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Opinión

¿Qué tienen en común los dolores de cabeza, el asma y la celiaquía?

Cómo la alimentación puede ayudar a mejorar la salud evitando la respuesta inmune y la inflamación.
Ramón Zelada
Por Ramón Zelada

¿Sabes qué tienen en común las migrañas, los dolores de regla, el asma o las alergias? ¿Alguna vez te has preguntado por qué se producen la psoriasis, el hipotiroidismo, la celiaquía o el lupus? ¿Y cómo puede ser que la alimentación sea parte de la solución y del problema?

La respuesta: la inflamación.

Si te interesa la salud y el bienestar seguro que es oído hablar de este término. ¿Pero qué es realmente la inflamación? ¿Y una alimentación antiinflamatoria?

La inflamación es una respuesta natural del cuerpo en que las células inmunitarias (linfocitos, eosinófilos, macrófagos…) migran y se acumulan en un tejido, órgano o zona determinada del organismo con el fin de reparar y solucionar la agresión y el daño resultante.

Se trata pues de un mecanismo necesario para que el cuerpo pueda sobrevivir. Sin embargo, por muy natural que sea, si el estímulo y la respuesta inmunitaria (inflamación) consecuente se vuelven crónicos entonces aparecen las enfermedades inflamatorias (gastritis, rinitis, laringitis, cistitis...) y, si hay la genética predisponente, también (auto)inmunitarias: asma, alergias, celiaquía, hipotiroidismo, lupus, psoriasis, etc.

La inflamación suele estar desencadenada por microorganismos (virus, bacterias, hongos o parásitos), tóxicos y otras agresiones físicas y emocionales que activan el sistema inmunitario: contusiones, fracturas, infecciones, obesidad, toxinas, medicamentos, drogas, estrés psicoemocional… y también la alimentación.

Sí: hay ciertos alimentos que son más inflamatorios que otros, es decir, que por su estructura o por la manera en que son digeridos provocan una respuesta inmunitaria (inflamación) en el tracto intestinal que suele afectar a todo el cuerpo. ¿Y cómo puede ser que algo que pasa por el intestino afecte a todo el cuerpo? Porque en la pared intestinal tenemos cerca del 80% de todas las células inmunocompetentes del cuerpo, por lo que si hay agresión a nivel intestinal la respuesta inmunitaria es sistémica, no solo local, y por tanto la inflamación viaja a todo el cuerpo y los síntomas pueden manifestarse en todo tipo de tejidos y órganos. Por eso, si sufres de alergia a los ácaros o al polen, asma, laringitis y cistitis recurrentes o cualquier otra enfermedad (auto)inmunitaria debes investigar qué pasa con tu sistema inmunitario y, por tanto, debes ir al intestino.

Como decía, hay ciertos alimentos que, bien porque son más difíciles de digerir, bien porque su estructura molecular activa el sistema inmunitario, acaban produciendo inflamación intestinal y sistémica. Se trata de alimentos que el ser humano ha introducido más tarde en sus cientos de miles de años de historia como especie: productos de la industria alimentaria como ultra procesados (bollería, dulces, comida preparada, refrescos…) pero también cereales, legumbres y lácteos. No en vano, si comparamos la existencia del género Homo con un día y cada hora fueran 100.000 años, habríamos vivido todo el día como cazadores-recolectores y solo 6 minutos como agricultores y ganaderos. Es decir, estamos mejor adaptados a aquellos alimentos que nos han acompañado durante el 99% de nuestra historia.

La comida industrial, el alcohol, los azúcares y aceites refinados, las grasas trans (hidrogenadas), los edulcorantes artificiales y ciertos aditivos consumidos a diario acaban dañando la microbiota y la pared intestinales y produciendo permeabilidad intestinal e inflamación. Lo mismo sucede en personas sensibles o con un intestino ya dañado y una microbiota alterada (disbiosis) con alimentos como las legumbres y los cereales, los cuales poseen defensas para evitar ser ingeridos por depredadores, en concreto fitatos y lectinas.

Por lo tanto, cuando eliminamos o al menos reducimos la comida industrial y, en ciertos casos, también los lácteos, las legumbres y los cereales, el sistema inmunitario deja de estar hiperreactivo e hipersensible y la respuesta inflamatoria disminuye o desaparece.

¿Y entonces qué como? Una alimentación antiinflamatoria se centra en alimentos que mejoran nuestra salud al aportar una nutrición equilibrada y completa al tiempo que nos aleja de los productos ultra procesados y refinados llenos de calorías vacías y que tantas molestias nos producen: hinchazón, estreñimiento, diarrea, eccemas, dolores de cabeza…

La alimentación antiinflamatoria está basada en comer una gran variedad de carnes, pescados, mariscos, huevos, verduras y hortalizas, frutas, tubérculos y pequeñas cantidades de frutos secos y semillas.

¿Cómo sería un menú de un día antiinflamatorio?

Para el desayuno, podrías tomar un yogur entero con fruta, frutos secos y canela o unos huevos con aguacate y fresas. Al mediodía, una chuleta de ternera con patatas y ensalada de canónigos y cebolla. Y a la cena, unas sardinillas con un puré de verduras o una ensalada de mozzarella de búfala, tomate y albahaca regada con aceite de oliva virgen extra. Estas y muchas otras ideas las puedes encontrar en mi cuenta de Instagram o en mi web.

¿Te apuntas a la alimentación antiinflamatoria?

Ramón Zelada
Ramón Zelada
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Ramón Zelada Tomé es coach de salud integral. Ofrece acompañamiento y asesoramiento personalizados para disfrutar de los cambios de hábitos que mejorarán tu salud mediante pequeñas modificaciones en tu estilo de vida y en tu alimentación. Ramón cree firmemente que la salud es un equilibrio dinámico entre 5 pilares: alimentación, movimiento, descanso, actitud y relaciones. ¿Todavía piensas que la comida es lo único que te alimenta?