“The minute you walked in the joint, I could see you were a man of distinction, a real Big Spender” Cy Coleman

La solidaridad con el dinero de los demás es la actividad favorita de algunos partidos.

Cuando se analiza el Plan de los presupuestos del Estado de 2017, lo primero que deberíamos hacer es pensar en por qué se aprueban o rechazan.

Claramente, estos presupuestos cumplen con las exigencias de todos los partidos. Sin embargo, por cuestiones tácticas, una parte los rechaza.

El gasto social se sitúa en un 55,8% del presupuesto, Sanidad crece un 2,3% con respecto a 2016, Educación un 1,7% e I+D+i un 4%. El sistema de becas se ha incrementado en 252 millones de euros desde el ejercicio 2011. La dotación en Pensiones aumenta un 3,1% respecto a 2016, y se destinan 139.647 millones (más del 40% del gasto total).

El gasto total consolidado, según la estrategia de política fiscal del Ministerio de Hacienda, asciende a 479.991 millones de euros (41,3% del  PIB). Es decir, austeridad, muy poca, ya que gastamos más que en 2007 y 2011.

Austeridad, muy poca, ya que gastamos más que en 2007 y 2011

La realidad es que, si borramos de estos presupuestos las siglas del partido en el poder, el 90% del parlamento los tendría que aprobar porque siguen escrupulosamente las directrices de prioridad social, dentro de la sostenibilidad de las cuentas.

Pero todos quieren gastar más… con nuestro dinero. En el debate de los presupuestos no se ha dado una sola replica que hable de rentabilidad de ese gasto. No se habla de gasto en educación por alumno, donde estamos en la parte alta de la media de la OCDE, o de resultados en PISA, o de patentes en I+D+i, donde alcanzamos una cifra récord en Europa aunque gastásemos menos, ni se habla de la balanza tecnológica, la diferencia entre lo que importamos y exportamos, que ha mejorado sustancialmente desde 2011. Hay que gastar.

Muy bien, ¿y cómo lo financian?

Es curioso que los mismos que critican estos presupuestos por sus estimaciones de ingresos y riesgo de incumplir el déficit, fíen sus cartas de los Reyes Magos Burocráticos a… aumentos de ingresos estimados mucho mayores.

Estos presupuestos estiman un aumento de ingresos fiscales del 4,6% hasta los 443.395 millones de euros. Es decir, se prevé un avance de la recaudación superior a su crecimiento promedio el periodo 2012‐2016, del 1,8%. Si ponemos en duda esas cifras de ingresos, deberíamos ser mucho más cautelosos, por lógica, con las exigencias de gasto, sobre todo los gastos corrientes.

Pero los mismos partidos que critican esta subida esperada como “poco realista”, se lanzan a hacer estimaciones propias que las multiplican. Una broma. Llamar optimista a una estimación y presentar otra menos creíble es irrisorio. Pero quejarse del riesgo de incumplir el déficit y a la vez exigir mayor déficit es hilarante.

Los mismos partidos que critican esta subida esperada como “poco realista”, se lanzan a hacer estimaciones propias que las multiplican. Una broma

Los propios Inspectores de Hacienda han alertado sobre estimaciones optimistas por recaudación de impuestos, y el BCE y la Universidad de Lisboa cifran la media de error en las estimaciones de ingresos fiscales por impuestos en un 1% a 1,4% del PIB. Entre 2007 y 2011, por ejemplo, las comunidades autónomas incumplían sus estimaciones optimistas de ingresos entre un 4% y un 8%, disparando con ello el déficit. El historial de errores en la estimación de ingresos fiscales es enorme, en toda Europa, y el propio BCE lo alerta en sus estudios.

El truco

El truco de los partidos al estimar ingresos fiscales es que, cuando se descubre que no eran realistas, ya se los han gastado. Estimaciones de ingresos de ciencia ficción para gastos muy reales y concretos. Y, entonces, cuando se dispara el déficit, la deuda … hablan de recortes. No hablan de su incapacidad de gestionar lo que hay, solo piensan en que si no se recaudan esos ingresos que se han inventado, la culpa es del manido cuento del fraude fiscal (les invito a ver las vergonzosas estimaciones de multiplicadores fiscales de Podemos). Luchar contra el fraude fiscal, el que haya, es esencial, pero no gastárselo antes de recaudarlo. Porque partir de esas cifras, TODAS estimadas, y gastárselas de antemano lleva a la quiebra.

No hablan de su incapacidad de gestionar lo que hay, solo piensan en que si no se recaudan esos ingresos que se han inventado

¿Se han fijado en las estimaciones de los partidos a cinco años de ingreso por impuesto de sociedades? Crecimiento lineal exponencial. Como si no hubiese ciclos y los beneficios no bajasen y subiesen.

La estimación irreal de ingresos y los subterfugios presupuestarios cuentan con una ventaja. El que lo gasta ya lo ha disfrutado. A usted, al que lo paga, le supone más impuestos hoy y más impuestos mañana, y más deuda que pagarán sus nietos.

Los que le dicen que se puede gastar todo lo que se quiera sin riesgo lo dicen de corazón, porque ellos no tienen el riesgo. Es de usted.

No existe ningún país en la Unión Europea donde se use más el cuento de subir los impuestos a los ricos y el supuesto fraude fiscal como aparente maná de caudal eterno al que siempre se puede acudir. Eso en un país donde los redistribuidores de la nada van bajando el listón de lo que es ser rico al ritmo de su voracidad confiscatoria.

Los “impuestos a los ricos” es el timo más recurrente en el discurso. En España hay menos de 4.700 contribuyentes que ganen más de 600.000 euros al año. No precisamente “grandes fortunas”, y suponen unos 2.500 millones de euros de recaudación. Ni duplicando el esfuerzo fiscal se consigue financiar una fracción de los espejismos de gasto de los redistribuidores de la nada.

Por eso bajan el listón de lo que son “los ricos”. Hasta que no quede ni uno, y entonces hunden el país.

Todos los redistribuidores de la nada critican la presión fiscal actual a familias y autónomos, y en las comunidades y ayuntamientos donde gobiernan, la aumentan todavía más. Todos hablan de más impuestos a los “ricos” y donde gobiernan le llaman rico a usted, y se los suben más aún. Ni uno solo va a reducir el esfuerzo fiscal.

Pero cuando se incumple -y se incumple- esa cifra de ingresos mágicos, entonces le culparán a otro de los “recortes” y, si ponen al país al borde de la quiebra de nuevo, a “los mercados”.

Y la culpa solo será nuestra.

La realidad es que las promesas de enormes gastos hoy se convierten en la realidad de mayores recortes e impuestos después. Ya le tocará a otro cuadrar las cuentas. Con el dinero de los demás.