Menos mal que la mayoría va de traje y corbata porque esto empieza a parecerse un poco a un bar de Malasaña en La Movida. Por lo de los encuentros inesperados. Tenemos la suerte de que la barra del 'Wake Up' está cerca del lugar donde se microfona a los invitados. Ahí es donde sucede lo raro. Lo infrecuente en estos Parlamentos donde la "polarización afectiva" –un concepto que nos enseñó el catedrático Pablo Oñate– hace estragos.
Por decirlo con palabras de cama: el 'Wake Up' es el colchón donde se acuestan los que no votarían igual en su puñetera vida. Aunque, como María Jesús Montero siga así, quizá no haga falta más 'Wake Up' y toda España acabe votando lo mismo.
Podríamos empezar esta crónica diciendo: van un director del CNI, el jefe de los empresarios catalanes y un general... Van Félix Sanz Roldán, Josep Sánchez Llibre y Francisco Gan Pampols... Podríamos empezar y acabar por ahí, pero merece la pena desmenuzarlo.
El primero en llegar fue el señor Gan Pampols, vicepresidente de la Comunidad Valenciana, al que no sabíamos cómo saludar. El problema en el saludo al Rey del otro día fue corporal; el de Pampols fue verbal.
Así que se lo preguntamos directamente.
–Disculpe, ¿cómo hay que tratarle? ¿De general o de vicepresidente? Porque ahora que ha entrado usted en política...
–No, oigan, yo no he entrado en política.
–Hombre, general...
–Oigan.
–Hombre, vicepresidente...
–Miren...
Para salir del entuerto, nos pusimos a hablar del chaleco. El general Gan Pampols es un gran amante del Rey y del chaleco. Nos habló de las virtudes de esta prenda que salió del Barrio de Salamanca y que coloniza y coloniza con el mismo ímpetu que Sánchez: "Es fantástico porque no pesa, porque lo puedes guardar en cualquier parte, porque abriga y no te das ni cuenta de que lo llevas". ¿El chaleco o Sánchez?
Vimos la brecha generacional porque aparecieron algunos compañeros que ejercieron durante el franquismo y lo llamaban, como con reminiscencias, todo el tiempo "general". Nosotros, para equilibrar, nos quedamos al fin con "vicepresidente".
Palpamos en el vicepresidente de la Comunidad Valenciana cierto gaullismo. La contradicción que siempre emparedó al general francés: una profunda convicción democrática... y una profunda aversión al partidismo.
Nos dijo que es el tiempo de los "estadistas", de los "grandes pactos entre PSOE y PP"; el momento de derrotar al cortoplacismo. Sólo así se puede lograr la reconstrucción de Valencia y sólo así se puede evitar que vuelva a pasar lo que pasó. Los rejonazos de Pampols valían lo mismo para el partido que le ha fichado que para el partido que gobierna España. Pero eso es de nuestra cosecha.
Ahora entendemos por qué Vox lo tiene en el punto de mira todos los días. ¡Quiere llevar la política al centro! ¡Insensato! Le decimos al general, y se limita a responder con sonrisa diplomática, que lo que les jode a los de Vox es que un general haya entrado en política... y no sea con ellos. Nos dice que quedan dos o tres militares entre Congreso y Senado.
Cuando el general fue niño –¿los generales fueron niños alguna vez?–, había en su casa una caja de metal con velas, cerillas y algún botellín de agua. Era porque se iba la luz y se cortaba el agua.
–¿Y eso del kit de supervivencia que dice Europa ¿Debemos tener hoy esa cajita de metal?
–Están sobreactuando. No entremos en pánico.
La charleta con Pampols fue la más larga porque parece que sí es verdad lo de la puntualidad castrense. Los políticos suelen llegar muy justos a estas cosas. Él se plantó en la Casa de América tres cuartos de hora antes.
Le estábamos preguntando por la reconstrucción –iba él recitando de memoria datos y pueblos que no nos daba tiempo a anotar– cuando apareció Josep Sánchez Llibre, que es del espanyol, pero no sabemos si también de EL ESPAÑOL.
Llevaba esas gafas rojas de presentador de televisión y la melena blanca de rey Melchor. Se sentó con el general y le contó lo de las riadas del Vallés, año 1964. Murieron más de mil personas. Sacó el móvil y le enseñó fotografías. Algunos paralelismos: las calles inundadas, la ciénaga y los coches cruzándolas de lado a lado.
El general –perdón, el vicepresidente– se acordaba de esas riadas y contó una anécdota. Franco fue a ver los destrozos y cesó al gobernador civil "porque no llevaba los zapatos manchados de barro". "Franco hacía estas cosas", dijo Pampols.
Ya se le veía a Sánchez Llibre, el líder de los empresarios catalanes, que venía con ganas de hablar. Nosotros les decíamos a los compañeros de Economía: "Este tipo de cargos no suelen dar muchos titulares, ¿no?". Qué bárbaro Sánchez Llibre.
Llamó "capricho de Yolanda Díaz" a la reducción de la jornada laboral. Dijo que en Alemania y Holanda el tope no es de 40 horas sino de 48. Los de la barra nos desmayamos y a nuestro director se le pusieron los dientes largos.
Despertamos con una sensación de cambio de frontera, como si nos hubiéramos quedado dormidos en un tren, porque Sánchez Llibre hablaba de "empresarios catalanes y empresarios españoles".
Como es un empresario antes que cualquier otra cosa, confesó que a él le preocupa mucho más Sumar que Puigdemont. Dijo que le inquietó –y le inquieta– la coalición de Sánchez con Yolanda, pero que con Junts, en las cosas de la pasta, se entiende, igual que con el PP y el PNV. En algunos casos, "también con Vox".
En las empresas, el eje predominante sí es el de izquierda-derecha. No funciona lo de nacionalistas-no nacionalistas. Terminó contando que intentará hacer de lobista para que los partidos más cercanos a él voten una enmienda a la totalidad contra el sueño laboral de Yolanda.
Y faltaba Félix Sanz Roldán, el jefe de los espías. Un verdadero maestro del espionaje... y del camuflaje. Teníamos tantas cosas que preguntarle sobre tantos temas. Pero fue él quien, en cuanto nos presentamos, empezó a contarnos cosas y no había manera de preguntar nada.
–¿Saben? En mi pueblo, uno de cada cincuenta habitantes es director del CNI, Jemad o presidente del Real Instituto Elcano.
–Pero señor Sanz Roldán...
–Es un pueblo fantástico. Se llama Uclés. Mire, aquí está José Juan Ruiz, que también es de allí y va a participar en la mesa de debate conmigo.
–¿Cuántos habitantes tiene?
–250. Esta noche 249 porque yo duermo en Madrid.
–Disculpe, pero...
–¡Raúl del Pozo! Seguro que ustedes conocen a Raúl. Pues también es de Uclés.
–Le queríamos preguntar por...
Aparecen los compañeros de audiovisual: "Disculpen, pero tenemos que microfonar ya al señor Sanz Roldán". Bueno, pues un saludo y viva Uclés. Estaba de buen humor, don Félix, y sobre todo optimista. Dijo: "Invertir en defensa no es ir al súper con un carrito a ver qué tanque me compro, debemos diseñar un concepto estratégico para saber qué queremos hacer". Y luego, con cierta envidia, contó que, cuando estaba él, no había dinero para esa estrategia. Ahora, sí la hay.
En el 'Wake Up', seguimos yendo con el carrito al supermercado de la defensa, a recolectar ideas. Con suerte, el año que viene nos dejan recolectar también pacharán.
