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Economía circular, mucho más que el reciclaje: el valor añadido de extender la vida de los materiales

Compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar tantas veces como sea posible, para crear un valor añadido y extender el ciclo de vida de los productos se convierte en algo básico. La economía circular ha llegado para quedarse.

El cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales del planeta son dos retos a los que la sociedad se lleva enfrentando desde hace décadas. Pero ha sido en los últimos años cuando se ha generado una suerte de espíritu colectivo que ha tomado conciencia de estos problemas y ha asumido un rol protagonista para paliar la situación, intensificando su labor en todos los frentes con el fin de virar una situación que amenaza con cambiar el mundo tal como lo conocemos.

Todos, en la medida de nuestras posibilidades, tenemos a nuestro alcance medios de reducir nuestra huella. Cada uno de nosotros como ciudadanos, administraciones y empresas, tenemos que tener la conciencia de que podemos ayudar. Las grandes compañías, por su potencial, probablemente pueden colaborar de forma más significativa a este objetivo común y ese nuevo paradigma es precisamente lo que las diferencia. Aquellas que incluyen la economía circular como uno de sus principales pilares estarán realmente trabajando en la única forma de frenar el cambio climático y apostar por una economía más sostenible.

A grandes rasgos, la economía circular es un concepto que implica un viraje hacia el uso sostenible y responsable de los recursos que una empresa necesita para su desempeño, pero también -y aquí está el gran paso adelante que supone esta idea- la de aportar un valor añadido a los residuos o los excedentes que se generan en su actividad. De este modo, y a diferencia del modelo tradicional que abogaba por ‘extraer, usar y tirar’, la economía circular pretende reintegrar o reutilizar todas las materias primas en la cadena o incluso derivar estos productos a otro tipo de industrias.

El cambio de rumbo es algo que todos podemos notar. Instrumentos tan simbólicos como el del presupuesto ecológico, que señala los recursos globales que le corresponderían a un país, señala una tendencia que obliga a ponerse en marcha ya: solo España necesitaría este año 2,5 planetas para equilibrar nuestro gasto de recursos con los que se regenera naturalmente. Traducido a una fecha, se puede decir que, desde el 27 de mayo, ya vivimos a cuenta del futuro, según el estudio Global Footprint Network de WWF.

El nuevo enfoque de Endesa

Estos datos, lejos de constituir una anécdota, destacan la necesidad de nuevos modelos productivos. La economía circular se perfila clave en este contexto porque aboga precisamente por eso, por evitar el derroche. Este esquema es especialmente valioso y útil en el sector de las energéticas. Endesa, de acuerdo a esta filosofía, ha asumido un papel protagonista y ha apostado decididamente por “incorporar e integrar estos principios en nuestra cultura empresarial desarrollando un proceso de cambio hacia nuevas formas de producir y consumir y, por supuesto, rediseñar nuestro modelo de negocio que incluye tanto a proveedores como a clientes”, según explica Virginia Ocio, Responsable de Economía Circular de Endesa.

Este enfoque adquiere plena vigencia en esta época en la que el sector se halla inmerso en la resolución de los retos inherentes a la transición energética. Y es que, frente a la visión cortoplacista de los modelos previos, insostenibles en tanto en cuanto dilapidaban buena parte de nuestros recursos naturales sin ningún tipo de retorno, Endesa propugna, con otros agentes públicos y privados, este nuevo modelo que busca la descarbonización en la producción de energía, por una parte; y alcanzar los objetivos verdes fijados en el Acuerdo de París en 2015 y para el que todas las compañías están ya adaptando su operativa con horizonte 2030. La energética, por ejemplo, ha anunciado que, hasta ese momento, invertirá unos 25.000 millones de euros en la próxima década en estos fines y con la vista puesta en que el 80% de toda su generación esté libre de emisiones de CO2.

La economía circular es mucho más que una solución para estos problemas. Más aún, se trata de un nuevo paradigma estructural que ayudará a alcanzar estas metas pero que, al mismo tiempo, tiene unas ventajas insospechadas décadas atrás y que abren vías a nuevas oportunidades de negocio: “Debemos diseñar nuevos modelos de negocio que nos permitan mantener el valor de los productos y los materiales el mayor tiempo posible, incrementando también su factor de utilización. En definitiva, repensar nuestro modelo en toda su cadena de valor con el objetivo de optimizar los flujos económicos y ecológicos de los materiales”, explica Virgina Ocio.

