La guerra en Ucrania tiene consecuencias. No es menor la repercusión en la economía de los países europeos. De todos, a los que menos debería influir es a los más alejados del conflicto, entre ellos España. Ese impacto hubiera sido casi nulo si Sánchez no se hubiese dedicado a despilfarrar y endeudarse hasta el 120% del PIB. Un PIB que no subirá lo esperado por la recesión que trae la guerra.

La subida de los salarios públicos, las pensiones, la renta mínima, el aumento del salario mínimo interprofesional, no contener ni bajar los gastos de las Administraciones… podrían haber sido soportables por la economía española en un escenario de crecimiento; de rebote después de la pandemia, con los fondos de Next Generation funcionando.

Pero si por la guerra la alegría económica se enfría, el panorama será de: aumento del déficit público, inflación, subida de costes energéticos, descontento social, etc. Por ejemplo, sí de verdad la inflación es del 10% o similar este año ¿A cuánto ascenderá la factura de las pensiones indexadas a ella? ¿Cómo se va a financiar?

Si por la guerra la alegría económica se enfría, el panorama será de: aumento del déficit público, inflación, subida de costes energéticos…

El horizonte de las finanzas públicas se presenta aterrador. El presidente Sánchez lo sabe. Por eso está nervioso. Por eso pidió un Pacto de Rentas.

Ya tuvimos pactos de renta en España en momentos críticos: los Pactos de la Moncloa con el Gobierno Suarez. También el Acuerdo Nacional por el Empleo de 1981, con Calvo Sotelo, después del fallido golpe de estado de Tejero. Los dos en crisis económicas y políticas con la inflación desatada.

¿Qué significa eso de Pacto de Rentas?: que los empleados (públicos y privados) renuncian a aumentar sus salarios de acuerdo con la inflación aceptando subidas inferiores a ella; que las empresas y familias aceptan aumentos impositivos; y, a cambio, el Estado redistribuye ingresos en materias sociales.

¿Qué significa eso de Pacto de Rentas?: que los empleados (públicos y privados) renuncian a aumentar sus salarios

Más claro: los trabajadores se aprietan el cinturón reduciendo su capacidad adquisitiva; empresas y particulares también; y el Estado ayuda a compensar en algo a los ciudadanos menos favorecidos.

Un panorama nada alentador para un Gobierno que basó su política en el despilfarro porque ya ha dilapidado las reservas económicas de la Administración.

Ahora para aumentar los gastos sociales sólo tiene dos posibilidades: a) endeudarse más, lo cual no es prudente con un horizonte de subida de intereses por parte del BCE; b) subir los tipos impositivos a las empresas que entonces dejarán de invertir y crear de empleo; en cuyo caso disminuye el consumo dificultando la recuperación económica.

Ninguna de las alternativas es sensata. De momento la ministra de Hacienda ya anunciado que pospone la prevista subida de impuestos.

Imagínense que aumenta los impuestos de carburantes (como sugieren los supuestos "expertos independientes" del Libro Blanco tributario nombrados por la ministra) ¿Cuánto costaría llenar un depósito del coche? ¿100 euros? ¿Quién lo iba a soportar?

La solución, ante este futuro incierto y complejo, es la contraria a lo que ha hecho el Gobierno Sánchez hasta ahora, es: reducir el gasto público, embridar el déficit de las Administraciones; favorecer la inversión productiva; dinamizar la economía; no ahogar a los autónomos; usar los fondos de New Generation para aumentar la competitividad de nuestros clausters empresariales, … Es decir, volverse al centro-derecha.

La solución, ante este futuro incierto y complejo, es la contraria a lo que ha hecho el Gobierno Sánchez

La reconversión al centro-derecha acaba de hacerla Sánchez en política exterior. El PP aplaudió el envío de armas a Ucrania. De ahí el enfado de las ministras progres de Unidas Podemos. Ahora le toca en economía ¿Lo entenderá su electorado? Difícilmente.

Entonces, sus votantes desilusionados se abstendrán o votarán al PP. Porque puestos a optar por una política de centro-derecha, se vota lo auténtico y no un sustitutivo socialdemócrata descafeinado con nata comunista.

Para diluir su responsabilidad Sánchez, que sabe todo esto, intentará abrazarse al centro-derecha, como antes lo hizo con UP. Es el abrazo del oso que ya ensayó con Pablo Iglesias y le salió bien. Ahora ¿pedirá ayuda para el Pacto de Rentas al PP?

Y Feijóo, ¿cederá a la tentación del abrazo del oso Sánchez? Si el futuro líder del PP es capaz de sortear la trampa con gracia y le hace una "cobra" a la gallega, ganará la partida.   

*** J. R. Pin es profesor del IESE.