Seguro que el título le ha atraído hasta esta humilde columna de opinión. Y no les voy a engañar que algo de 'clickbait' ha sido empleado para ello, porque usar 'robots' y 'asesinos' en la misma frase causa, cuanto menos, impresión incluso en el más sabio de los lectores. Pero no piensen que por llamativo, el tema que nos ocupa hoy deja de ser propio de la realidad y no de la ciencia ficción.

Para ser precisos, los drones ya se vienen empleando desde hace años en contiendas bélicas de todo el mundo. En muchas ocasiones, en misiones de reconocimiento o vigilancia. En otras, dotados de la misma licencia para matar que ostenta James Bond. Pero estas aeronaves no tripuladas tienen, en última instancia, a un operario de control por detrás, alguien que da la orden -con mayor o menor atino- de disparar.

La cuestión trascendental que surge a renglón seguido es, ¿qué pasaría si hubiera robots con esa capacidad para usar la fuerza letal en nuestras calles, no en una guerra lejana? ¿Y si el propio robot fuera el que decidiera cuándo disparar, sin que nadie con cerebro y empatía pudiera valorar cada situación particular?

Es un escenario distópico, que bien pudiera haber sido sacado de cualquier serie de sci-fi de serie B. Pero las honorables autoridades de San Francisco han trascendido esa barrera, la cuarta pared, para plantear este debate en el mundo pragmático en que vivimos.

El 29 de noviembre, la Junta de Supervisores de San Francisco votará una propuesta sobre si permitir o no el uso de robots autorizados para matar personas a la policía de la ciudad. Aunque la premisa general de la norma es dar soporte legal al creciente uso de sistemas robóticos, debido a un cambio legislativo de la Asamblea de California, se ha dado la curiosa circunstancia de que la conversación gire en torno a los robots asesinos.

Según Mission Local, los supervisores locales quisieron introducir una frase que a todos nos sonaría normal, lógica y necesaria: "Los robots no deben usarse como uso de la fuerza contra ningún persona". Sin embargo, el departamento de policía borró esa sencilla línea, y ahora la propuesta reza lo que sigue: "Los robots solo se utilizarán como una opción de fuerza letal cuando el riesgo de pérdida de vidas para miembros del público o agentes sea inminente y supere cualquier otra opción de fuerza disponible para el SFPD".

En otras palabras: siempre que haya otra opción se usarán otros medios, pero si no queda otra... el robot podrá matar gente. Al menos teóricamente, ya que estamos ante un salto dramático que no se ha dado hasta el momento: entre 2010 y 2017, los robots no se han enfrentado a ninguna situación en que fuera necesario el uso de fuerza letal, ni tampoco existe un plan en el que se detallen esas operaciones inusualmente peligrosas.

El plantel de robots que están disponibles en estos momentos para las fuerzas de seguridad suele estar limitado a dispositivos que manipulan objetos, rompen muros o desactivan explosivos. Pero también hay algunos artilugios pensados para portar armas de fuego e incluso explosivos, como ya dispone la policía de Dallas desde 2016.

Aunque la norma a debate en San Francisco aclara que siempre estos robots con fuerza letal tendrán un control remoto a cargo de un humano, no hay duda de que la evolución tecnológica no tardará en obligarnos a pensar en la opción plenamente autónoma.

¿Y qué haremos ese día? ¿Cruzaremos esta delicada línea?