José Manuel Caballero Bonald

José Manuel Caballero Bonald

Letras

Poesía amatoria

Más que una antología temática, 'Poesía amatoria' es una muy amplia y representativa selección de la obra poética de Caballero Bonald

28 noviembre, 1999 01:00

Poesía amatoria

José Manuel Caballero Bonald

Renacimiento. Sevilla, 1999. 205 páginas, 1.800 pesetas

La poesía de Caballero Bonald disuena entre la de sus coetáneos -los llamados poetas del cincuenta- por su alejamiento de la lengua coloquial. él nunca ha creído que el lenguaje de la conversación y el de la poesía tengan muchos puntos en común. Al contrario que Juan de Mairena, el apócrifo profesor machadiano, Caballero Bonald considera que una expresión como "los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa" es mucho más poética que su banal equivalencia: "lo que pasa en la calle".

Muy acertadamente titula Caballero Bonald Poesía amatoria, y no amorosa, a esta antología temática de sus versos. Caballero Bonald ha escrito muchos poemas con el deseo como protagonista, también muchos poemas eróticos, pero pocos poemas de amor. Quienes gustan de un decir directo (o aparentemente directo) y apasionado, deberían abstenerse de leer este libro. Caballero Bonald no pretende hacerle competencia a Bécquer, Neruda o Salinas, ni siquiera a Cernuda, a pesar de lo mucho que deben a Cernuda sus primeros libros. Lo suyo son los meandros, los rodeos, el regodeo de la expresión; el adjetivo insólito; la creación de una atmósfera envolvente, suntuosa o sórdida; el componente mítico entremezclado con la sustancia biográfica.

Poesía hermosa, sentenciosa e iluminadora de los desvanes de la memoria, de la ambigüedad del deseo

Poemas de Las adivinaciones (1952) y Memorias de poco tiempo (1954) se seleccionan en la primera parte de la antología. El propio autor -en el prólogo a Selección natural- ha definido Las adivinaciones como "un libro psicológicamente envarado, a medio camino entre la erótica religiosidad juanramoniana y el ritual panteísta aleixandrino", al que se añade "algún rasgo discursivo propio de Cernuda". De Las horas muertas (1959) y Pliegos de cordel (1963) proceden los poemas de la selección siguiente de la antología. En estos libros -sobre todo en el segundo- "se acentúa el sondeo en el paisaje moral y físico dela infancia", a la vez que surge -para decirlo también con palabras de Caballero Bonald- "cierta apremiante tendencia a la crítica de la sociedad". Pliegos de cordel apareció en la colección Colliure, tan significativa generacionalmente y puede considerarse como la concesión de Caballero Bonald a la corriente de realismo social que precisamente por las fechas en que apareció el libro comenzaba a hacer crisis.

Vino luego una larga etapa de silencio, que no afectó sólo a Caballero Bonald, sino también a la mayoría de los poetas de su generación. Cuando en 1969 reúne por primera vez su poesía completa en el volumen Vivir para contarlo, añade un puñado de poemas inéditos que tantean nuevos caminos. Pero su nuevo libro, Descrédito del héroe, no aparecerá hasta 1977. Ahora, tras la experiencia novísima, Caballero Bonald puede dar rienda suelta a su evocación culturalista y también a su gusto por la indagación en los aspectos más transgresores de la realidad. Para muchos críticos es su mejor libro; para otros, aquel en el que se aproxima más peligrosamente a otras voces. "Guárdate de Leteo", por ejemplo, uno de los poemas de Caballero Bonald que yo prefiero, podía estar firmado por Gil de Biedma: "Defenderé el recuerdo que me queda/ de aquella calle inhóspita/ detrás de la estación de Copenhage. / No volver ya, sino reconstruir/ de lejos, por inercia, el anhelante/ derredor de la noche: los difusos/ cuerpos estacionados/ en la acera, la luz de las vitrinas/ vibrando entre la bruma y el grasiento/ vaho adherido a los zaguanes/ donde la identidad del sexo se abolía".

En Descrédito del héroe se intercalaban algunos poemas en prosa. En prosa se escribe exclusivamente Laberinto de fortuna (1984), que es el libro antologado en la cuarta parte de Poesía amatoria. El título procede de Juan de Mena, a quien Caballero Bonald toma como modelo de un poeta que pretende "contravenir la norma", instaurar "un nuevo linaje poético", alterar "los más rutinarios usos léxicos y sintácticos". Historia y mito, cultura y vida, memoria y magia, vuelven a entremezclarse. A veces el poeta adopta un nuevo tono, más directo y sentencioso, como ocurre en "Contra Séneca": "Nunca incurrí de grado en ninguna paciente sumisión al azar. El que más se resigna ¿no es también con frecuencia el menos digno? Me miran los ausentes: me envejecen mirándome. El pasado conserva todavía un acusado tono virulento, a trechos macerado en una huraña mezcla de semen y de alcohol. Por su vidrioso fondo aún sigue propalándose esa estoica lección de la moral también denominada puta vida".

Una selección de Diario de Argónida (1997), libro en el que su poesía se hace más sarcástica y exasperada, integra la quinta y última parte del volumen. La poesía amorosa -en el sentido más convencional del término- sigue estando ausente, y el deseo ahora es sustituido por la memoria o "la codicia del deseo". En los mejores poemas -algunos suenan a redundantes ejercicios- "el tiempo acecha/como una errata al borde de una página en blanco".

Más que una antología temática, Poesía amatoria puede considerarse como una muy amplia y representativa selección de la obra poética de Caballero Bonald. Una poesía la suya que no condesciende nunca con la sencillez expresiva ni con la falacia patética; una poesía que a veces, sobre todo en los primeros libros, puede parecernos que incurre excesivamente en redichas vaguedades; una poesía altiva, seca, poco complaciente, pero también hermosa, sentenciosa e iluminadora de los desvanes de la memoria, de la ambigüedad del deseo, de los rincones más impuros de la realidad.