Image: Javier Gomá: La tristeza es vulgar; la alegría inteligente, un milagro

Image: Javier Gomá: "La tristeza es vulgar; la alegría inteligente, un milagro"

El Cultural

Javier Gomá: "La tristeza es vulgar; la alegría inteligente, un milagro"

15 febrero, 2017 01:00

En 2015, el filósofo Javier Gomá (Bilbao, 1965) atravesó el trance universal de la muerte del padre. Las experiencias, emociones y reflexiones causadas por el duelo encontraron cauce por la vía de un género nuevo para el autor: el monólogo dramático. El 24 de julio de 2016, en un "alarde editorial sin precedentes", como lo define Gomá, el diaro El Mundo publicó el texto íntegro, con sus 12.000 palabras, siete páginas completas sin publicidad. Lo leyó entonces el director del Centro Dramático Nacional, Ernesto Caballero, y decidió llevarlo a escena aunque la programación para la presente temporada ya estaba cerrada. Inconsolable se estrenará el próximo 28 de junio en el Teatro María Guerrero de Madrid, en la voz del actor Fernando Cayo, con dirección del propio Caballero y escenografía de Paco Azorín. Un plantel de primera magnitud para "contar algo absolutamente íntimo, pero al mismo tiempo universal, como es la orfandad". Se trata de abordar una universalidad íntima, y no abstracta, que ya ha explorado en obras anteriores como Aquiles en el gineceo, donde explicó la aventura de aprender a ser mortal basándose en sus propias experiencias, pero tomando solo aquello que compartimos todos los seres humanos.

El monólogo Inconsolable es también el texto que cierra el último libro de Gomá, La imagen de tu vida (Galaxia Gutenberg). El título anuncia el concepto central del libro, relacionado también con la ausencia de la figura paterna.

La imagen de vida representa un paso más en las teorías que Gomá vertió en su conocida Tetralogía de la ejemplaridad: se trata de la imagen de uno mismo que se lega a la posteridad, como ejemplo de vida para los demás. "Toda una vida al final se concentra en 15 o 20 anécdotas que conforman una imagen donde queda condensada una vida entera en su carácter esencial, paradigmático, definitivo", explica el director de la Fundación Juan March. Al mismo tiempo, esta ejemplaridad tiene la virtualidad de "elevar la mirada" para determinar qué tipo de persona ha sido quien ya no está entre nosotros, no atendiendo solo a los hechos biográficos sino a la totalidad de la persona. "Pocas veces nos preguntamos por eso, pocas veces ha sido objeto de meditación y de reflexión filosófica". Inconsolable es, entre otras cosas, la puesta en escena de esta teoría. La imagen de vida es un concepto que lleva "tentando" mucho tiempo al filósofo y que estaba latente en toda su obra anterior. De manera más explícita apareció en uno de los microensayos de su libro Filosofía mundana, así como en una conferencia que ha servido de base para este ensayo y que pronunció por invitación del Festival de Filosofía de Módena en 2014. (Han leído bien, existe un festival de filosofía en la ciudad italiana capaz de congregar a 200.000 personas y este año celebrará su decimoséptima edición). Con su enfoque universal de lo íntimo, Gomá se rebela contra "los presupuestos del Romanticismo sobre los que se ha edificado la cultura de los siglos XIX y XX", sobre todo la exaltación del yo; "un yo original, genial, cuya máxima expresión ya no es la virtud sino la autenticidad y la sinceridad. Lo que tuvo una finalidad emancipatoria y magnitud de acontecimiento en las primeras décadas del siglo XIX hoy es simplemente exhibicionismo de la vulgaridad del yo, que muchas veces no tiene nada interesante que decir". Esto ha dado lugar a lo que él llama con ironía "literatura maleducada", que obliga al lector o al espectador a observar cómo el autor conjura sus demonios o se desnuda integralmente en ella. "Es la exhibición impúdica de una sinceridad considerada en sí misma como un logro artístico e incluso ético, elevada a valor supremo. Yo en este monólogo no cuento la relación con mi padre, no hago una exhibición casi pornográfica de mis sentimientos y de mis anécdotas, no pido al público que sea testigo de mi curación. Lo que hago es trazar un itinerario y aspiro a que se puedan reconocer en él la mayoría de personas que pasan por el mismo trance de la orfandad".

