Gas renovable, la energía sostenible de ‘kilómetro cero’ que activa la economía circular

Naturgy actualiza su hoja de ruta de cara a 2025 con una revisión al alza de sus inversiones en energías renovables y consolidando su apuesta por el biogás.

La innovación y la tecnología están facilitando una transición energética hacia el uso de fuentes de energía renovables, que mantienen todas las capacidades de los combustibles tradicionales pero que minimizan el impacto en el medio ambiente. Estos criterios sostenibles guían el rumbo del sector hacia recursos que, además de cuidar el planeta, también ponen nuevamente en valor elementos que hasta hace pocos años se hubieran desechado sin remedio.

Es el caso de los residuos orgánicos procedentes de ámbitos tan diversos como depuradoras, explotaciones ganaderas o agrícolas, o incluso de los desechos urbanos que acababan, sin más, en depósitos controlados. El punto de inflexión para todos estos elementos, su reactivación en el ciclo de la economía circular, ha venido de la mano de un proceso natural: la actividad bacteriana que degrada esta materia. Es una especie de ‘digestión’ que genera un biogás neutro en carbono y que es totalmente equiparable al que procede de fuentes fósiles en cuanto a potencial energético, pero sin los problemas derivados de su extracción o transporte.

Sublimar este proceso y hacerlo verdaderamente útil para el ecosistema energético es algo que, no obstante, tiene detrás un ingente esfuerzo para establecer los mecanismos más eficientes. Integrar este recurso es una de las más firmes apuestas de Naturgy. La empresa, referente del sector en España, está ampliando desde hace años el número de instalaciones diseñadas para aprovechar este biogás, unas instalaciones que, o ya están en funcionamiento o se encuentran muy próximas a su estreno, y que surten a la red que llega hasta cada domicilio o industria.

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Pionera de plantas de producción de biometano

La novedad de este paradigma lo ejemplifica una de estas bases, la planta Elena, ubicada en Cerdanyola del Vallès, un municipio del extrarradio de Barcelona. Se trata de un punto muy significativo porque fue el primero en inyectar gas renovable procedente de vertedero en la red de distribución en el año 2021. Allí sorprenden varias cosas a simple vista, empezando por su tamaño contenido. Y es que se trata de un lugar muy reducido, al menos mucho más de lo que un ojo poco experto en esta materia podría imaginar para un sitio en el que se ‘fabrica’ gas.

Llama la atención igualmente el entorno. Sabemos que en Elena se usan residuos sólidos urbanos para generar gas, pero ¿dónde están? La respuesta es sencilla: imperceptible para quienes pasen por la zona, todo el material de este depósito de residuos controlado está bajo tierra, almacenado en contenedores conectados a la planta mediante canalizaciones. Esta proximidad entre la ‘materia prima’ y la maquinaria implicada en su puesta en valor es lo que argumenta la catalogación de generación de ‘kilómetro cero’ que es, en sí misma, otra de las grandes ventajas de este ecosistema y que constituye un paso hacia la independencia energética.

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Una solución al problema de la gestión de residuos

Pero hay más puntos a favor, como explica Silvia Sanjoaquín, directora de Nuevos Negocios de Naturgy. Uno de ellos es la contribución de estas instalaciones a la gestión de residuos. La versatilidad de recursos que pueden generar biogás juega a favor en este sentido: “El sector primario supone el 13% de los gases de efecto invernadero que tenemos en España. Por lo tanto, la gestión correcta de los mismos es algo muy bueno para el país porque podemos producir con ellos gas de origen renovable y ayudar a solucionar el problema que tenemos en su gestión”.

“Las ventajas son múltiples” más allá de lo estrictamente medioambiental, añade. “Me gustaría destacar que se trata de proyectos de economía circular. Al final lo que hacemos es valorizar un residuo. Y hoy estamos hablando del biometano, pero también se obtienen otros productos como fertilizantes, por ejemplo, que pueden ser aprovechados en el entorno local”. Y, de una manera incluso más intensa, Sanjoaquín también destaca la manera en la que esta filosofía puede ayudar a la sociedad de entornos rurales: “Es ahí donde el poder generar actividad y empleo es un beneficio muy, muy importante por la generación de oportunidades asociada”.

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Dentro del abanico de energías renovables, el biogás es una vía más para impulsar la descarbonización desde la cartera de Naturgy, algo que “no podemos conseguir únicamente con electrificación porque”, según apunta Sanjoaquín, “al final hay consumos donde electrificar no es eficiente ni energética ni económicamente y donde instalaciones como esta, o como las que producirán hidrógeno, en el que también se está trabajando, son la solución más adecuada para que el cliente se pueda descarbonizar”, aduce.

