Transición justa, el salto a la energía descarbonizada con el que “nadie se queda atrás”

Naturgy está en proceso de desmantelar sus centrales de carbón, un proceso complejo para el que aplica nuevos planes de regeneración natural y económica en esas zonas.

Durante décadas han dado calor, luz y energía a miles de personas. Pero más que una instalación industrial, la relevancia de las centrales térmicas de carbón españolas iba más allá de su función: eran los centros neurálgicos del empleo de la zona donde se ubicaban y motores para la actividad económica asociada, auténticos puntos de referencia para esas comunidades en torno a las cuales han crecido varias generaciones.

Que la normativa europea instara al cierre de estas infraestructuras en todo el territorio comunitario fue recibido como una noticia esperanzadora para el medio ambiente, toda vez que las fuentes fósiles de energía -carbón, petróleo- están detrás de buena parte de la contaminación que ha puesto en entredicho la buena salud y la diversidad del planeta. Cerrar estas plantas era -es- una puerta abierta a la descarbonización de la economía pero también a la innovación y al acceso a alternativas sostenibles, que limitan las emisiones y que ya hoy son una realidad.

Este cambio de enfoque en la producción de energía ha llevado a las empresas del sector a replantear su actividad y apostar por fuentes renovables como la solar o la eólica, por citar las más comunes hoy en día. El biogás, también ya más generalizado, o incluso el hidrógeno, son otras vías a explorar que irán teniendo cada vez más peso en el futuro. Pero mientras evoluciona todo este nuevo paradigma de la producción energética en el planeta, también es necesario volver la mirada precisamente a esos lugares donde el carbón ha dejado ya de ser el protagonista.

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Cerrar la brecha con nuevas oportunidades

El motivo es que, si bien la clausura de esas instalaciones conlleva innumerables beneficios para el medio ambiente, el proceso ha generado efectos colaterales no del todo positivos entre quienes han convivido más estrechamente con estas centrales porque tenían en ellas su trabajo o, al menos, se beneficiaban de alguna manera de su proximidad. Es precisamente al encarar esta paradoja donde emerge el compromiso de Naturgy para cerrar esa brecha en base al enfoque social que refleja su Plan Estratégico y que, en este caso concreto, trata de llevar a cabo esta transición energética de forma justa y “sin dejar a nadie atrás”, como apunta Nuria Rodríguez, directora de Medio Ambiente y Responsabilidad Social en la compañía.

“Lo que se pretende al hablar de ‘transición justa’ es que, con el cierre de estas plantas, la gente que se ha visto afectada y que ha vivido de esa actividad se vea compensada con otras opciones que estén en línea con la transición energética, es decir, con energías renovables”, señala Rodríguez.

Nada en el desmantelamiento de una central de carbón se deja a la improvisación, y por eso la propuesta social también está contemplada como un elemento más en estos procesos. Como explica la directora de Medio Ambiente y Responsabilidad Social en el grupo Naturgy, cerrar una planta de este tipo es “largo y complejo”. Si bien la ejecución depende de la compañía, para hacerlo de “forma ordenada y con el mínimo impacto posible” se firman acuerdos “con las administraciones, los sindicatos y otros agentes sociales” para contemplar cada aspecto.

Esta complejidad hace que el proceso pueda dilatarse en el tiempo hasta 41 meses, lo que explica que, de las cuatro instalaciones de este tipo que tiene la compañía en España (Anllares de Sil y La Robla, ambas en León, Meirama en Coruña, y Narcea en Asturias), algunas aún tienen camino por recorrer. Prima la seguridad y la atención al correcto tratamiento de los materiales, de acuerdo a los principios de economía circular que también impulsa la energética: “Al ser uno de nuestros ejes estratégicos, ha sido un elemento muy presente en la ejecución de estos planes de desmantelamiento. Estamos intentando revalorizar, reciclar o reutilizar esos materiales para aprovecharlos al máximo y darles una segunda vida”,asegura Rodríguez.

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Planes de acompañamiento específicos

En paralelo a este recorrido físico y tangible, también se activan lo que Naturgy denomina ‘planes de acompañamiento’: “Son convenios que contemplan todos los efectos de una actividad de cierre como de la que hablamos”, explica Nuria Rodríguez. “En primer lugar, lo que se pretende es restaurar la zona medioambientalmente; en segundo lugar, y no menos importante, plantear proyectos de energías renovables en esas mismas instalaciones o al menos en las mismas zonas, si no fuera posible lo primero. Y por otro lado, garantizar el empleo y la empleabilidad de los colectivos afectados, sean trabajadores propios o proveedores locales”.

En la ejecución de estos planes, la Fundación Naturgy constituye un “pilar fundamental”, según la directora de Medio Ambiente y Responsabilidad Social de Naturgy. Es la entidad la que impulsa las actuaciones encaminadas a fomentar la empleabilidad de estas personas a través de “cursos de formación profesional impartidos junto con las administraciones y empresas para poder reciclar o dar una formación en actividades que tienen que ver con energías renovables”, por ejemplo. “De este modo”, prosigue Rodríguez, “conseguimos dar una salida profesional a todas esas personas que antes estaban trabajando para las centrales de carbón”.

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Nuria Rodríguez, directora de Medio Ambiente y Responsabilidad Social de Naturgy

Además, la Fundación Naturgy también ayuda a reubicar a personal de la compañía en otras tareas o a incidir en la empleabilidad de mujeres, en base a mantener una “perspectiva de género en la transición justa para cubrir todos los aspectos que se pueden dar en cuanto a desigualdades o desequilibrios cuando una actividad desaparece”, cuenta Rodríguez.

Todo este acervo de medidas están coordinadas con el Instituto de Transición Justa, un organismo adscrito al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que vela por “garantizar a trabajadores y territorios afectados un tratamiento equitativo y solidario minimizando los impactos negativos sobre el empleo y la despoblación de estos territorios”, según la institución. De hecho, como señala Rodríguez, la ejecución de Naturgy en sus centrales constituye “un modelo a nivel europeo” por esta sensibilidad de la compañía en restaurar estos lugares tanto a nivel ambiental como en lo económico. Como repite una vez más la directora de Medio Ambiente y Responsabilidad Social de la empresa, se trata de “no dejar a nadie atrás y hacer de la necesidad virtud, aprovechando al máximo las oportunidades que se presentan”.