¿Cómo capacitar al líder para colaborar al máximo con la inteligencia artificial?

¿Cómo capacitar al líder para colaborar al máximo con la inteligencia artificial?

Tecnológicas

La nueva tarea del líder: dirigir empresas con algoritmos

Siete expertos internacionales de London Business School, Wharton's School, Stanford, Ucla, Deloitte, Insead y Greater Boston Area explican a INNOVADORES cómo será gestionar una empresa con inteligencia artificial

29 mayo, 2018 09:00

“La inteligencia artificial es un buen esclavo, pero un mal maestro”, sentencia Julian Birkinshaw, profesor de Estrategia y Emprendimiento y director académico del Instituto de Innovación y Emprendimiento en la London Business School, cuando le preguntamos sobre la función de los líderes del management, responsables de las decisiones empresariales, cuando se incorpore la inteligencia artificial (IA) de manera cotidiana a las organizaciones. La sola idea de que las grandes estrategias empresariales puedan depender de una combinación de algoritmos hace temblar a más de uno.

“La inteligencia artificial es un buen esclavo, pero un mal maestro”

Con la implementación de la IA, la reinvención de la administración empresarial se presenta como inevitable. La revolución tecnológica convierte en obsoletos los modelos empresariales hasta ahora conocidos. Nacen nuevas empresas, capacidades, competencias y tecnologías que requieren de un liderazgo también renovado. La quinta edición de The Future of Leadership Development Conference, organizada por IESE el pasado abril en Barcelona, reflexionó, bajo el título The Future of Management in an Artificial Intelligence-Based World, sobre como los líderes tendrán que gestionar este proceso de cambio, aportando soluciones constructivas y reinventando, en definitiva, el entorno laboral.

“Si el management elige seguir con la tradición, continuará en la reducción de costes laborales y el incremento de la productividad aunque, francamente, hay pocas pruebas de que la IA haya mejorado o ayude a mejorar la productividad. En cambio, si elige utilizar la IA para aumentar las habilidades humanas, es probable que descubra que puede incrementar las ganancias por otras vías”, responde Robert J. Thomas, consultor de liderazgo y grandes equipos y CEO a la Greater Boston Area, contactado por INNOVADORES.

Pero ahora todavía nos encontramos en una incipiente IA, en la era de los algoritmos, una secuencia de instrucciones ordenadas y finitas que permiten llevar a cabo una actividad de manera más llevadera rápida y segura. Para Birkinshaw, “su uso ofrece ventajas competitivas a las organizaciones empresariales, pero aquellas que conseguirán más éxito serán las que los utilicen para ayudar a las personas, no para que éstas se hagan cargo de las decisiones que se han de tomar en base a ellos”.

Los algoritmos pueden llegar a ocupar hasta un lugar en el consejo directivo

Los algoritmos ya están presente en las organizaciones, encargándose de automatizar las tareas más repetitivas, “pero su evolución los sitúa en un futuro en actividades más estratégicas, quizás hasta ocupando un lugar en el consejo directivo”, explica Thomas, que augura que reconocer este potencial “provoca que los ejecutivos y otros profesionales con responsabilidades empresariales se preocupen de aquello con lo que los trabajadores de rango menor han tenido que lidiar durante casi un siglo”, la pérdida del puesto de trabajo.

En los algoritmos “tenemos el gran desafío”, indica Peter Cappelli, profesor de Management en la Wharton School y director del Wharton’s Centre de Recursos Humanos de la Universidad de Pensilvania. “Los responsables están tomando ahora decisiones sobre contratación y marketing sin datos ni evidencias, y esto es bastante malo. Por un lado, los algoritmos no son perfectos, las relaciones que a menudo identifican son muy débiles, y esto les obliga a esforzarse para entender el nuevo orden y aprender con celeridad su funcionamiento”.

La IA destruirá miles de ocupaciones y creará otras muchas, “pero la forma como cambiaran los trabajos dependerán de las decisiones tomadas por los líderes, que tendrán que asumir sus consecuencias”. Cappelli recuerda como “algunas empresas, con la incorporación a la industria de la tecnología CAD/CAM, se deshicieron de sus maquinistas y contrataron ingenieros para programar y controlar las máquinas mientras otras, en cambio, capacitaron a sus maquinistas para realizar la programación. Aquí está la diferencia”. Cappelli está convencido de que la IA no reemplazará a los líderes empresariales en la toma de decisiones, “ni tampoco llegará nunca a substituir el talento”.

Cuestión de agilidad

La IA destruirá miles de ocupaciones y creará otras muchas

Serán las organizaciones inteligentes, según Thomas, las que “reconocerán que la agilidad y la capacidad de responder a las demandas cambiantes de los clientes son esenciales para la supervivencia corporativa, incluso en aquellos negocios más sensibles a los costes”. Una agilidad que, según él, se concentra en “el factor humano y, por tanto, las empresas se beneficiaran al aumentar la inteligencia de las personas en lugar de tratar de reemplazarla”.

