Rafa Nadal celebra su victoria con Marc López.

Rafa Nadal celebra su victoria con Marc López. Reuters

Juegos Olímpicos

La media maratón de Nadal en una pista para 66 espectadores

Nadal renuncia a los dobles mixtos para proteger las otras dos medallas después de una semifinal “tensa” jugada sin apenas gradas, con mucho ruido y sin ‘ojo de halcón’. 

12 agosto, 2016 03:12

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El menú de Rafa Nadal para el jueves en Río era propio del triatlón: partido individual de octavos a las once de la mañana, semifinales de dobles a las tres de la tarde y primera ronda de dobles mixto a las siete de la tarde. El abanderado del equipo español ganó a Gilles Simon en dos sets (7-6 y 6-3) y mantuvo el esfuerzo después junto a su amigo Marc López para doblegar en dos ‘tie-breaks’ a la sólida pareja canadiense Pospisil-Nestor (7-6 y 7-6). Salió del segundo partido cansado e irritado ante los problemas de organización del torneo tenístico: “Los que organizan los horarios pueden hacerlo mejor”, afirmó con gesto serio en la zona mixta.


A la jornada le faltaba el tercer compromiso de élite, pero la realidad se impuso y la pareja mixta española se retiró de la competición sin disputarla. “Mi intención es salir a jugar, pero tengo que hablar con los medios y el entrenador”, había avisado. La decisión, probablemente sabia, protege la final de dobles (este mismo viernes) y su posible medalla individual. Una manera estupenda, además, de liberar a una Garbiñe Muguruza poco metida en el torneo, según decían las malas lenguas en la sala de prensa.


Semifinales olímpicas sin ‘ojo de halcón’


El partido de dobles tuvo un desarrollo francamente sorprendente para una semifinal olímpica. Enclavada entre otras pistas secundarias, con apenas tres filas de graderío, el ruido de los partidos adyacentes interrumpía permanentemente la concentración de los jugadores. El lío para acceder a la pista ante la falta de espacio fue tal que algunas personas rasgaron incluso la malla que recubre las vallas para presenciar el partido a través de un cuadradito. Autoridades de diversos países (incluido España) se estrujaban para seguir el duelo de pie como pudiesen.


Rafa Nadal ha sido de los pocos deportistas con quejas sobre la organización de los Juegos: primero fueron los monitores luminosos, después los horarios. La estrella del tenis español sigue criticando la decisión de haber comprimido la competición de tenis en una semana. También estaba (como todos) estupefacto ante el hecho de haber disputado una final olímpica ante sólo 66 espectadores y sin ‘ojo de halcón’ (lo que a finales del segundo set derivaría en una discusión entre ambos dúos que duró varios juegos). “Nunca había jugado un partido tan importante en una pista tan mala”, remachó sin compasión.


Marc López, su sólido compañero (además de íntimo amigo), fue sincero –pese a su euforia por la medalla– tras el partido: “Ha sido un partido tenso, la verdad, aunque ahora estoy encantado. No había ni ‘challenge’ [‘ojo de halcón’], pero la verdad es que esto no depende de nosotros. No podíamos cantar bolas dudosas. Estábamos jugando en una pista secundaria, casi sin gradas… El partido se merecía una pista más grande. No era la correcta. Los canadienses te dirían lo mismo: estás jugando por una medalla y al final te tienen ahí en la pista tres, con un vendaval increíble, el público no disfruta, se pueden caer cosas… Pero en fin, hemos ganado”.


Nadal y López disputarán la final del doble masculino este viernes contra la pareja rumana Mergea-Tecau. Su duelo individual de cuartos contra el brasileño Bellucci será también el viernes (18.00, hora española): otra media maratón, pues. La ración de tres partidos diarios (pospuestos por la lluvia que inundó las pistas el miércoles) había llamado la atención de todo el Parque Olímpico. Al final se quedaron en dos, pero el esfuerzo del balear por reivindicarse en este torneo va por buen camino: ya tiene una medalla asegurada y es claro candidato a otra (incluso el oro) tras la inesperada derrota de Djokovic. Su concentración, como se advierte incluso por televisión, es total. Y es que, como suele decir, "perderme los Juegos de 2012 fue el momento más duro de mi carrera”.