Entrevista

La artista Coco Dávez: “Fui la mala estudiante, la repetidora, pero eso me dio la fuerza para dedicarme a lo que quería”

Su espacio tiene luz propia. Y mucho color. Un soplo de aire fresco en un mundo que mira con desidia a todo aquello que sobresale a la par que lucha contra su propio hastío existencial.

Créditos
Fecha de publicación:

De Valeria Palmeiro (Madrid, 1989), conocida artísticamente como Coco Dávez, emana lo mismo que de su nuevo taller en Carabanchel. Su voz embauca sin dobleces e invita a la conversación. Cautiva. Hay una especie de delicadeza que choca contra su propia fuerza. La misma que transmiten sus obras.

Hace ya unos años que su nombre empezó a resonar con fuerza en el panorama del arte de forma internacional. De hecho, en su página web el about aparece en inglés. Entre sus campos de trabajo, la pintura, la fotografía, la dirección de arte y las mentorías.

Foto uno de Coco Dávez con el look uno

El mundo ha acunado su arte durante más de una década. Sus muestras se han paseado por Londres, Hong Kong, París, Queensland, Miami, Lisboa o Santiago de Chile. En España, Madrid y Barcelona han sido casa.

A lo largo de su trayectoria, firmas como Chanel, Shiseido, Netflix, Kenzo, Dior, Prada o Loewe han confiado en su visión para numerosas colaboraciones.

Foto dos de Coco Dávez con el look uno
Vestido de Carla Ruiz y zapatos de Victoria

Ahora, el último rincón de nuestro país que ha acogido su mirada ha sido Estepona, donde durante varios meses los retratos de su colección Faceless se han expuesto en las calles de la localidad malagueña.

“Me ha dado muchas alegrías”, comenta al respecto. Rostros conocidos como el de Yves Saint Laurent o Grace Coddington habitan en su estudio del citado barrio madrileño. El arte siempre trasciende fronteras espaciotemporales.

Miniatura de la noticia

Kelly Massol, la empresaria que vende artículos 'beauty' cada 40 segundos: "No son solo productos, son rituales"

Este repaso a una de sus propuestas más icónicas, una década después de su presentación, sirve para conversar profundamente con Valeria sobre aciertos y errores. Pasado, presente y futuro. Maternidad y arte. Miedos y certezas. Para comprobar qué parte del lienzo ya está completo y jugar a adivinar cómo continuará con la obra de la vida.

Foto tres de Coco Dávez con el look uno

¿Quién es Coco Dávez cuando no está creando?, ¿te transformas automáticamente en Valeria Palmeiro?, ¿qué mantienes de tu alter ego?

Creo que los últimos años he intentado separar mucho qué era Coco Dávez, porque en la última década ha pasado a ser un estudio, una marca. Diría que nunca he tenido ese desdoblamiento, siempre he sido Valeria dentro y fuera.

Miniatura de la noticia

Kelly Massol, la empresaria que vende artículos 'beauty' cada 40 segundos: "No son solo productos, son rituales"

Dices que Faceless nació de un error acertado en 2015, ¿qué otros “errores” han sido motor de tu camino artístico?

Todos, empezando por que fui la eterna repetidora y la mala estudiante. Eso me dio mucha fuerza para ser muy perseverante con aquello que quería hacer, que era dedicarme al arte en el formato que fuera.

Aparte de eso, cada vez que me equivoco, y lo hago muchas veces, me gusta que sea algo que me sirva como lupa, que me ayude a enfocarme y a mejorar.

Foto cuatro de Coco Dávez con el look uno
Foto cinco de Coco Dávez con el look uno

¿Qué diferencia hay entre la Coco Dávez de Faceless en 2015 y la de Faceless de la actualidad?, ¿y qué se ha mantenido en esta década?

Echo mucho de menos el no llevar una mochila. También el pensar menos las cosas e ir a por ello sin importar si salía mal.

Asimismo, hay una cosa de la que intento huir, pero que vivo cada día, que es caer en la trampa del qué se espera de mí. Y muchas veces es algo que está en una misma.

Lo que se mantiene, sin duda, es la frescura, el estar siempre abierta al asombro, a conocer cosas nuevas, a seguir buscando referentes y a ampliar la colección de Faceless.

