Tras la intervención de Francesca Thyssen-Bornemisza, fundadora de TBA21 Thyssen-Bornemisza Academy, la segunda jornada del IV Observatorio de los ODS continuó con una mesa redonda dedicada especialmente al Objetivo 13, versando sobre la acción climática y su influencia social y en la resiliencia del territorio.
En el encuentro han participado Marta Ares Godoy, directora de la Red Española de Desarrollo Sostenible (REDS-SDSN); Víctor Viñuales, cofundador de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES); Ana Beatriz Jordao, responsable de la Oficina de ONU-Habitat en España; y Carol Portabella, presidenta de la rama española de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco.
Bajo un telón de especial intensidad institucional con la Asamblea General de la ONU en marcha y la inminente cumbre del clima COP30, la sesión giró en torno a cómo aterrizar los compromisos globales en cambios para comunidades, qué papel juegan estas en la construcción de resiliencia y cómo lograr el cada vez más reclamado Pacto de Estado contra la urgencia climática,
De los retos a la resiliencia
El punto de partida vino de la mano de una pregunta clave: ¿qué papel juega el desarrollo sostenible a la hora de enfrentar retos globales? Víctor Viñuales arrancó con una advertencia. “Su definición más clásica habla de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer el futuro. Y, sin embargo, muchas veces actuamos partiendo del principio de que ‘el que venga atrás, que arree’”.
De izquierda a derecha, Ana Beatriz Jordao, responsable de la Oficina de la ONU-Habitat en España; Marta Ares Godoy, directora de la Red Española de Desarrollo Sostenible (REDS-SDSN); Raquel Nogueira, redactora de ENCLAVE ODS; Víctor Viñuales, cofundador y exdirector ejecutivo de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES); y Carol Portabella, presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco en España (FPA2E).
El cofundador de ECODES alertó de que el modelo económico actual es insostenible. “Con las danas comprendimos que hay una correlación directa entre estos eventos extremos y la temperatura del mar”, señaló. “Los técnicos la explican comparándola con cinco bombas atómicas de Hiroshima por segundo. A esa velocidad se están calentando los océanos”.
Para Viñuales, el gran desafío es doble y viene marcado por la urgencia: “Hemos procrastinado tanto que ahora tenemos deberes enormes en mitigación y, además, en adaptación”, advirtió. “Y eso requiere un pacto multiactor con plazos, cifras y compromisos claros. No podemos seguir con planes que no dicen cuándo ni cómo”.
La conversación giró entonces hacia la Agenda 2030 y la necesidad de evaluar sus avances. Para Marta Ares, su valor sigue siendo indiscutible pese a las críticas. “Es clave hacer balance de estos diez años de trabajo. Esta, tan denostada y en el foco de la desinformación, fue un acuerdo fundamental para guiarnos ante los desafíos globales y hacerlo desde lo local”, subrayó.
La directora de REDS insistió en que ya no es necesario explicar la magnitud de la crisis climática. “La estamos viviendo”, apuntó. Compartió también datos del informe de desarrollo sostenible que publica cada año la red. “Solo el 17% de las metas globales están en camino de cumplirse”, dijo.
Sin embargo, también invitó al optimismo al reconocer los avances en España: "Hace diez años estábamos en el puesto 30; hoy, en el 14. Tenemos mejoras en 11 de los 17 objetivos, con áreas cerca del 80% de cumplimiento. Incluso uno, el de igualdad de género, ya está en verde porque ha superado ese porcentaje”.
Mesa redonda. Acción climática y su influencia social y en la resiliencia del territorio
El debate avanzó hacia otra propuesta clave: la necesidad de un pacto de Estado para afrontar la emergencia climática. Para Ana Beatriz Jordao, la base es la estabilidad. “Me gusta más hablar de durabilidad que de sostenibilidad”, afirmó. “Este acuerdo necesita cimientos sólidos, decisiones basadas en datos objetivos y una gobernanza que asegure la continuidad en el tiempo”.
La responsable de ONU-Habitat en España explicó que la organización cuenta con un centro especializado en datos en Alemania y un programa de resiliencia climática en Barcelona. “Subrayamos que los objetivos sean medibles y temporales. Solo así sabremos si lo que se acuerda realmente funciona”, añadió.
De lo global a lo local
En ese punto, Carol Portabella insistió sobre el escenario en la necesidad de implicar a todos los sectores en la construcción de marcos de actuación en materia medioambiental. Comenzando por los legisladores, advirtió que "la despolitización es fundamental", así como también lo es no dejar de lado a quienes experimentan directamente sus efectos.
Para la presidenta de la rama española de la FPA2, un pacto que no incluya a las voces rurales está condenado a fracasar. “Los que saben cómo evitar un incendio son quienes viven allí: agricultores, ganaderos, vecinos… Su participación es esencial y para ayudarles hay que conservar el tejido económico y social local, invirtiendo y defendiendo al territorio".
Portabella también reconoció sentirse "frustrada" ante el hecho de que en pleno 2025 "todavía tengamos que hablar de la necesidad de una planificación ante inundaciones, plagas, incendios... Todo este análisis ya estaba hecho; lo que le hace falta a ese pacto es contar con unos plazos, un presupuesto y un aterrizaje en las comunidades".
De izquierda a derecha, Ana Beatriz Jordao, responsable de la Oficina de la ONU-Habitat en España; Marta Ares Godoy, directora de la Red Española de Desarrollo Sostenible (REDS-SDSN); Raquel Nogueira, redactora de ENCLAVE ODS; Víctor Viñuales, cofundador y exdirector ejecutivo de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES); y Carol Portabella, presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco en España (FPA2E).
Otro de los hilos de discusión fue cómo afectan las grandes cumbres internacionales —como la inminente cumbre de Belém— en lo local. Si 2025 se perfila como un año clave para la acción climática, la pregunta de fondo es cómo conectarlas para evitar que queden en un plano meramente simbólico.
Para Jordao, la clave está en vincular los datos con la ciudadanía. "Cuando de la planificación basada en datos fiables, cuantitativos y cualitativos se desprenden proyectos que involucran a todos, y, además, se tiene acceso a la financiación adecuada y es posible implementar esas acciones concretas de manera local, ahí es cuando se logran resultados".
Ares insistió en la necesidad de definir visiones colectivas y, en cuanto a la futura COP30, destacó que los países en desarrollo reclamarán mayores incentivos para la lucha contra el cambio climático, así como el papel fundamental de los BRICS este año. “Necesitamos que la cumbre genere compromisos que se puedan ejecutar de manera efectiva”, añadió.
Por su parte, Portabella recordó que “estos grandes foros están planteados desde arriba: sirven para afianzar el compromiso de los Estados, involucran a los más escépticos y se basan en compartir desafíos para lograr estrategias de trabajo". Sin embargo, la adaptación real, insiste nuevamente, "ocurre a nivel local”.
Viñuales concluyó con una idea final que puso el acento positivo a esta mesa cargada de mensajes: “Las cumbres no son perfectas, pero el mundo sería peor sin ellas. Lo internacional y lo local interactúan. Y es en este último escenario donde crece algo fundamental para afrontar la crisis climática: la esperanza”.
