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Mercados

¿Por qué negamos la recuperación económica?

Ni el record en matriculaciones de coches, ni el de turistas que llegan buscando las mejores playas o el imparable crecimiento de los usuarios de smartphone han logrado compensar la baja autoestima que tenemos sobre la evolución de la economía nacional. Un dramatismo que mucho tiene que ver con unos salarios que no han seguido el ritmo de la mejora macro. ¿Qué nos impide creernos la recuperación?

16 junio, 2017 15:20

Nunca antes habían llegado tantos turistas extranjeros a nuestras playas (casi 20 millones hasta abril). Pocas veces se habían vendido tantos coches, con 535.697 vehículos nuevos hasta mayo, un 7,3% más que en el mismo periodo de 2016. Somos el tercer país con mayor patrimonio de la humanidad, según la Unesco, solo por detrás de Italia y China. Líderes en renovables, en donaciones y, por si fuera poco, volvemos a comprar casas.

Con este telón de fondo, parece inexplicable el drama con el que los españoles miramos el futuro económico. Se trata de una cuestión casi histórica. ¿En España tenemos la exclusiva del fatalismo, y eso nos hace tener un complejo de inferioridad que se hizo especialmente patente a partir de 2008¿, explica José Ramón Iturriaga, gestor de Abante. Difícil olvidar la `S¿ del famoso acrónimo PIGS, del que tanto ha costado desprenderse en los últimos años.

Se podría decir que de la última letra de los periféricos hemos pasado a dominar Europa. Somos los que más crecemos, la creación de empleo se mantiene aunque a un ritmo más lento y el déficit, según el Gobierno, "está bajo control". Pero pese a este paraíso de recuperación, los españoles seguimos preocupados por el día a día financiero. Según un reciente informe del Real Instituto Elcano, elaborada a partir de datos del CIS, casi un 95% considera que la situación económica actual es peor que hace 12 meses. Y el porcentaje en las perspectivas futuras ronda también esa cifra.

¿El sesgo negativo se debe a factores como la corrupción o el populilsmo¿, indica Iturriaga, defendiendo que aunque no sea un consuelo, ¿hay países más corruptos y otros que apenas han hecho reformas, como Francia sin ir más lejos¿.

UN VISTAZO A LA REALIDAD ECONÓMICA

Los datos económicos parecen dar la razón al gestor. Esta misma semana, el ministro de Economía, Luis de Guindos, anunciaba que España volverá a crecer por encima del 3% este año, el tercero consecutivo. Un 3% que, según los expertos, tiene mucho más valor que el 4% o el 5% de los años en los que había que construir 800.000 casas para mantener el tren en marcha.

Es cierto que la deuda pública sigue desbocada (alcanzando el 100,4% del PIB en marzo). Pero la privada sí ha caído desde sus máximos de 2007. En concreto, las familias y empresas españolas redujeron su deuda en más de 22.000 millones en 2016. En el caso concreto de las familias, el escenario de tipos bajos y baja inflación ha ayudado, y mucho, a los bolsillos, del mismo modo que el acceso a unos créditos más baratos y una reducción de los préstamos contraídos, especialmente por la parte de la vivienda.

Otro de los grandes campos de batalla del Gobierno en los últimos años ha sido el déficit público. Desde el 9% que superó en 2011, el dato cayó en 2016 hasta el 4,3% del PIB. Y el objetivo para este año es que siga bajando hasta el 3,1%.

Los bajos tipos de interés y la reapertura del grifo del crédito también han alimentado una mayor inversión privada, algo que se ha notado especialmente en el sector inmobiliario. Según datos de la consultora CBRE, la inversión inmobiliaria en España alcanzó los 3.417 millones de euros en el primer trimestre, un 50% más a la invertida en el mismo periodo del año anterior.

¿DE DÓNDE VIENE LA CAUTELA?

