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La IA en la UE: buscando el equilibrio entre la protección de los derechos humanos y el fomento de la innovación

9 mayo, 2021 03:14

El pasado 21 de abril la Comisión Europea publicó una revisión del Plan Coordinado de Inteligencia Artificial (IA) de la Unión Europea, cuya primera versión vio la luz en 2018, y que representa el compromiso conjunto de los Estados miembros a la hora de trabajar de manera concertada para maximizar el potencial de Europa a la hora de competir a nivel mundial en un ámbito clave para la economía presente y futura. Aquel compromiso se tradujo en el diseño de las estrategias nacionales de inteligencia artificial, entre ellas la ENIA española, publicada en diciembre de 2020.

No en vano la IA es uno de los pilares de la denominada cuarta revolución industrial, y la Unión Europea es consciente de ir a la zaga de Estados Unidos y de China. En la transformación de los datos en valor y en el desarrollo de servicios basados en IA debemos reconocer además que hemos perdido un socio muy avanzado como era Gran Bretaña, que pasa de ser colaborador en programas de investigación aplicada, como fue Horizonte 2020, a ser un competidor en el tablero global.

Esta revisión de 2021 pone el foco en aprovechar los beneficios y promover el desarrollo de una IA centrada en el ser humano, sostenible, segura, inclusiva y digna de confianza. Para ello despliega por un lado incentivos e inversiones, ante todo a través de los programas Digital Europe y Horizon Europe, y el Mecanismo Europeo de Recuperación y Resiliencia, pero por otro incluye la gran novedad de una regulación específica que establece determinados límites a los desarrollo de IA. Este aspecto es tan relevante que merece un artículo posterior dedicado a analizar la propuesta ‘AI Act’, aún pendiente de pasar el trámite parlamentario en Estrasburgo. Por el momento vale la pena desgranar esta revisión del Plan Coordinado, cuyos ejes son 4:

1. Establecer las condiciones necesarias para el desarrollo y la adopción de la IA en la UE. El primer paso para ello es seguir diseñando y poniendo en común directrices estratégicas en el ámbito político y de gestión pública. Aquí se insta a actualizar las primeras estrategias nacionales, y a publicar las de los países que aún no lo hayan hecho (Austria, Bélgica o Irlanda, entre otros). Se aspira también a que la UE funcione como un mercado único de datos, como ya avanzaba la Estrategia Europea de Datos de 2019, o la Data Governance Act de 2020. Sin duda el evitar barreras a las transferencias internacionales de datos dentro del mercado común es en sí un gran objetivo.

Pero la realidad tiene poco que ver aún con la de China o EEUU, donde, para empezar, que haya un idioma predominante (y millones de personas y empresas generando huella digital en ese idioma) facilita enormemente la comparabilidad de los datos entre distintas regiones interiores, en un volumen sin compartimentar por esa dimensión lingüística. En este eje se quiere también fomentar la capacidad informática crítica mediante infraestructuras de supercomputación, desarrollando nuevas arquitecturas -como las de computación neuromórfica- que mejoren la eficiencia energética de las actuales.

La revisión de 2021 pone el foco en aprovechar los beneficios y promover el desarrollo de una IA centrada en el ser humano, sostenible, segura, inclusiva y digna de confianza.

2. Hacer que la UE sea el lugar donde la excelencia en el desarrollo de la IA prospere en todas sus fases, desde el laboratorio hasta el mercado. La realidad es paradójica en el plano educativo: a pesar de que las mejores escuelas y facultades de ciencias de la computación en los rankings universitarios están concentradas en EEUU, Gran Bretaña (y, últimamente, China), sin embargo por volumen de alumnos egresados y de artículos de investigación publicados Europa es una gran potencia en educación e investigación de la IA. Los profesionales europeos tienen una altísima formación que se valora en esos otros países, y, al no haber un gran tejido empresarial que compita por ese talento en Europa, la fuga de cerebros actual es realmente sangrante.

Desde ese punto de partida se quieren crear, movilizar y retener capacidades de formación e investigación que mantengan la competitividad europea en el marco del Digital Education Action Plan (2021-2017). Por otro lado se quiere proporcionar un entorno para que los investigadores experimenten con datos reales y para que las PYMEs y las administraciones públicas adopten la IA, lo que se canalizará a través de los European Digital Innovation Hubs.

3. Garantizar que la IA funcione para las personas y sea una fuerza positiva para la sociedad. Para ello se apuesta por desarrollar un marco regulatorio que garantice la confianza en los sistemas de IA centrado en la ya mencionada AI Act, una norma inédita a nivel mundial que prohíbe determinadas aplicaciones de la IA como el scoring social o la vigilancia masiva indiscriminada y en tiempo real (con excepciones). Además pone condiciones a los desarrollos no prohibidos pero sí considerados de alto riesgo (un listado de aplicaciones que será revisado periódicamente).

Consciente de que en el pasado Europa ha “exportado” regulación, en el sentido de que normas como el Reglamento General de Protección de Datos han inspirado leyes en otras jurisdicciones, la Comisión se fija como objetivo promover la visión de la UE sobre una IA sostenible y digna de confianza en el mundo, buscando un efecto contagio que iguale el terreno de juego (entre otras cosas, para no incurrir en desventaja competitiva al crear cortapisas allí donde otros países ven un campo libre para el desarrollo de la IA).

4. Construir un liderazgo estratégico en los sectores de alto impacto. En este último eje se quiere fomentar el uso de la IA para monitorizar el clima y el medio ambiente, o para fomentar la agricultura sostenible. En materia social y de empleo se prevé aplicar la IA para mejorar la salud, para mantener el liderazgo de Europa en robótica -dada la potencia de su industria- y también para hacer que la movilidad sea más segura y menos contaminante, impulsando el desarrollo del vehículo autónomo y eléctrico. Además se espera hacer del sector público un pionero en el uso de la IA, aplicándola al ámbito de la justicia, el control de la migración y la garantía del derecho de asilo.

En definitiva, se cumple una vez más que la Unión Europea es un gran lugar para sus ciudadanos, por las garantías a los derechos individuales de las que gozamos. Está por ver si lo es también para sus empresas en esa búsqueda del punto de equilibrio entre regulación y fomento de la innovación, que debería desembocar en una mayor prosperidad.

Juan Murillo es Data Strategy Senior Manager en BBVA y Smart Cities area leader en OdiseIA

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