Aceptación y colaboración con la IA parece ser la nueva competencia en la que tendrán que aplicarse los líderes empresariales si no quieren convertirse en autómatas al dictado de la tecnología. Ya hemos aprendido, según Thomas, que “las máquinas rara vez ofrecen soluciones completas y confiamos profundamente en los humanos para crear soluciones alternativas para abordar sus deficiencias”.

Aconseja a los gerentes “hacer las preguntas correctas, compartir su pensamiento y colaborar con la inteligencia de la máquina”, porque “los ejecutivos inteligentes reconocerán que la transparencia, la verdad y la lógica les serán más útiles, y que los datos corruptos e incorrectos, y unas redes vulnerables pueden hacer que el sistema tecnológicamente más sofisticado se vuelva indefenso en nanosegundos”. Nos da el ejemplo del efecto de un guijarro en una pista de pruebas, de cómo algo pequeño y aleatorio puede destruir un vehículo de alta velocidad, para afirmar con rotundidad que “dependiendo de cómo se afronte el reto de la aplicación de la IA en el mundo empresarial, la próxima década verá la proletización de la gestión”.

Los expertos coinciden en que solo las tareas rutinarias deberán ser delegadas en las máquinas, porque su beneficio es general. Pero, como apunta Dominique Hanssens, distinguido profesor de investigación de Marketing de la UCLA Anderson School of Management, “la obediencia a la máquina no tiene sentido y por tanto, la mejor estrategia será la de asignar recursos a los humanos para las tareas en las que éstos son mejores y a las máquinas, en las que ellas nos superan”.

Los efectos

En el corto plazo, los efectos de la IA serán menores y solo afectaran unas pocas industrias. En los próximos cinco o diez años, en opinión de Ilian Mihov, decano de la escuela de negocios Insead y profesor de Transformación Económica y Empresarial, “los principales efectos provendrán del análisis de datos y del uso de algoritmos de aprendizaje automático, pero la mayoría de expertos en este campo cree que dentro de este siglo ya veremos desarrollar una IA que habrá alcanzado el nivel humano de inteligencia o incluso la puede llegar a superar. En este caso, el efecto que provocará en los negocios será profundo, tanto en lo que producimos como en la forma en que producimos”.

Con el aprendizaje automático la IA dominará la toma de decisiones

Mihov está convencido de que en las próximas décadas, la inteligencia humana, acrecentada por las herramientas de aprendizaje automático, dominará la toma de decisiones. “Puede considerarse la IA como una amenaza para los humanos, pero también puede ser una gran oportunidad, porque podemos utilizar estos algoritmos para crear mejores predicciones, para detectar patrones en estructuras de datos complejas y para mejorar la toma de decisiones”.

Los expertos apoyan la utilización de la tecnología para habilitar en lugar de restringir la acción individual. “La IA reemplazará la dirección humana en ciertas actividades, pero todavía deja al líder empresarial ante muchas posibilidades de decidir la mejor forma de gestionar y coordinar, para dar un valor superior a la empresa”, apunta Birkinshaw. Pero aún queda mucho camino por recorrer. Según el estudio Deloitte Global Human Capital Trends de 2017, solo el 16% de los líderes empresariales y de recursos humanos afirma estar en condiciones de administrar una fuerza laboral compuesta por personas, robots e IA.

¿Cómo capacitar al líder para sumir la plena colaboración con la IA? Para Mihov, “primero, hemos de desmitificar los conceptos cotidianos, que tenemos muy interiorizados. A continuación, los líderes empresariales deben aprender a integrar los algoritmos de aprendizaje automático en los diferentes procesos, incluidos los referentes a la toma de decisiones de alto nivel. Por último, y teniendo en cuenta que el proceso de automatización ya habrá estado aplicándose durante décadas, algunas habilidades habrán quedado obsoletas.

¿Como dirigir entonces la fuerza de trabajo? Hay muchas preguntas importantes que deberemos responder para garantizar que las empresas utilizaran todas las posibilidades que nos ofrece la IA. Ésta no reemplazará las persones ni su talento, al menos no de manera inmediata, pero sí que incrementará la inteligencia de las personas, de los líderes”. Mihov se identifica con el movimiento IA Beneficiosa, que defiende que esta tecnología puede aportar mucho, “pero como no está asegurado, tenemos que empezar a prepararnos para garantizar que la IA coexista pacíficamente con los humanos. Si lo hacemos bien, esta tecnología puede ayudar tremendamente a la humanidad”.

Las personas, primero

 “La IA y la automatización destruirán o transformarán muchos puestos de trabajo, e irrumpirán en unas relaciones laborales que ya se encuentran bajo un estrés considerable”, afirma Jeffrey Pfeffer, profesor de Comportamiento Organizacional de la Universidad de Stanford. Aboga porque se tenga en cuenta “la conexión directa entre los entornos laborales y la salud física y mental de las personas, y la mortalidad”, cuestiones de “salud pública que deberían preocupar a gobiernos y empresas, que asumen costes de atención médica cada vez mayores”. Lejos de ser optimista, Pfeffer asegura que “mientras coloquemos los objetivos económicos muy por delante de la vida y el bienestar humanos, es difícil ver cómo la implementación de la IA y otros cambios tecnológicos mejorarán la situación de las personas en los entornos laborales”.