Alegría inteligente

P.- ¿En qué consiste la ejemplaridad aplicada al duelo por la pérdida del padre? R.- Como he intentado representarla en el monólogo, es una cierta piedad filial que permite que la imagen de la vida del padre emerja, que luzca en su belleza sin excluir los elementos dolorosos ni problemáticos que toda vida implica, pero dejar que después la luminosidad de la imagen prevalezca. Luego empiezas a preguntarte por tu propia imagen y te das cuenta de que ahora eres custodio de la imagen de tu padre, y que algún día tus hijos lo serán de la tuya, pero aún estás a tiempo de añadir colores, dibujos y formas al lienzo para que esa imagen sea más luminosa. P.- Afirma que los bienes propios del ser humano proceden de la conciencia de nuestra propia mortalidad. ¿Cómo sería el hombre si no existiera la muerte?
Nuestra cultura en general es una invitación a la tristeza, siempre hay una coartada para deprimirse"
R.- Seríamos inmortales a la manera de los dioses griegos, que nacen pero no mueren, a diferencia del dios judeocristiano, que no ha nacido ni morirá. A mi juicio es una existencia más poderosa que la nuestra pero poco envidiable, porque están privados de muchos valores y bienes que hacen la vida digna de ser vivida: el amor, la ternura, el arte, el derecho, la sociedad, la solidaridad, la filosofía, la religión, la ciencia, la tecnología... Todo eso nace de la conciencia de nuestra fragilidad, y da sentido a nuestra existencia. P.- También afirma que "la naturaleza regala la tristeza a cualquiera que pasa mientras que la alegría inteligente es un arte raro". R.- Nuestra cultura en general es una invitación a la tristeza. Además ser triste es lo más fácil, no tienes más que abrir los ojos y ya la naturaleza te convierte en triste. Si ves cuál es nuestro destino y el de los demás, siempre hay una coartada para deprimirse. Así que hasta cierto punto la tristeza es vulgar, mientras que la alegría inteligente -no la alegría estúpida basada en la necedad o en un exceso de candor- me parece tan milagrosa como una sinfonía de Beethoven, y requiere un arte, una sabiduría, una genialidad que son poco frecuentes. Consiste en hallar razones para el entusiasmo a pesar de la evidencia de nuestro destino. Quien lo logre es un genio. En cambio, entristecerse es tan fácil como respirar.

Ejemplaridad cervantina

"Siempre me han dicho que soy un autor de la ejemplaridad que pone muy pocos ejemplos y que me muevo en un plano muy abstracto", confiesa Gomá. Los dos más importantes que ha manejado en sus obras han sido Aquiles (en Aquiles en el gineceo) y Jesús, al que él llama "el galileo" (en Necesario pero imposible). Ahora suma a estos dos la figura de Cervantes, un ejemplo más cercano que los anteriores porque es un personaje estrictamente histórico, que escribió sobre sí mismo y que además "es un español eminente que puede ser rescatado como espejo de una ejemplaridad universal".

Gomá basa la ejemplaridad de Cervantes en tres elementos en perfecta combinación: idealismo, cortesía y humor. El capítulo dedicado al autor del Quijote en La imagen de tu vida nace de un encargo que la Biblioteca Nacional hizo al filósofo con motivo de la exposición organizada por la institución para conmemorar el cuarto centenario de la muerte del escritor, pero Gomá ya tenía "adelantadas unas cuantas ideas sobre Cervantes". Al terminar el ensayo, que apareció en el catálogo de la exposición, el filósofo se dio cuenta de que esa fórmula cervantina en la que "la cortesía y el humor resuelve el carácter problemático del idealismo en la modernidad" era la que andaba buscando para su propia puesta en práctica de la ejemplaridad.

Transición literaria

"Es la primera vez que termino un libro y no tengo por delante ningún otro en proyecto", confiesa Gomá. Ya en la primera página de La imagen de tu vida, el autor avisa que el libro inicia "una muy evidente transición" de su literatura "envuelta en una nube de incertidumbre". Cuenta el autor de Filosofía mundana que con quince años empezó a tomar notas de las ideas que luego ha desarrollado durante los siguientes treinta. "A mis 51 años publico ahora este libro, estreno el monólogo en junio y no tengo absolutamente ningún plan después", a excepción de una conferencia -la primera que impartirá en la Fundación Juan March, que dirige desde hace catorce años- sobre la obra de Fray Luis de León. "Juego con ideas e interrogo a mi corazón para ver dónde pone su entusiasmo. Me siento joven y con mucho oficio, porque he escrito ya muchos libros, pero no sé por dónde me llevará la inspiración, puede que incluso a una temporada de silencio". @FDQuijano