“Me aterra ver la homogeneidad cada vez que salgo a la calle. El color nos conecta con el juego”

- Coco Dávez

Foto uno de Coco Dávez con el look dos

Has colaborado con grandes firmas internacionales, pero también mantienes un universo muy personal. ¿Cómo equilibras lo comercial y lo íntimo en tu carrera?

Durante unos años no tenía tiempo para dedicarme al arte y lo sufrí mucho, porque es ahí donde sé crear en realidad. Ahora, mi gran objetivo es dejar que sucedan las cosas, y para eso se necesita tiempo, espacio y vacío.

Y soy feliz —entre comillas— porque tengo la agenda completa, pero a la vez eso me hace muy infeliz porque no tengo tiempo para investigar, para probar.

En este contexto, ¿es posible vivir del amor al arte?

Es muy difícil dedicarse a esto de forma exclusiva. Tengo referentes que viven así, pero comenzaron de otra forma.

En mi caso, necesito que mi arte tenga muchas patitas, quizás porque me da seguridad, pero igualmente porque es un mercado muy difícil. Por eso hago también mentorías creativas.

Por otra parte, se dice mucho que trabajar con clientes o marcas puede prostituir el propio arte. Sin embargo, para mí es una gran escuela, porque de ahí salen muchas ideas que a mí a lo mejor no se me habrían ocurrido. Es una manera de aprender.

Foto dos de Coco Dávez con el look dos

Si tuvieras que describirte con tres colores, ¿cuáles serían y por qué?

El amarillo siempre está conmigo, en concreto el cadmio. Las veces que no lo he sentido así han sido momentos en los que estaba muy mal. Eso me va dando pistas.

Por otro lado, me gusta mucho el azul noche. Intento huir del negro, que en realidad es un color que yo utilizo para dar contraste, pero no sé, esta opción me transmite calma. Ya no es el Klein que he utilizado tanto tiempo.

Intenté huir un poco del turquesa porque también estuvo muchos años conmigo, pero miro para allá —señala una parte del estudio— y toda esa zona de lavado tiene ese color casi como del mar, ¿no? Un turquesa muy oscuro que me gusta. Aporta un toque de elegancia y una luz muy bonita.

Y este lila como de hortensia gallega. Encuentro en él una sofisticación que yo no veía tanto en mi arte. Es una señal de que yo me voy haciendo mayor también y busco otras cosas. Podría cambiar el azul noche por este, al menos esta vez.

Acabas de abrir un nuevo estudio en Carabanchel, ¿cómo imaginas que transformará tu forma de trabajar y relacionarte con otros artistas?, ¿cómo escogiste el enclave?

Porque los alquileres están imposibles en el centro de Madrid. Llevaba diez años en las Salesas, que me encantaba, pero ahora se vende todo y pasó eso con mi estudio. El cambio era obligatorio.

En los últimos años, además, sabía que ya no era la zona en la que yo me había criado en lo creativo, por lo que tampoco sentía que ya fuese mío ni que fuera para mí. Fue poderoso sentir que se podía cerrar el ciclo y que no me iba llorando.

Desde hace tres años vivo en Carabanchel. Creo que me hago mayor y ya me apetecía un poco de comodidad, de volver andando a casa… Además, aquí disfruto de unas dimensiones que en el centro no he visto.

Se dice mucho que todo el arte de mitad de siglo, el americano, cambió mucho porque pasó algo así. De repente, los artistas ya no podían pagarse los estudios en Manhattan y se marcharon a Brooklyn.

Y ahí sucedió una cosa y es que tenían espacio. Y eso determinó muchas de las obras que vinieron luego. De pronto salió un Pollock, que podía mancharlo todo. Así que estoy expectante por saber qué pasará aquí y ver cómo va a determinar el espacio lo que venga.

Foto tres de Coco Dávez con el look dos
Blusa de Javier de la Fuente, pantalones de Emporio Armani y zapatos de Tory Burch
Foto tres de Coco Dávez con el look dos

¿Hay algún retrato o personaje de Faceless que te haya sorprendido por la reacción del público?, ¿alguno que representaras en 2015 que no formaría parte de tu colección ahora?

Qué interesante. Pues muy a mi pesar, porque me dio mucho este personaje, diría que Woody Allen. Sin duda, no estaría ya conmigo. Han pasado muchas cosas en estos últimos años.

