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Más allá de Cíes y Ons: las otras islas atlánticas

Sálvora, Cortegada, Tambo y San Simón son algunas de las grandes olvidadas de las Rías Baixas y esconden grandes secretos y playas vírgenes que todo gallego debería conocer
Isla de Sálvora (Pontevedra).
Isla de Sálvora (Pontevedra).
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El intrincado recorrido del Océano Atlántico en Galicia regala escarpadas costas, con decenas de playas de arena blanca escondidas en calas e islas. Estas últimas se han convertido, gracias a las Cíes, en uno de los mayores reclamos turísticos de la comunidad. La posibilidad de "escaparse" del mundo real durante unas horas es lo que convierte a las islas gallegas en el lugar perfecto para disfrutar de una jornada de desconexión en un paraíso, sin necesidad de cruzar el océano.

No obstante, las islas Cíes no son las únicas "islas atlánticas", aunque presuman de ser las más conocidas y visitadas. Junto a esta joya de la ría de Vigo, está Ons, en la vecina ría de Pontevedra, que poco tiene que envidiar a su hermana mayor y que regala a los viajeros hermosos paisajes marítimos y enriquecedores paseos por sus senderos. Sus playas también presumen de aguas turquesa y largas lenguas de arena blanca, lo que ha hecho que el tráfico de turistas a esta isla aumente de forma considerable año tras año.

Precisamente, de hecho, la tendencia a la masificación es lo que ha hecho que los visitantes locales, de algún modo, pierdan el interés y hayan tenido que buscar alternativas a estas grandes conocidas. Además, el aforo está controlado en ambos archipiélagos, lo que hace que en verano sea difícil encontrar billetes para visitarlos, aunque garantiza el disfrute una vez se está en la isla.

Lo bueno de las Rías Baixas es que Cíes y Ons no son las únicas islas que el Atlántico esconde, sino que hay infinidad de pequeños islotes (algunos visitables y otros no) que también pueden ser una opción magnífica para conocer los secretos del océano y disfrutar de una escapada diferente. Desde la enigmática isla de San Martiño, en Cíes, hasta la poco conocida isla de Cortegada, "las otras islas atlánticas" regalan a los visitantes su mar, sus playas y sus historias de navegantes y piratas.

San Martiño

La desconocida isla sur del archipiélago de Cíes está rodeada de misterio y coronada por el Faro dos Bicos, en el cabo homónimo. San Martiño, a diferencia de Cíes, solo puede visitarse con una embarcación privada y un bote auxiliar con el que acercarse hasta la orilla.

Isla de San Martiño desde el Faro de Cíes. Foto: Shutterstock

A pesar de la exclusividad de la isla, en ella hay dos edificaciones, una de ellas habitada por un vigués, que pasa allí fines de semana y algunos días en temporada estival. Según cuentan sus conocidos, vivir en un Parque Nacional tiene sus inconvenientes, pues el residente de San Martiño no puede siquiera disfrutar de un baño en la playa que hay frente a su casa.

San Simón

Isla de San Simón.

En el interior de la ensenada de Rande se encuentra la isla con más historia de las Rías Baixas, que ha albergado un monasterio, un lazareto e incluso una cárcel franquista. A esta pequeña isla, de apenas 250 metros de largo, además de en barco se puede llegar a pie en los días de mareas muy bajas.

Unida a la isla de San Antón por un puente, este archipiélago se ha convertido en los últimos años en un curioso espacio en el que celebrar eventos, como el Festival Sinsal, además de haberse convertido en un museo de historia a cielo abierto.

Tambo

Frente a las costas de Marín y Poio emerge este islote, que hasta el pasado marzo pertenecía a la Escuela Naval Militar y que pronto podrá ser visitado sin restricciones. Al igual que San Simón, su posición estratégica en la ría la ha convertido en un espacio cargado de historia, que también albergó un monasterio, un lazareto y, más recientemente, un campo de maniobras para los cadetes de la Armada.

Panorámica de la isla de Tambo.

Los primeros privilegiados que puedan visitar esta isla sin tener que formar parte del Ejército serán aquellos que hayan conseguido una plaza para el programa de 'Bosques terapéuticos', de la Diputación de Pontevedra.

Islote Areoso

Escondido en la ría de Arousa se encuentra un pequeño reducto de arena que se ha puesto de moda en los últimos años. En Areoso, únicamente hay una duna, una playa y aguas turquesa: su exclusividad convierte a este islote en un pequeño Caribe gallego.

Islote Areoso, en Illa de Arousa. Foto: Shutterstock

El acceso solo puede hacerse en embarcación privada o, para los más aventureros, en kayak desde la Illa de Arousa. Un plan ideal para desconectar por completo, dejando el ruido en tierra y disfrutando de un paraíso a veinte minutos de remo.

Sálvora

En la boca de la misma ría se encuentra la desconocida Sálvora, isla que sirvió de refugio a piratas y corsarios de todo el mundo hasta el siglo XIX. Los vikingos, de hecho, llegaron a convertirla en una base militar marítima por su posición estratégica frente a la costa peninsular.

Isla de Sálvora (Pontevedra).

En ella se puede visitar la antigua aldea, la iglesia, el faro y la fábrica de salazón, primera de Galicia, que estuvo operativa hasta mediados del siglo XX y que actualmente es un pazo residencial.

Cortegada

La última de las islas arousanas es la más desconocida, tanto porque pocas navieras hacen la ruta de Carril a Cortegada como por el escaso interés que parece despertar en los turistas.

Isla de Cortegada.

Nada más lejos de la realidad, Cortegada es una isla única gracias a su bosque de laureles, una rareza botánica que atrae a expertos de todo el mundo. Las ruinas de una pequeña iglesia del siglo XVII y sus playas prácticamente vírgenes convierten a este archipiélago en la última joya atlántica que visitar para terminar de enamorarse de las Rías Baixas.

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