Carol Portabella, presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco en España: "Hay mandatarios que aún dudan del cambio climático"
Mitad catalana, mitad monegasca, por parte de padre y madre respectivamente, Carol Portabella Settimó es una las mujeres más influyentes del sector social en nuestro país.
Nos sentamos a charlar con la presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco en España en el zaguán del madrileño hotel Urso tras la sesión fotográfica, entre biombos chinos y jarrones de liliums olorosos.
Es concisa, pausada, distinguida. Pide con voz muy baja una limonada de menta y pregunta si queremos una.
Mónaco pertenece, sin duda, al imaginario más lujoso del continente, y la Fundación creada por su príncipe, con sede ahora en once países, no puede evocar menos. Sin embargo, la presidenta de su rama española desde 2016 explica que esa imagen quizás no se corresponda exactamente con la realidad.
Señala el mapa. “El Principado empieza aquí”. Y desplaza su dedo por la pantalla para señalar los míticos puertos de Mónaco, la sede de su Fundación y, muy pronto, el final del país.
“La forma como ves es muy alargada, tenemos 2 kilómetros de costa en línea recta, imagino que si hacemos el contorno total será algo más. Todo el tiempo se vive ese mar, un mar muy agradecido, amable, navegable”, explica.
“Mónaco es todo tranquilidad”, explica. “Tiene un microclima, lo cual es muy agradable. La vida allí es casi de pueblecito, porque vas caminando a todas partes. Si no quieres, no tienes por qué participar ni encontrarte en las atmósferas más festivas o más exclusivas ni con el lujo mediático, que va por épocas”.
“Es un lugar seguro, con una vida muy agradable, todavía tiene esa mezcla de comercios y restaurantes en los que comía mi madre de pequeña y claro, tiendas como Gucci [sonríe]”.
Frente a las noticias relacionadas con la exclusividad y el elitismo, afirma, “sinceramente hay cosas más interesantes que contar. Mónaco no es un paraíso fiscal, de hecho es muy importante el tema de la transparencia bancaria, es algo que se cuida mucho”.
“Tiene mucha actividad cultural, como la orquesta Filarmónica de Mónaco que es espectacular, ópera y exposiciones como la gran retrospectiva reciente de Barceló”.
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Carol Portabella relata que la Fundación se estableció en 2006 como organización internacional sin ánimo de lucro con “un enfoque holístico” y el propósito de proteger la biodiversidad y los recursos de agua.
Lo escribe el propio Príncipe Alberto II de Mónaco en su carta anual, que su sentimiento al respecto es “de profunda determinación”. Se trata del único jefe de Estado a cargo de una fundación de este tipo, que lucha directamente “por la salud del planeta”.
Tradición familiar
“Ya el bisabuelo del Príncipe”, recuerda Carol Portabella, “Alberto I [pronuncia Albert premier ] recibió el sobrenombre de ‘el príncipe explorador’, así es como le llamamos. Fue un pionero en el estudio de las corrientes en el Polo Norte”.
“Existe de hecho”, recomienda visitar, “una réplica de su barco en el Museo Oceanográfico, donde se explica cómo estudiaba las corrientes con la modesta tecnología de la época, la biodiversidad y el agua”.
“Puedo confirmar que el Príncipe siempre ha tenido interés desde joven por los problemas medioambientales”, añade la directiva, “hizo diversas expediciones y fue el primer jefe de Estado que viajó a los dos Polos para conocer de cerca los problemas planetarios”.
“Cuando llegó al trono”, añade Portabella, “una de sus primeras decisiones fue crear la Fundación ese el mismo año, con una dotación estatal y después una financiación a través de donantes y alianzas con empresas y fundraising”.
Con un enfoque holístico, “intentamos que nuestro impacto sea global”. Además de países como Alemania o Francia, Suiza o Inglaterra, tienen implantación [‘rama’ o ‘branch’ es el evocador término que utilizan] en otros más alejados, de China a Brasil, pasando por Singapur, Canadá o Estados Unidos.
¿El objetivo principal?, responde, “es trabajar contra los efectos del cambio climático apoyando todas las iniciativas que puedan ser útiles, desde la investigación en nuevas energías, biotecnología o biodiversidad, al apoyo de proyectos sobre el terreno, desde el Polo Norte al Sur y de la concienciación a través del arte”.
