Publicada
Actualizada

La mañana de la segunda jornada del IV Observatorio de los ODS, organizado por EL ESPAÑOL, Invertia y ENCLAVE ODS, ha continuado en el CaixaForum de Madrid con una intervención individual de Maria Eugènia Gay Rosell, vicepresidenta sexta de la Diputació de Barcelona y diputada delegada de Relaciones Internacionales y Agenda 2030.

Tras una breve intervención –también individual– del presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, a través de un vídeo grabado tras no poder asistir al evento, la vicepresidenta sexta tomó la palabra para hablar de "esperanza, logros cumplidos y de proyección".

Pero, también, "del largo camino que queda por recorrer". "Es un momento para poner en valor cómo, en 2015, los estados pusieron sobre la mesa objetivos primordiales para llegar a tener un mundo más sostenible, igualitario y justo. Pero, para ello, sigue siendo necesaria la cooperación", sentenció.

Parafraseando al ex secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, quiso poner sobre el estrado de este foro una cuestión tan importante como son los derechos humanos, "cómo en 1948, las ciudades del mundo, unidas, firman estos objetivos tan relevantes que han pasado a la historia".

En este sentido, Gay Rosell quiso traer al centro del discurso el papel tan importante que han jugado históricamente las ciudades. "Esto es precisamente lo que hacemos desde la Diputació, poner a las ciudades en el centro, como motores del cambio, facilitando la proximidad a las ciudades que las componen, capaces de poner recursos a su disposición para que estas completen sus ODS", afirmó.

Y añadió: "Como un organismo que recoge en total a 5,7 millones de habitantes, tenemos una responsabilidad".

Maria Eugènia Gay Rosell, vicepresidencia sexta de la Diputació de Barcelona

Hablando de responsabilidad, la vicepresidenta sexta y diputada quiso hacer gala de su autoridad para hacer un llamamiento a "Los gobernadores" pues "tenemos una responsabilidad de trasladar estos principios universales a nuestros territorios, porque si no va a ser imposible que haya ningún impacto positivo".

Anotándolo en la lista de deberes, dejó un recado a las autoridades, pues todas "debemos ser el eje vertebrador de un territorio que quiere transformarse".

"Tenemos que reducir la descarbonización, la contaminación. Tenemos la responsabilidad de generar energías renovables y caminar hacia una movilidad también ecológica. Apostar por energía solar, eólica... que supongan un cambio hacia la transición", apostilló.

Y aludiendo al objetivo 10, puso sobre la mesa las "grandes desigualdades que existen en nuestros núcleos más centrales". "Debemos ser capaces de desplegar y cumplir las necesidades de las personas más vulnerables. Que se apliquen políticas públicas, útiles e inclusivas".

Llegando a la recta final de la intervención, Gay Rosell no quiso dejarse en el tintero algo relevante y actual como "el reto que supone la revolución tecnológica".

"La tecnología ha cambiado la manera de relacionarnos, y esta revolución necesita también que se le pongan límites, pero también debemos ser conscientes de la brecha digital que ello trae consigo, al igual que peligros. Nuevas formas de delincuencia, delitos que antes no existían y que ahora atentan contra las gentes vulnerables", expuso.

Tras un enérgico discurso cargado de mensajes, dio paso a los datos, pues la Diputació de Barcelona ha destinado ya 652 millones de euros entre los años 2020 a 2024, "colocándonos como referentes", aseguró.

Ya por último, y tras compartir su paso por Naciones Unidas presentando el Primer Informe Voluntario Local y tras haber puesto en práctica el llamado Visor 2030, Gay Rosell se despidió con un fuerte mensaje en pro de lo que nos ocupa en este observatorio: los objetivos de desarrollo sostenible y la agenda 2030.

"No se trata de un tema de ideologías políticas, es un tema de derechos humanos, de colocar a las personas en el centro de nuestras acciones. Y, solo así, veremos progresar a la humanidad", culminó.