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Kirk Douglas (Nueva York, 1916-Los Ángeles, 2020) trabajó a lo largo de seis décadas en más de 70 películas en las que dejó siempre su impronta, marcada por la intensidad de su mirada, una indomable energía que emanaba de su interior y por un encanto particular, único, que surgía de una alquimia perfecta entre dureza, cinismo y rectitud moral. En su filmografía, tras debutar de la mano de Lewis Milestone (director que dio a luz una de las obras maestras incontestables de la historia del cine: Sin novedad en el frente) combinó los personajes que en la consecución de sus objetivos caían en una especie de locura (el boxeador de El ídolo de barro o el Van Gogh de El loco del pelo rojo), los manipuladores con gran capacidad de seducción (El gran carnaval o Cautivos del mal) y los héroes atormentados (Espartaco o Senderos de gloria).