Aunque jueguen un papel fundamental, un país no solo es la suma del potencial de sus principales ciudades. Traducido a nuestro territorio: España no es solo Madrid y Barcelona o regiones como la Andalucía costera, el País Vasco o la Comunidad Valenciana.

Todas ellas tienen un impacto brutal en todo lo que tiene que ver con economía y transformación digital, pero la administración estatal y las grandes empresas o inversores e incluso los centros tecnológicos o instituciones universitarias puede que cometan un gran error si dejan de lado otros territorios.

Por suerte, parecen estar identificados los puntos débiles y algunos de los pilares en los que se podría sustentar el aprovechamiento de oportunidades en territorios menos potentes. Un tema que someteremos a debate durante el evento Wake Up, Spain.

El presidente en funciones del Consejo Económico y Social (CES), Pedro Fernández Alén, reflexionaba recientemente en D+I sobre la necesidad de avanzar "con decisión" en su proceso de digitalización.

El uso de las tecnologías digitales en España, según apuntaba, resulta escaso respecto a su potencial y queda muy lejos del realizado por los países que lideran la transformación digital.

Además, presenta una desventaja en la integración de esas tecnologías digitales en la actividad productiva y en la dotación de capital humano provisto de competencias digitales básicas.

Eso, aplicado a la oportunidad que puedan tener territorios más retrasados en cuanto a transformación digital, se traduce lamentablemente en una falta de cualificación y competencias, en una escasa inversión en I+D+i o en una elevada presencia de pequeñas y medianas empresas escasamente digitalizadas.

Los datos

Hay datos que demuestran que bien harán los agentes económicos de ciertos territorios en tomarse en serio la situación.

Una encuesta presentada el pasado mes de marzo por la Fundación Cotec sobre la percepción social de la innovación ha puesto de manifiesto que más de la mitad de los españoles (el 56%) cree que los cambios tecnológicos son un foco de desigualdad social.

Al menos, preguntados sobre el impacto que puede tener la transformación digital en los entornos rurales, hay más ciudadanos que creen que el I+D+i favorecerá a estos territorios que ciudadanos que creen que no.

Solo se da una excepción: la mayoría de los ciudadanos de Castilla y León, con amplias zonas despobladas, son pesimistas y creen que la transformación digital global no favorecerá a estas áreas.

La presidenta de Cotec, Cristina Garmendia, ofrece su visión: "La pandemia ha puesto en evidencia un modelo condicionado por el territorio donde vives, la educación que recibes o los recursos que tienes. Para solucionar esto hace falta crítica constructiva y diálogo".

En la línea de las palabras de Garmendia, no debe extrañar que haya regiones que estén tomando cartas en el asunto a la espera de políticas globales que puedan llegar del Gobierno central o incluso de la Unión Europea.

Una actitud activa

Y es que precisamente los fondos europeos Next Generation pueden ser una gran oportunidad para la España Vaciada pero siempre van a necesitar del empuje de los ecosistemas económicos y políticos regionales y locales.

En este sentido, esa región más pesimista que el resto respecto al impacto de la transformación digital y la innovación en el desarrollo de zonas despobladas, está trabajando en varias estrategias.

La Diputación de Zamora, en colaboración con la Junta de Castilla y León, está centrada en la llamada silver economy, aplicar políticas de innovación aprovechando el galopante envejecimiento de los habitantes de esta provincia.

El objetivo es atraer talento joven para desarrollar iniciativas innovadoras que, además, hagan la vida más agradable a esa población envejecida.

El ecosistema relacionado con la ciberseguridad construido prácticamente de la nada en la provincia de León y que ahora es todo un referente a nivel nacional, sería otro de los ejemplos de cómo se puede luchar contra la despoblación gracias a la tecnología.

Sirva el ejemplo de otra provincia de esta comunidad autónoma -Soria- para observar el ejemplo contrario. De nada sirve que desde las esferas regionales se luche para consolidar un proyecto disruptor como puede ser el Instituto Tecnológico de los Alimentos si decisiones estatales como la de limitar el personal se erigen en obstáculos para su desarrollo.

Por suerte, la reivindicación y la pelea en primera línea de batalla parece que están empezando a arrojar un poco de luz en este problema concreto.

Lógicamente, Castilla y León no es la única que presenta un acuciante ritmo de despoblación

Algunos ejemplos

Ahí aparecen vastos territorios de Castilla-La Mancha o el interior de Andalucía, que comparten características comunes como la apuesta por la mecanización de la agricultura, por la energía limpia y, fundamentalmente, por una palabra de la que quizá depende cualquier desarrollo futuro de cualquier territorio: la conectividad.

La región manchega, solo por poner un ejemplo, tiene 919 municipios y centenares de pedanías que dependen de esos pueblos, por no hablar de las decenas de aldeas que dependen de esas pedanías.

Esta maraña de núcleos poblacionales es Castilla-La Mancha y, en consecuencia, la implantación del 5G y la fibra óptica es un reto mayúsculo que ha asumido sin ambages la administración autonómica.

El objetivo es que en 2023 ya haya "un gran nivel de extensión" de la fibra óptica y 5G. De momento, ya se han puesto sobre el tapete 40 millones de euros.

Políticas similares se han seguido en Aragón, donde por ejemplo la Diputación de Teruel ha puesto en marcha una oficina técnica para la incentivación del despliegue de las infraestructuras de banda ancha en las zonas blancas y grises de la provincia.

O en Extremadura, donde la Junta trabaja en el diseño de una Estrategia Digital en la región que contempla grandes ejes de actuación para mejorar la conectividad, especialmente en las áreas rurales, mediante el despliegue de nueva infraestructura de telecomunicaciones de gran capacidad, por fibra óptica o el 5G.

Una mejor conectividad no es, en sí misma, la solución para intentar revertir la situación de la España Vaciada. Pero gracias a esa mejor conectividad se pueden atraer mejores proyectos tecnológicos.

Y, al margen de hacernos la vida más fácil, en la tecnología, en la transformación digital de las empresas y en la consecuente atracción de talento sí reside una de las claves para intentar atajar la despoblación.

Si no, que se lo pregunten a territorios como Galicia, que gracias a una gran conectividad y centros tecnológicos que la 'miman' y la aprovechan, ha sabido crear un potente ecosistema centrado en la aviación no tripulada -además de contar con un músculo imponente en materia tecnológica-.

La oportunidad que brinda a los territorios poco cohesionados la conectividad, pues, es única. Y, como seguramente se demostrará estos días en el Wake Up, Spain! mucha responsabilidad puede recaer en la administración y en muchas empresas.

Su digitalización y transformación es clave para mejorar su potencial, para atraer talento y, en última instancia, para contribuir al desarrollo de su territorio. 

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