¿Qué sueños te quedan por cumplir?

Muchos. Me encantaría ser madre. Y escribir un libro, algo que estoy postergando, pero que está en camino. Me gusta no saber a dónde voy a llegar, pero sí ser consciente de que quiero seguir aprendiendo. Ojalá pueda cumplir aquello que me apetezca en cada momento.

0:00 / 0:00

Vivimos rodeados de imágenes y pantallas. ¿Cómo se mantiene viva la pintura en un mundo tan digital?

Pues precisamente por eso, ¿no? Ya no solo el ojo, sino que es también el propio espíritu el que te pide materialidad y verdad. De todos modos, pienso que es un punto a favor.

Muchos jóvenes artistas sienten la presión de las redes sociales. ¿Qué consejo les darías desde tu experiencia?

Mi respuesta cambiaría mucho si me hubieras preguntado hace siete años, cuando disfrutaba de estas plataformas. Ahora es un lugar que siento que no domino a pesar de vivir con ellas y, en parte, de ellas. En la actualidad, para mí, Instagram es un lugar un poco hostil.

Teniendo esto en cuenta, les diría es que no hagan aquello que no quieran.

Abrigo de Twinset Actitude, zapatos de Sebago y anillo de Luxenter

¿Y por qué es hostil para ti hoy en día?

Porque ya no veo nunca a mis amigos. Hay un algoritmo que siento que no me conoce, porque tampoco me muestra mis preferencias. Igualmente, veo mucho miedo inyectado cada día, y no solo hablo de bulos, que hay muchísimos, sino de un sensacionalismo constante. Me afecta mucho. Parece que el que está al otro lado de la pantalla nos da igual.

He bajado una barbaridad mi posteo en Instagram porque ya no me da lo que antes sí hacía. Aun así, soy consciente de que sigue siendo un lugar muy importante como exposición para cualquier profesión, sobre todo pública.

Ahora hay otras opciones. Estoy muy contenta con Substack. Siento que es un lugar seguro, de más sosiego, donde la gente lee, donde se interesa más por el otro.

Foto uno de Coco Dávez con el look tres

El arte actual convive con IA, NFTs, ferias globales… ¿Te seducen o te asustan estas nuevas formas? Sé que una de las herramientas que empleas en tu proceso creativo es la de Midjourney, ¿qué supone para ti?

Bueno, a mí la inteligencia artificial me fascina como herramienta, no como fin. Me parece que no solo facilita ciertos trabajos, sino que además los amplía. Hay territorios que ni me había planteado poder integrar en mi proceso creativo hasta este punto.

Sí que me asusta que se le dé un mal uso. De todos modos, quiero mantener la esperanza de creer en el ser humano.

¿Qué piensas de aquellos románticos y nostálgicos que dicen que “no” a estos avances?

Siempre hago un paralelismo con lo que ocurrió con la cámara de fotos. Me refiero a mi campo, el de la pintura. Imagínate cuando llega algo tan nuevo a hacer en un segundo aquello en lo que alguien empleaba un año…

Sí que creo que debería haber una legislación que mantenga un control. Eso sí que me parece importante. Pero opino que todo progreso, en general, nos hace mejores. Si no es así, no es un avance para mí.

Foto dos de Coco Dávez con el look tres

¿Crees que el color puede ser un acto de resistencia en tiempos de incertidumbre? Perteneces a la Generación Millennial, aquella que reventó cromáticamente hace unos años y que hace un tiempo decidió sumirse en los tonos neutros, que pueden llegar a resultar alienantes.

Lo reivindico más que nunca. Eso sí que me aterra, ver la homogeneidad cada vez que salgo a la calle.

Hace años se decía eso de que si ibas a Londres o a Berlín, todos vestían de negro. Pero ahí había algo intencional. Ahora ya es una cosa muy sutil. Evidentemente, tú eliges qué quieres llevar, pero hay una sensación de no querer destacar. Hoy en día, eso asusta.

A mi parecer, el color nos conecta con algo muy bonito que es el juego. Y la moda para mí es eso. Es una manera de darle un mensaje al mundo, de decirle quién eres y cómo estás. Si perdemos el juego, ¿qué queda?