Descarbonización como meta

Esta concepción ayuda también a entender su alcance, que incluye “desde los aprovisionamientos hasta las soluciones finales para los clientes”, esto es, durante todo el ciclo productivo. En el origen, Endesa se encuentra en un proceso de descarbonización de sus plantas de energía que se traducirá en un “cierre progresivo de las centrales de carbón y su sustitución por otras de generación renovable, lo que supondrá una generación libre de emisiones” y que, además, sitúa a España en el camino de la autosuficiencia energética.

Según el nuevo plan estratégico de la entidad, se prevé que para 2027 hayan cesado todas las operaciones en este tipo de instalaciones. Además, su cierre no repercutirá en la capacidad de generación total ya que la nueva potencia solar y eólica que se añadirá a la red durante los próximos tres años supera a la que se dará de baja con la clausura de estas centrales de carbón. Con estos movimientos, el parque generador de la compañía en la Península elevará hasta el 62% el peso de las renovables frente al 45% actual.

Para estas plantas de carbón, Endesa tiene un plan que, bajo la denominación de New Life, pretende “identificar nuevos usos alternativos que puedan crear valor para las comunidades locales de acuerdo con el potencial y las prioridades del territorio al que pertenecen. Y eso incluye no ya el uso de los espacios y las infraestructuras sino de “generar oportunidades de nuevos puestos de trabajo gracias a los nuevos fines”.

Este primer paso es uno de los más evidentes y complejos, pero la pretensión de aplicar los principios de la economía circular a todo el proceso también incluye aspectos menos espectaculares pero que tienen muchas horas de trabajo detrás para adaptarse a estos principios. Y es que incluso en los detalles existe un margen de mejora que sume al objetivo global, puesto que apostar por un ecodiseño de las infraestructuras, de los componentes e incluso del mantenimiento, ayudan notablemente, ya que otro de los principios es el de maximizar la vida útil de los bienes y productos.

Cultura de la circularidad

De la misma manera, otra de las pretensiones que se persigue es la electrificación de aquellos ámbitos en los que las energías a partir de elementos fósiles siguen teniendo mucho peso, caso de los transportes, por ejemplo. “Es necesario reorientar la demanda y aumentar el peso específico de la electricidad en el consumo energético del conjunto de la sociedad. En concreto, urge abordar la electrificación del sector del transporte y de la edificación”, cuenta Virgina Ocio. Y muy relacionado con ello, fomentar la cultura de la circularidad en estos ámbitos y, en general, en toda la actividad industrial, estableciendo regulaciones para que los residuos de otros tiempos puedan tener nuevos usos de la manera más eficiente posible.

En este ecosistema, incluso varía el esquema unidireccional con el que las compañías de energía han trabajado siempre. Hasta ahora, el cliente era un sujeto pasivo pero, ahora, y gracias a las diferentes fórmulas de autogeneración, se ha pasado a un modelo bidireccional en el que es el usuario el que incluso puede aportar a la red su excedente, beneficiándose con ello y ayudando a una distribución de la energía más participativa, digitalizada y menos centralizada. Como en el resto de aspectos, la idea es la misma: no desperdiciar nada.

Esta idea se alinea con lo que la Responsable de Economía Circular de Endesa asegura que consiste en dar respuesta a los “desafíos que tienen que ser desarrolladas por las personas y no solo por aquellas que trabajamos en el área de la sostenibilidad”, cuenta. “La economía circular no es algo que podamos incluir en un manual, sino más bien una nueva mirada de cada uno de nosotros como empleados sobre lo que hacemos en el día a día en nuestro trabajo, y cómo no, una nueva mirada sobre nuestro comportamiento como ciudadanos”.

En esta línea, Virginia Ocio explica la que es una de las iniciativas más destacadas de la compañía en esta materia, la denominada ‘Comunidad de Economía Circular’, que integra a personas de distintas líneas de negocio de la empresa y áreas soporte que, con el beneplácito de la Alta Dirección, trabaja en nuevas fórmulas para innovar y desarrollar desde hoy el modelo de producción el futuro con el que todos salimos ganando.