa relación”. La confluencia entre ambos es la que a Brook le interesa: “el teatro inmediato, el del eterno ahora”.

Se antoja difícil que el Hotel Reconquista de Oviedo vuelva a ser testigo de una rueda de prensa tan conmovedora antes de la ceremonia del próximo viernes en el Teatro Campoamor. Peter Brook despertó la sonrisa entre los asistentes con su sentido del humor más tierno y vitalista. Agradeció el galardón con aparente emoción y se disculpó por su poco dominio del idioma. “Por más veces que he venido, nunca lo recuerdo cuando vuelvo. Lo que no se me olvida es la alegría de la gente de aquí, tan simpáticos”.