La invasión del ejército ruso a Ucrania está injustificada desde cualquier punto de vista de la legalidad internacional. Pero, dicho esto, también es verdad que en historia y geopolítica los hechos cuentan.

Independientemente de su ilegalidad, las consecuencias de esta guerra son:

1. La ruina de Ucrania, que va a ver destruida su infraestructura, asesinados civiles y muertos militares, emigrados casi cinco millones de ciudadanos y, quizás, mutilado su territorio soberano.

2. Tensiones financieras en Rusia, caída de su PIB y del rublo, muerte de militares y destrucción de equipos, hundimiento de sus relaciones internacionales y posibilidad de desestabilización política interna.

3. Problemas de suministro energético y otras materias primas, inflación y bajo o nulo crecimiento económico en los vecinos europeos y sus efectos de subida de precios internacionales.

4. Efectos en las economías del tercer mundo que agravarán sus problemas de crecimiento, hambre y miseria.

 5. Una modificación de los movimientos geoestratégicos en la OTAN, EEUU, China, etc. 

Un desastre para muchos. Un terremoto imprevisto cuando el mundo esperaba respirar con la salida, o al menos la amortiguación, de la pandemia de la Covid-19 y relanzar la economía. Es como si ese mundo se hubiese vuelto loco. ¿A quién beneficia tanta insensatez?

En este conflicto, la emocionalidad prima sobre la racionalidad y eso puede llevar a un desastre mayor. Sus dos principales protagonistas, Putin y Zelenski, están atrapados por sus propias decisiones. Cada uno de ellos debió tener sus razones para tomar las decisiones que llevaron a la situación actual. Aplaudidas por la opinión pública internacional las del ucraniano y denostadas las del ruso. Pero "agua pasada no mueve molinos". Los gobernantes tienen la obligación moral de pensar en el bien de los ciudadanos. ¿Están a la altura?

Sin embargo, la responsabilidad no se queda solo en ellos. China y EEUU como potencias mundiales, la Unión Europea, Francia e Inglaterra por proximidad, la ONU por su papel… Deberían mover ficha para que pare la locura. Lo cual conociendo los antecedentes históricos de situaciones similares exigirá encontrar un acuerdo que dé salida a los dos protagonistas principales. Solo los estadistas, no los simples políticos, son capaces de hacerlo, ¿los hay en este momento?

Para responder a esa pregunta debemos plantear antes la pregunta: ¿a quién beneficia tanta insensatez? Se pueden hacer algunas hipótesis sobre ello. Unas referentes a los Estados, otras a empresas y a personas concretas que siempre hay detrás de todo.

China es uno de los Estados beneficiados. Tiene petróleo y gas ruso más disponible y barato

China es uno de los Estados beneficiados. Con la guerra de Ucrania tiene petróleo y gas ruso más disponible y barato. La dependencia de Putin del gigante asiático se acrecienta, necesitará créditos para mantener la ofensiva y reconstruir el país. China se convierte en el actor principal del centro euroasiático.

EEUU participa en la guerra vía intermediarios. Esta vez no habrá cadáveres de soldados estadounidenses llegando a los aeropuertos. El presidente Biden no carga con esa responsabilidad y la industria estadounidense está vendiendo su gas a precios altos.

Es como si China y EEUU se hubieran puesto de acuerdo para desestabilizar más Europa después del brexit.

Es como si China y EEUU se hubieran puesto de acuerdo para desestabilizar más Europa después del 'brexit'

Son solo hipótesis que habría que demostrar, pero en geopolítica una de las principales habilidades es que parezca que las cosas ocurren porque sí, forzadas por la realidad.

Las empresas productoras de armamento también se benefician de un inesperado aumento de la demanda de sus productos. No estoy en contra de su existencia. El armamento tiene, entre otras funciones, la defensa. El adagio romano era si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepara la guerra).

Además, en la guerra no sólo se consumen armas, se ha producido un aumento del precio de materias primas por la escasez que ha generado.

Detrás de los Estados y las empresas hay personas concretas. Unas se lucran, otras no reaccionan como debieran y, finamente, hay terceras personas demuestran no estar a la altura que requiere la situación.

La falta de liderazgo mundial, la locura de algunos dirigentes, la incapacidad de otros y los intereses de algunos llevan al desastre a muchos. ¿Hay alguien que pueda y quiera hacer algo? En las novelas policiacas el sospechoso es el que tiene beneficios por el crimen.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.