La vida como un lienzo. ¿Qué parte estaría ya pintada en tu caso y cuál todavía en blanco, en proceso?

Bueno, la maternidad es un boceto (ríe). Es algo que me encantaría pintar. Además de eso, hay otras muchas cosas, pero en líneas generales, estoy muy a gusto con lo que he ido cultivando.

“En el lienzo de mi vida me encantaría pintar la maternidad. Ahora mismo es un boceto”

- Coco Dávez

Foto uno de Coco Dávez con el look cuatro
Jersey de Moschino, pantalones de Emporio Armani y zapatos de Victoria

¿Qué delirio artístico aún no te has atrevido a materializar? Es más, tratándose de arte, ¿se podría hablar de delirio?

Delirio es una palabra que en términos psicológicos o psiquiátricos puede asustar. Pero para mí es ese momento en el que uno tiene la seguridad de poder decir lo que se le antoje, de empezar a divagar sin miedo y sin saber dónde te va a llevar. Es un juego.

Respecto a la pregunta, hay algo que me llama mucho la atención y que me encanta, que es el mundo audiovisual. Conozco la foto, la pintura, adoro la literatura… Entonces, traducirlo todo al movimiento a mí me interesa.

Me sucede lo mismo con la teatralidad de un espacio, la escenografía y el arte inmersivo. Me fascina. Sería mi gran objetivo, al menos lo que me apetece.

¿Está en este sector todo permitido?, ¿le ves sentido a la cultura de la cancelación en este contexto? Una de tus representaciones en Faceless es Picasso…

Es un tema muy controvertido. Me parece caer en lo mismo. Pero sí que concibo que se pongan sobre la mesa cosas que ya no son tolerables.

Sin embargo, es peligroso observarlo todo con ojos presentistas. Por supuesto, rechazo todo lo que tenga que ver con cualquier tipo de maltrato.

A pesar de ello, hay cosas que no entiendo. Por ejemplo, no vamos a cambiar el personaje de un libro porque sea demasiado malo y vamos a ponerlo más amable. Esto me molesta porque también el ser humano aprende lo que no se puede hacer con esas referencias. No todo el mundo es bueno.

Por otro lado, las obras que reflejan el momento, un contexto histórico. Y a mí me interesa ver esa crudeza para entender y valorar lo que tengo hoy, a pesar de que sea terrible. Pero no se puede infantilizar a la sociedad tapando cierta información.

En cuanto a la cancelación, pienso que es hacer exactamente lo mismo que estamos denunciando. Entonces no lo comparto.

Foto dos de Coco Dávez con el look cuatro

¿Qué te gustaría que alguien piense o sienta cuando se plante delante de una de tus obras dentro de 50 años?

(Ríe) Ojalá pase eso. Me gustaría que destacase el color, el motor de toda esta obra. Me gustaría que mi arte diera pistas de lo que estaba pasando en mi estudio, o en mi mundo cuando yo reivindicaba tanto esto.

Y ojalá alguien descubra referentes que le aporten lo mismo que a mí.

¿Y qué te gustaría pensar o sentir a ti entonces?

Ahora que han pasado diez años de esta colección me da mucha ternura, porque me veo a mi yo de entonces. Aprecio un trazo que tiembla, una firma muy grande, unos colores que me parecen demasiado saturados…

Es como ver una foto, pero a la vez percibo muchas ganas de querer hacer algo. Así que espero que estos cuadros me lleven a lo que tuve que ser para haber llegado a donde esté entonces.

Foto tres de Coco Dávez con el look cuatro

Por último, ¿qué balance harías de esta nueva muestra de Faceless?

Me alegro mucho que me preguntes por ella, porque ha pasado algo nuevo con esta exposición, que es la primera vez que está en la calle. Y es algo que me ha dado muchas alegrías, pero también muchas pistas de qué pasa con el arte.

Ver a gente que quizás no se suele relacionar con este mundo, interaccionar con las obras, jugar con ellas, interesarse, empaparse leyendo las cartelas… Me ha encantado.

Diría que es de mis mejores exposiciones, al menos por lo que me ha dado a mí.

Créditos
Maquillaje Rosa Navajas
Dirección creativa Julia Ramírez
© El León de El Español publicaciones S.A.