Sara Revuelta (Madrid, 1997) forma parte de la mejor generación de jugadoras españolas de baloncesto en silla de ruedas. La mitad de su vida es el deporte y la otra mitad sus estudios universitarios de Física, una carrera de la que en un futuro espera especializarse en sismología o meteorología.

La selección femenina de baloncesto en silla de ruedas hará historia en los Juegos Paralímpicos de Tokio porque desde Barcelona'92 no se clasificaba para una cita así, aunque en aquella ocasión su participación se debió a su condición de país anfitrión. La importancia de este momento se refleja en sus palabras, que son el sentir de un vestuario muy unido y que rema en la misma dirección. "Llegamos muy ilusionadas pero también con mucho hambre y con el cuchillo entre los dientes".



"Yo creo que no somos conscientes de todo lo que estamos consiguiendo, desde la disputa del Mundial de Hamburgo 2018, el cuarto puesto en el Europeo de Rotterdam 2019 y la clasificación para estos Juegos. Estamos tan centradas en Tokio que no lo pensamos aunque tenemos hambre de más, queremos competir", confiesa.



El papel clave en este despegue del combinado femenino lo tiene el seleccionador Abraham Carrión. "No se lo pusimos fácil cuando llegó en 2015, pero ha hecho un cambio muy grande. Durante estos años nos hemos profesionalizado y nos han invitado a torneos internacionales importantes. Yo creo que puedes tener a las mejores que si no tienes a alguien que lleve el compás no funciona", declara Sara, cuyos sueños con la selección pasan por "un diploma" en Tokio.





"Realmente creo que podemos conseguir un diploma y quién sabe si algo más. La clave será poder entrar en semifinales y a partir de ahí vete a saber. En unos Juegos influyen muchos aspectos y hay que estar preparadas", sostiene.



Pese a su edad, 24 años, Sara Revuelta es una de las veteranas de la selección y puede presumir de jugar en uno de los mejores equipos del mundo, Ilunion, con el que colecciona títulos como 3 Ligas españolas, 4 Copas del Rey o 2 Copas de Europa. "Ilunion es un equipo hecho para ganar y creo que jugar en un club así me hace mejor".



"Tener compañeros más fuertes que tú te hace exigirte más y me ha hecho competir mejor y saber leer mejor el baloncesto. Esos aspectos, cuando vas a la selección, se notan mucho y se ponen en valor", declara Sara, que, al igual que sus compañeras del equipo nacional, compite en una Liga mixta con hombres.



"Ahora mismo no es factible una Liga solo de mujeres. Somos pocas chicas las que practicamos a este nivel el baloncesto en silla y, además, cada una vivimos en una punta de España. Lo que sí hemos hablado es que alguna vez se podría hacer como en Gran Bretaña, que hay una Liga mixta y otra femenina más pequeña", señala. "Personalmente prefiero seguir jugando con los chicos. Mis compañeros de Ilunion son mi familia y, aunque estar con ellos es mucho más duro físicamente hablando, me encanta saber que mejoro cada día", subraya.



Inicios en el baloncesto

Sara Revuelta tiene claro que el deporte, y en su caso el baloncesto, supusieron una válvula de escape y una forma de vida para lidiar con el gran revés que sufrió a los dos años, cuando le diagnosticaron leucemia. Se curó tras recibir durante mucho tiempo un agresivo tratamiento de quimioterapia que también la provocó una lesión medular que la mantiene en silla de ruedas desde pequeña.



Con ocho años, comenzó a practicar deporte en la Fundación del Lesionado Medular, después pasó a una escuela socio-deportiva de Alcobendas de la Fundación Ana Valdivia y, a los trece, probó el baloncesto como una actividad más del fin de semana. Jugó una temporada en el Alcorcón (2013/2014) y, en la siguiente, llegó a Ilunion, aunque al principio con una ficha compartida.





"En mi caso, hacer deporte supuso un cambio de vida. Cuando probé el baloncesto en silla me enamoré y ahora es mi modo de vida. Conozco a gente, veo mundo, viajo. Es la actividad sobre la que gira mi vida", apunta.



"A todas esas niñas que nos vayan a ver por la tele las diría que el deporte adaptado tiene varias modalidades. Sirve como rehabilitación, como ocio o a un nivel más profesionalizado. Yo diría que lo prueben, que no tengan nada de miedo, que le den una oportunidad y que sigan adelante, porque si no les gusta no pasa nada", confiesa.



La aventura en Ilunion pudo acabar en 2019 pero finalmente no ocurrió así. En 2014 rechazó una oferta que la llegó desde Illinois, pero en 2019 sí aceptó otra de la Universidad de Alabama, en Estados Unidos, y se marchó. "Solo aguanté un mes. No estaba muy a gusto porque no me gustaba el estilo de vida ni el sistema educativo".



En el futuro, una de sus ideas es jugar en Alemania y también en Italia. "Puede estar bien", recalca esta estudiante de Físicas en la Universidad Complutense de Madrid que ya acaricia el título. "Estoy a falta del Trabajo Fin de Grado. No ha sido fácil estudiar la carrera, porque compatibilizar los estudios con el baloncesto ha requerido mucho esfuerzo y mucha organización porque es cierto que siendo joven puedes con todo, pero no con todo a la vez", confiesa.





En ese sentido, ha sentido la comprensión de Ilunion y de su técnico, Miguel Vaquero. "Ilunion siempre es consciente que los estudios van por delante". Acorde con sus estudios desvela que le gusta la sismología y la meteorología. Aun así, a corto plazo no descarta dejar aparcada la física para dedicarse aún más al baloncesto.



"En España se puede vivir del baloncesto en silla de ruedas, pero no todos. Lo que cobro no me da para vivir, así que hay que complementarlo con otras ocupaciones", comenta. De momento, el sueño de Tokio está latente. Los Juegos Paralímpicos son una realidad para una generación de oro de jugadoras capitaneadas por Abraham Carrión y su techo, por el momento, no tiene límite. El objetivo es seguir escribiendo páginas de un libro que, pase lo que pase, ya queda en la historia del deporte español.

[Más información: Miquel Iceta viajará a Tokio para apoyar al equipo paralímpico español el 2 de septiembre]

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