Y aunque la ubicación es determinante para el tipo de maquinaria implicada, saber cómo funciona la planta Elena ayuda a entender lo que ocurre en otros puntos. Porque ¿realmente todo el proceso es tan simple como parece? Explicado por los expertos de Naturgy, sí. Por supuesto, detrás de la puesta en marcha de Elena y de sus sucesoras hay muchos años de investigación e ingeniería pero la teoría es muy fácil de entender.

Dorian González, responsable de la instalación, comienza su explicación aludiendo, precisamente, a la especificidad de su ubicación: “En su parte de detrás tenemos un depósito controlado que fue asimilando los residuos de todo el área hasta 2011, momento en el que fue clausurado. Se calcula que, para ese momento, se habían introducido unas 500.000 toneladas”, explica González. Tradicionalmente, el biogás que genera la descomposición de esta materia se quemaba. Parece una acción extrema que, de hecho, provoca la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, explica González, la idea detrás de esta solución era la de evitar que “el metano llegara a la atmósfera porque su efecto [negativo] es aún mayor”.

Un gas indistinguible del ‘de siempre’

Así pues, “¿qué valor aportamos nosotros aquí?”, se pregunta Dorian. “Bueno, lo que hacemos es coger este biogás como una materia prima y lo valorizamos. Y algo que era un residuo que se quemaba lo tratamos, lo limpiamos, lo purificamos y lo inyectamos a la red de distribución convertido en biometano”, una vez que se comprueba y se garantiza la calidad del producto final para que el usuario lo reciba en su hogar sin notar ninguna diferencia. “Eso nos permite dejar de quemarlo y de emitir de manera local partículas, nitrógeno o derivados de una quema de proximidad”.

En este lugar se concentra todo lo necesario para recoger el gas en bruto que llega del depósito. Ya dentro de la instalación, primero se le somete a un proceso de condensación para retirarle toda la humedad. Una vez seco, el biogás se filtra para retirar partículas y azufre, etc., tras lo cual pasa por otra fase en la que, mediante unas membranas, se discrimina entre el CO2 y el biogás. Es este gas renovable el que, finalmente y tras un control de calidad, será inyectado en la red por parte de la compañía distribuidora. Se consigue “un producto muy limpio y muy concentrado”, resume González.

Cómo se genera el biogás en cinco pasos

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Hablando de proximidad, está claro que ese es uno de los motivos que ensalzan estas plantas de biogás como una opción ideal para el caso español, porque estas instalaciones están siempre cerca de la fuente de materias primas. “Todas las distancias están reguladas” respecto a núcleos de población o de otras instalaciones, en cualquier caso, aclara González, “pero obviamente este es un modelo de proximidad por fuerza porque no tiene sentido económico ni social hacer grandes traslados de materia prima pudiendo evitarlos”. El factor más limitante en este sentido, reconoce, es el de “la proximidad a la red de gas. España tiene una de las redes más desarrolladas de toda Europa pero, a pesar de eso, hay zonas, las más alejadas de los entornos urbanos, a las que la red de gas no ha llegado”.

Una instalación modular reutilizable

Otro de los aspectos que contribuyen a esta versatilidad del sistema y a su facilidad para ponerlo en práctica en casi todo tipo de ámbitos es lo compacto de la instalación -que ocupa algo menos de 500 m2- y a la facilidad de construirla donde sea necesario (o de retirarla) gracias a una “modularidad hecha adrede”. Es otra de las grandes diferencias entre estas instalaciones de ‘kilómetro cero’ y el complejo desmantelamiento de grandes plantas industriales o energéticas llegado el fin de su vida útil.

Todas estas características trazan el éxito del biogás como alternativa limpia y asequible en el mix energético español y la aportación de Naturgy en este contexto es clave. A la estela de la planta Elena, capaz en estos momentos de generar al año 12 GWh (energía equivalente a la que consumen en ese periodo 3.200 viviendas), la compañía tiene previsto elevar la producción de gas renovable hasta alcanzar un 1 TWh en el futuro. Es un esfuerzo para lo que cuenta no solo con su tecnología sino con colaboraciones con terceros, tanto en la esfera pública como privada.

Proyectos surgidos de estas alianzas son, por ejemplo, la Unidad Mixta de Gas Renovable de A Coruña o la planta de Vila-Sana, en Lleida, u otros tres proyectos recientemente anunciados que entrarán en operación a lo largo de los próximos meses: son las futuras plantas de producción de biogás de Torrefarrera (Lleida), Utiel (Valencia) y Utrera (Sevilla). Estos proyectos son los más destacados de los más de 50 que tiene la compañía en diferentes fases de desarrollo, ejemplos de una renovación generalizada de nuestro parque de energía basado en fuentes renovables y que, como explica la directora de Nuevos Negocios de Naturgy, es “una solución de futuro que va a aportar múltiples beneficios para nuestros clientes” y, por supuesto, para el planeta.

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