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“Llevamos ya 130 millones de euros invertidos y casi 900 proyectos financiados y apoyados”, remarca, en tres zonas clave: el mar Mediterráneo, las zonas polares y los países más necesitados según la clasificación de Naciones Unidas.
Casi 400 de estos proyectos suceden en Europa e involucran a alrededor de 250 organizaciones bajo las líneas de vida en la tierra, vida bajo el agua, agua limpia, ciudades y comunidades sostenibles, acción climática, energía accesible y limpia o consumo y producción responsable.
¿Por qué nos atrae tanto la familia real monegasca?
Si te refieres a una imagen superficial, no tiene nada que ver con la realidad. Alberto de Mónaco es un hombre muy cercano, que gana muchísimo en el tú a tú y en las conversaciones.
Fuera de las grandes fiestas y los grandes salones, donde también es encantador, si le escuchas en petit comité, es una persona sensible que entiende muy bien a la gente, eso es una cualidad que admiro muchísimo: entiende a las personas, tiene un talento para entenderlas. Es inteligente, tiene gran sentido del humor y adora a su familia.
¿Cómo es trabajar con Alberto de Mónaco?
Fácil. Es una persona que sabe escuchar. Le interesan las ideas nuevas, tenemos un comité de expertos fantástico y todos los años se debaten las nuevas estrategias y se valoran las iniciativas que se han hecho.
Tiene muy buen criterio y mucha inteligencia, nos ayuda a que el desarrollo de nuestra labor sea útil y nos anima a que lo abordemos desde ángulos muy diferentes.
¿A qué se refiere con ángulos diferentes? ¿Puede ponernos un ejemplo?
Por ejemplo una de sus ideas de hace años fue la de construir una nueva comunidad de jóvenes líderes comprometidos con el medio ambiente, que luego desarrollasen su labor desde ángulos completamente diferentes, desde la política, la ingeniería, el arte o la investigación.
Apoyarles en su recorrido es ahora una realidad con una comunidad que se llama Regeneration, donde estos jóvenes impulsados en su formación por la Fundación desde todas partes del mundo se unen a otros que quieren comprometerse con el medioambiente.
¿Cómo describiría su forma de liderar?
[Sonríe con modestia] Nos guía el impacto y buscamos objetivos. Luego, estamos muy abiertos a identificar ángulos diferentes.
Para mí, que estoy a caballo entre los dos países, me hace muy feliz trabajar en el mutuo conocimiento y en hacer cosas útiles por y para el planeta. Me formé primero como arquitecta, después en gestión y dirección de fundaciones y trabajé en el sector social.
Me encantaría poder comprobar en un futuro que esta Fundación ha podido aportar mejoras sociales a través del fortalecimiento de las comunidades locales, el empoderamiento de la mujer y la mejora de la calidad de vida, nuestra salud física y social están muy relacionadas.
¿Qué diferencia a la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco de otras de su sector?
Hay un factor muy único. Nuestro presidente es también jefe de Estado, esto nos ayuda, porque el Príncipe como jefe de Estado lleva muchísimos años hablando en foros gubernamentales, entre otros muchos temas, de los problemas medioambientales.
Por ejemplo, en la Conferencia anual de jefes de Estado de Naciones Unidas, pudo hablar de la necesidad de legislar sobre la seguridad medioambiental y la Alta Mar, ese famoso Tratado que conseguimos que se siga desarrollando, y al que se han sumado ya 55 países.
Necesitamos llegar a 60, estamos muy cerca y esto es una labor en la que el Príncipe ha sido pionero como jefe de Estado: la Alta mar es un territorio inmenso de la superficie marina del planeta y ha estado desregulada o regulada de una manera genérica y poco vigilada.
Modelos de impactos replicables
¿Sigue aún vigente la idea de que la ayuda social debe ser pública y no puede ser rentable?
Ya está cambiando. No podemos apoyarnos únicamente en las donaciones y en las subvenciones hoy en día, hay que apoyarse en la inversión del capital privado, es bueno para todos.
