Nunca ha habido un momento más estimulante para los avances tecnológicos que mejoran nuestra forma de vivir. Conceptos antes reservados a la ciencia ficción forman ahora parte de nuestra vida cotidiana, desde controlar un ordenador con la mente hasta mantener una conversación informal con inteligencia artificial. Ahora que nos encontramos en plena Cuarta Revolución Industrial, es más importante que nunca humanizar la tecnología para que mejore nuestras vidas en lugar de complicarlas.

Los seres humanos anhelan la conexión, pero temen el cambio social a menos que produzca experiencias nuevas y más positivas. Cada revolución industrial conectó el mundo de formas inesperadas, dando lugar a un rápido cambio de nuestra sociedad y de la vida tal como la conocemos.

Las cadenas de montaje hicieron más asequible la fabricación, lo que a su vez propició la adopción generalizada de los vehículos de motor. Antes de que nos diéramos cuenta, las carreteras se llenaron de desconocidos dispuestos a compartir sus nuevas ideas. Los telegramas, los teléfonos y, con el tiempo, los móviles e internet hicieron posible mantener la conexión con otros seres humanos y que esas ideas siguieran fluyendo. Sin embargo, con cada impulso significativo hacia el futuro, nuestra relación personal con la tecnología se ha vuelto notablemente menos humana.

Pero, curiosamente, no tiene por qué ser así. El cerebro humano sabe lo que hace.

Aunque la razón evolutiva es objeto de debate, ver caras en objetos cotidianos, pareidolia, se produce porque nuestro cerebro está programado para buscar a otras personas y comprender su estado de ánimo. De hecho, la necesidad de conectar es tan innata que nuestras ondas cerebrales se sincronizan con las personas y grupos con los que interactuamos. Estamos literalmente en la misma longitud de onda.

La conexión humana es tan vital para nuestra existencia que, en 2023, un estudio demostró que las personas con fuertes vínculos sociales tienen la mitad de probabilidades de morir en un periodo de tiempo determinado que las que tienen menos conexiones de este tipo.

El Foro Económico Mundial predice que la tecnología de mayor éxito se centrará en la experiencia humana en lugar de en "modelos de negocio que priorizan el valor para el accionista sobre los valores de la sociedad y nuestras necesidades humanas fundamentales".

Para humanizar la tecnología en esta Cuarta Revolución Industrial, estas necesidades básicas, arraigadas en nuestro cerebro, deben seguir siendo el centro de la experiencia del usuario. El futuro es el punto de encuentro entre la tecnología y la humanidad. 

Hay dos formas principales en que la tecnología puede mejorar la experiencia humana: las interfaces de usuario y los dispositivos que nos ayudan a satisfacer nuestras necesidades humanas básicas, y las mejoras corporales que amplían nuestro potencial.

Siempre me ha fascinado la mente humana y cómo se cuestionan continuamente sus supuestas limitaciones. Creo firmemente que la tecnología no tiene por qué dividirnos, sino que puede apoyar nuestra humanidad.

La inteligencia artificial está revolucionando la forma de entender la actividad cerebral y lo que nos hace humanos. Durante décadas, los ingenieros han modelado la programación informática a partir del cerebro humano, con sus limitaciones, claro. Ahora, esa misma programación puede ayudarnos a desbloquear las emociones y la salud mental, aumentar el rendimiento cognitivo, restaurar la movilidad y, algún día, incluso permitir la comunicación entre cerebros.

Esta Cuarta Revolución Industrial nos brinda una oportunidad única para crear tecnología que trabaje con y para los humanos, en lugar de contra ellos. Uno de los factores más importantes que hay que tener en cuenta es que cada persona es diferente. Muy pronto las marcas utilizarán el ‘neurofeedback’ para hacer que los productos y las experiencias laborales sean más personales.

Por ejemplo, el electroencefalograma inalámbrico permite a las personas seguir su actividad cerebral como lo harían con sus pasos para reducir el estrés y aumentar la concentración. Una de las cosas más maravillosas del ser humano es que todos somos únicos. Lo que a una persona le ayuda a relajarse o a concentrarse puede ser diferente de lo que hace otra persona… y eso está bien.

No existe una solución médica o tecnológica única. Por eso es crucial que, a medida que la tecnología y la innovación avanza, utilicemos nuestro ingenio para crear conexiones genuinas con nosotros mismos y con los demás.

Y es que eso, al fin y al cabo, es lo que nos hace únicos.