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Malauva Wine Bar: el maridaje perfecto en el centro de Vigo

Una cocinera y un sumiller de Estrella Michelin abren un restaurante especializado en vinos y tapas en el centro de la ciudad: el éxito estaba garantizado
Malauva Wine Bar, en la zona de A Laxe, ha sabido conquistar a los paladares y estómagos más exigentes
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Malauva Wine Bar, en la zona de A Laxe, ha sabido conquistar a los paladares y estómagos más exigentes
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Josiño, sumiller para un restaurante de Estrella Michelin. Mariña, cocinera para ese mismo restaurante de Estrella Michelin. Casados, con una hija y cansados de hacer jornadas de catorce horas casi a diario. En 2017 emprenden su aventura: abrir un restaurante especializado en vinos en la "calle de las ostras" de Vigo. ¿Qué podía salir mal?

"Somos unos afortunados, desde el primer día tuvimos éxito". Josiño achaca a la suerte el lleno de su restaurante, pero con su currículum y el de su mujer nadie cree que sea fruto de la casualidad. "Supongo que fueron las redes sociales, la curiosidad por conocer un bar abierto por una cocinera y un sumiller del equipo de Casa Solla", dice.

El restaurante de Estrella Michelin de Poio fue su último trabajo por cuenta ajena y, aunque confiesa que estaban muy contentos, "aunque el proyecto sea muy bonito, las jornadas son agotadoras y muchas veces incompatibles con la vida familiar". Esa fue la razón que les empujó, en 2017, a abrir un pequeño local en el Casco Vello, "para, al menos, poder comer con nuestra hija todos los días".

Cerrados a mediodía y "tirando de abuelos" por la noche, lograron cumplir su sueño: abrir el Malauva Wine Bar. "En realidad es un restaurante, la cocina es lo que nos da ingresos, pero hay muchos clientes que vienen porque les gusta el vino y luego descubren la comida". La verdad es que Mariña y Josiño han creado el maridaje perfecto.

Una pizarra y mucha imaginación

El secreto del Malauva quizás resida en la versatilidad de su cocina, que cambia a diario. "No tenemos carta, tenemos dos pizarras en el local en las que apuntamos lo que hay ese día: diez o doce platos que cambian a diario", dice Josiño.

Salmonete de Malauva

Admite que sí hay algunas recetas que se repiten, porque a la gente le gustan y se han convertido en habituales. Pero gran parte de la carta "se la inventa" Mariña cada mañana, según el mercado y el producto que haya ese día. "Tiramos mucho de pescado, predomina el mar, pero hay de todo".

La clave, cuenta, está en crear platos de "tres o cuatro ingredientes, recetas sencillas que respeten el producto, que siempre es de gran calidad". Así, han fidelizado a una clientela que adora sus tapas y que ha hecho que el Malauva crezca a base de boca a boca.

Su cocina, "resultona pero de calidad", es compatible con el tapeo o con una cena. "No siempre llevas la misma hambre para cenar, por eso nuestra 'carta' está pensada para elegir dos o tres platos o para hacer un menú degustación con ocho platos, a gusto del consumidor".

La ventaja de en la sala haya un experto sumiller, además, implica que el cliente no tiene que preocuparse de escoger el vino perfecto para combinar con su tapa. "La gente viene y dice 'hoy tengo ganas de salmonete', y yo recomiendo una copa del vino que creo que mejor le irá".

Josiño reconoce que también ha ocurrido al revés y "hay clientes que dicen 'tengo ganas de un Borgoña blanco', y yo recomiendo el plato de la carta de ese día que mejor combina". Tienen una gran carta de vinos, como augura el nombre del local, nacionales e internacionales, y eso ha llamado la atención a muchos vigueses.

"Tenemos mucha Galicia, muchos sabores de la tierra, pero también tenemos vinos que no hay en otros sitios y ese fue un reclamo para nuestros primeros clientes". Gracias esto y con ayuda de las recomendaciones, fueron creciendo poco a poco hasta convertirse en un lugar de referencia en la ciudad.

El año de los cierres

"Somos gente ahorradora y con sentidiño: hemos sabido crear un 'fondito' del que hemos tirado mucho este último año". Josiño y Mariña, como muchos hosteleros, se han visto durante el último año en una situación muy complicada, agravada además porque su local no dispone de terraza. "Estuvimos cerrados tres meses en el primer confinamiento y cinco en el último".

Espumoso francés, en Malauva Wine Bar

Gracias a su cautela antes de la pandemia, han podido sobrevivir, y las reaperturas les han demostrado que sus clientes son fieles y están dispuestos a ayudarlos a salir a flote. "Es un chute de optimismo ver que estamos llenos cada día, independientemente del aforo, con cada reapertura hemos vuelto a ver a nuestros clientes y eso hace que seamos muy positivos".

A medida que cambian las restricciones ellos van también readaptándose, recuperando el éxito que habían cosechado antes de la pandemia y "agradeciendo a la gente que siga viniendo a tomar algo a nuestra casa, que estará abierta siempre que nos dejen".

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