Además del retorno económico, podemos ayudar invirtiendo en start-ups o en empresas del sector, que consiguen un retorno más que razonable. En tecnología hay muchísimo aún que hacer, desde monitorización de la biodiversidad a la recuperación de datos, con proyectos que tienen buena rentabilidad.
Estoy convencida de que el futuro será entender las diferentes las formas de retorno. Será igual de importante tener un Mediterráneo que esté vivo y saludable que el hecho de tener una alimentación razonable.
“No podemos apoyarnos únicamente en las donaciones y en las subvenciones, hay que apoyarse en la inversión del capital privado, es bueno para todos.”- Carol Portabella
La ciudad de Mónaco es pionera en la promoción de encuentros internacionales…
Es muy conocida la Monaco Ocean Week, un encuentro mundial de expertos que tratan el problema de la contaminación y la conservación de la biodiversidad y reflexionan sobre todo lo que puede afectar al océano y a los mares, con el transporte marítimo por supuesto.
¿Cuáles son las últimas tendencias investigadoras en ese sentido?
Por ejemplo, el transporte marítimo descarbonizado. Se están creando foros dedicados a exclusivamente a esto, el tema de los puertos sostenibles y a muchas otras cosas como el tratado de Alta Mar…
De todos los proyectos que impulsan, ¿podemos resaltar algunos?
Hay muchos. Uno de ellos comenzó en Francia y lo trajimos a España hace dos años, con relación a la presencia de osos, jabalíes o zorros , se aborda con mesas de mediación.
Este asunto lógicamente preocupa mucho a las localidades cercanas y puede traer problemas, especialmente cuando existe actividad de apicultura. Las poblaciones de alrededor lo pasan mal, puede haber mucha tensión.
Acabamos de recibir los resultados de uno de los proyectos que hemos ayudado a financiar, unos vallados de última generación capacitados para repeler ataques de osos, lo cual no es fácil.
Y nos han llegado los resultados en 60 explotaciones de apicultura, en las que, desde que está puesto este vallado, no han tenido ni un solo ataque, eso es una maravilla.
“Identificamos proyectos locales para crear impacto, queremos que sean escalables y trasladables, empoderando las comunidades rurales y de la mujer”.- Carol Portabella
Lo mismo en la cohabitación con lobos en Álava, Burgos, Sanabria o La Rioja. En Madrid hemos ayudado a financiar un proyecto, ‘La Caperuza’, se trata de una asociación que se dedica a temas de mediación medioambiental.
Ayuda a una cohabitación más pacífica entre lobos y todos los diferentes actores: con GPS se monitoriza el ganado, estudiando los patrones de pastoreo y facilitando alambrados ligeros disuasorios electrificados.
Identificamos proyectos locales para crear impacto, queremos que sean escalables y trasladables, empoderando las comunidades rurales y de la mujer. Un proyecto muy interesante, por ejemplo, es con la Fundación Marilles en Baleares, financiamos para el desarrollo de áreas marinas protegidas uniendo diferentes asociaciones locales.
¿Y su premio de fotografía?
Es muy reconocido. Una vez al año, la Fundación premia a fotógrafos de todo el mundo, y no forzosamente del mundo del arte, también reporteros y fotoperiodistas.
Es una mezcla de denuncia, para poner el foco en la emergencia, y por otra parte de esperanza, de cómo recuperar la diversidad en alguna de sus formas.
Y hay una parte más, que retrata simplemente la belleza en la relación entre el ser humano y la Naturaleza. Esa idea, de la belleza magnífica que existe, también me resulta especialmente inspiradora.
¿Encuentra en esta época más voces a favor o en contra en su día a día?
Encuentro pocas voces en contra, pero me consta que existen, por supuesto, ¡incluso algunos mandatarios! Nosotros seguimos nuestro camino, tenemos el apoyo de la comunidad científica y las pruebas de la investigación, de las especies que desaparecen o de cómo se encuentran micropartículas de plástico en nuestros organismos, incluso en las placentas… y vemos a los exiliados climáticos.
¿Cómo se enfrenta a los negacionistas cuando se los encuentra de frente?
Al negacionista puro, si me pregunta mi opinión, yo se la doy [sonríe]. Si no, no tengo vocación de conflicto, creo que las pruebas hablan por sí mismas, estamos enfocados en los resultados.