Si a todos estos factores positivos se suma la evidencia de que `el euro no se rompe¿, tenemos un cóctel de buenas noticias que hacen inexplicable ese pesimismo sobre la situación económica en España. Inexplicable si no se tienen en cuenta otros datos que respaldan a los que ven de forma más cauta el trasvase de las reformas de los últimos años a la economía real. Sin ir más lejos, el consumo per cápita, que en 2016 se situó en el 89% de la media de la Unión Europea, once puntos por debajo del promedio de los Veintiocho, y lejos del 122% de países como Alemania, el 115% de Reino Unido o el 91% de Italia.

Buena parte de esta prudencia viene dada por unos salarios que no han seguido el ritmo de la recuperación económica. Según datos de Adecco, el salario medio en España es un 15,4% inferior a la media en la Unión Europea. En términos absolutos la diferencia es de 298 euros, ya que el salario medio europeo es de 1.934 euros, mientras que el español es de 1.636 euros.

Hay que tener en cuenta que por primera vez desde el año 1933, el IPC se ha reducido por tercer año consecutivo. De media, en 2016, la variación negativa ha sido del 0,3%. "La caída de los precios al consumo, al sermayor que el retroceso del salario medio, ha permitido una ligera subida de su poder de compra", indican desde Adecco. Sin embargo, y según los datos de la firma, en los últimos cinco años se ha acumulado una caída en el poder adquisitivo de la remuneración media de un 2,4%, que equivale a una pérdida de 30 euros al mes.   El propio presidente del BCE, Mario Draghi, ha insistido en que los salarios, uno de los principales motores internos de la inflación, todavía no han respondido a las medidas de estímulo del organismo, pese a la mejora en el mercado laboral de la Zona Euro.  

Por su parte, Javier Monjardín, director de análisis de Tressis explica otros factores que también influyen en el desánimo del inversor español. Pero que esta vez vienen de fuera, como los riesgos geopolíticos, desde Trump hasta Oriente Medio, pasando por el alto endeudamiento privado en China. ¿Las políticas monetarias también se podrían erigir como factor desestabilizador, pero aquí los diferentes bancos centrales parece que han aprendido de situaciones pasadas, y están telegrafiando las posibles futuras medidas, especialmente la Reserva Federal¿, explica. 

En el mismo sentido se manifiesta en un reciente análisis Lucas Daalder, director de inversiones de Robeco, al asegurar que ¿el bajo nivel de los intereses puede generar un bucle de retroalimentación negativa con la merma de las pensiones que da lugar a un incremento del ahorro, de modo que esta política monetaria puede resultar contraproducente¿.  Eso sí, el experto reconoce que con la Reserva Federal subiendo tipos, y el BCE planteándose ya recortar su programa de estímulo, es probable que este factor vaya perdiendo importancia a lo largo de los próximos años.

IMPACTO EN LA INVERSIÓN

La desconfianza sobre la evolución de la economía española también queda reflejada en cierta forma en el comportamiento de la renta variable. El Ibex 35 sube cerca de un 15% en lo que va de año, por encima del 10% del DAX alemán, el 3,87% que acumula el FTSE 100 o el 7,14% que sube el Eurostoxx 50. Sin embargo, los expertos tienen claro que aunque los fundamentales justifican las subidas, ¿los volúmenes siguen en niveles históricamente bajos, lo que significa que tampoco nos creemos esa parte de la recuperación¿, explican desde Abante.

Es la primera lección del behavioural finance (finanzas del comportamiento), estrategias que buscan anomalías en el mercado procedentes, en muchas ocasiones, de esa irracionalidad con la que a veces operan los inversores. ¿Es fácil vender pesimismo al inversor, el miedo es tremendamente humano y el dinero es miedoso por naturaleza¿, explica Jorge López, analista de XTB. Sin embargo, se muestra optimista al asegurar que las grandes instituciones e inversores siguen dentro del mercado, recordando que ¿la renta variable no es una cuestión de gustos o de moda. En el momento actual, es prácticamente la única alternativa¿. Tal vez, y si seguimos su teoría, el pesimismo sea al fin y al cabo un factor positivo para los que siguen haciéndose con todo el papel, ¿porque cuando el positivismo se adueñe realmente del mercado, podrán soltarlo con más facilidad¿.