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Pena dos Namorados, una obra de la naturaleza hecha leyenda en Ponteareas (Pontevedra)

La formación rocosa esconde una trágica historia de amores furtivos y un sencillo ritual para conocer el futuro amoroso de las parejas; además de formar parte de una ruta homologada que visita otra veintena de penedos entre mitos y naturaleza
Turismo de Galicia
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Entre las laderas del monte da Picaraña, en Ponteareas, se esconden más de una veintena de formaciones pétreas ―de estructuras singulares y sujetas a curiosas leyendas en su mayoría― que en conjunto conforman la ruta homologada del Sendero de A Picaraña PRG 120, también conocida como el "Roteiro dos penedos". Todas estas rocas se encuentran catalogadas con sus correspondientes nombres: desde el Penedo do Sombreiros, hasta la Pedra do Equilibrio o la Pena dos Namorados, una de las más conocidas por su aspecto y el mito que se le atribuye. 

La riqueza natural del entorno y las piedras graníticas marcan el carácter de esta ruta circular, que se prolonga a lo largo de más de 7 kilómetros desde el barrio da Serra, en la parroquia de Arcos, hasta la propia cumbre de la montaña. Una vez en la cima de A Picaraña, el descenso final a través de un vía crucis nos conduce hasta la Ermita de Santa Cruz, punto de devoción y romería durante cada primero de mayo. Un recorrido completo, de dificultad media-alta, que sumerge al visitante entre la naturaleza e historia de este rincón del municipio de Ponteareas.  

La leyenda da Pena dos Namorados

Monte da Picaraña, Ponteareas. Foto: Turismo Rías Baixas

De entre todos los penedos de esta particular ruta en Ponteareas, la Pena dos Namorados (o Penedo da Pena) es una de las más conocidas. Su fama viene precedida por su imponente presencia, la dramática historia que oculta el lugar, así como por el ancestral rito para adivinar el futuro sentimental que se le asocia a la piedra en la actualidad. 

Frente a los pies de esta majestuosa obra de la naturaleza podremos encontrar un panel informativo, firmado por el periodista y escritor gallego Manrique Fernández, que relata la vivencia amorosa y el funesto desenlace entre dos jóvenes de la zona. También, en las últimas líneas del cartel, Fernández da a conocer el "ritual de las tres piedras", una sencilla práctica que permite conocer el horizonte más próximo sobre el amor y algún posible casamiento de todos aquellos que se atreven a realizarlo. 

Penedo de Pedro Madruga, Ponteareas. Foto: Turismo Rías Baixas

Según cuenta la leyenda, la Pena dos Namorados recibe su nombre por ser el escenario de una trágica e imposible historia de amor entre clases. Tal y como narra el relato popular, los protagonistas de esta pasión secreta eran Aldina, la hija de don Álvaro de Sarmiento ―residente del castillo de Sobroso―, y un hombre llamado Tristán, del que se dice que era un labriego del pueblo o el señor de la fortaleza da Picaraña. En cualquier caso, todas las versiones hablan de un amor prohibido por el padre de la joven que propició los encuentros furtivos en el punto que hoy ocupa la Pena dos Namorados. 

La existencia de estos acercamientos clandestinos llegó a oídos de don Álvaro, quien un día quiso corroborar si aquellos rumores eran ciertos. El noble se acercó al lugar elegido por los enamorados y pudo comprobar con sus propios ojos el despertar de aquella pasión incipiente entre su hija y Tristán. Rebosante de ira e indignación, esperó a que Aldina partiese para encararse con el hombre hasta arrebatarle la vida

Pena dos namorados. Foto: Wikipedia

La joven doncella, desconocedora del trágico suceso, continuó acudiendo a diario al punto de encuentro de ambos. Durante tres noches, Aldina aguardó la llegada de su amado sin resultados. En aquel tercer crepúsculo, mientras a lo lejos las campanas del pueblo sonaban anunciando un deceso, el fantasma del joven aparecía para desvelar a la mujer todo lo sucedido. De vuelta en el castillo, Aldina iría poco a poco sumiéndose en una profunda tristeza que la llevaría a la muerte apenas unos días más tarde.

El futuro amoroso en un rito

En la actualidad, en este escenario de encuentros furtivos puede llevarse a cabo un ritual de adivinación sobre cuestiones amorosas. En el rito de las "tres piedras", la persona o pareja debe colocarse de espaldas a la gran roca, tomar tres piedras del suelo y lanzarlas por encima de los hombros para descifrar su futuro amoroso. En la disposición que alcancen estos pequeños cantos estará la respuesta. Así, si los tres caen sobre la cima de la mole, esto revelará la celebración de boda en el plazo de un año. Por el contrario, si ninguna alcanza la cumbre de la Pena dos Namorados el emparejamiento no tendrá ningún futuro

De otros penedos, historias y puntos de interés

Castelo de Sobroso. Foto: Turismo Rías Baixas

Más allá de la Pena dos Namorados, las historias y leyendas se reparten por todo el monte da Picaraña entre sus diferentes conjuntos graníticos y demás puntos de interés. En su versión más extendida, esta ruta por tierras del Condado-Paradanta atraviesa algunos de los miradores más impresionantes de la comarca, edificios medievales como el Castelo de Sobroso o el Convento de Canedo, e incluso antiguas capillas a través de bosques autóctonos y paisajes de naturaleza salvaje.

En lo que respecta a las grandes moles y peñascos de esta cima de la parroquia de Arcos, la Pena dos Namorados no es la única vinculada a algún viejo relato o leyenda. Desde el Penedo de Pedro Madruga hasta O Pelouro, pasando por los Penedos do Monxe, Castro, Caixa o Adega; todos ellos se acompañan de una breve narración que, en la mayoría de los casos, explica también el origen de sus nombres.

Penedo do Equilibrio. Foto: Turismo de Ponteareas

Uno de los pedruscos más populares en esta lista es el de la "Pena do Equilibrio", situada muy próxima al lugar en el que se emplaza el penedo del amor y los casamientos. En este caso, según cuenta la leyenda, los monjes que habitaban el monasterio de Canedo intentaron durante décadas mover la gran mole superior del conjunto sin ningún tipo de éxito. El relato desvela que para probar que la extraña piedra podía desplazarse, los religiosos colocaban una botella de cristal en la unión de ambas rocas. Cada vez que estos regresaban para comprobar el estado del recipiente, este se encontraba siempre destrozado en mil pedazos. 

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