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La Sigrina: De casa familiar a hostal boutique con terraza "secreta" en Tui (Pontevedra)

Los hermanos Mario y Miguel Domínguez Diz convirtieron el lugar donde crecieron en un punto de encuentro de visitantes y vecinos tudenses con un objetivo: que todos se sientan como en casa
La Sigrina Hostal, un espacio para estar como en casa.
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La Sigrina Hostal, un espacio para estar como en casa.
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Darle un giro radical a tu vida es una empresa complicada, y hacerlo con éxito, todavía más. En ambas, dos hermanos tudenses han logrado la combinación y lo han hecho arraigados al lugar donde crecieron. Mario y Miguel Domínguez Diz son los propietarios de La Sigrina, un hostal boutique en el centro de Tui al que, además, se suma una terraza "secreta" que abre dos días a la semana con eventos gastronómicos y diferenciales.

"En esta casa nos criamos todos, pertenece a la familia desde mis abuelos maternos y en ella vivieron mi madre y sus tres hermanos. Ella fue la que siguió viviendo allí", explica Mario a Treintayseis. Licenciado en derecho, estaba "quemado" de la abogacía, que había ejercido en Madrid, Valencia y Lalín. Miguel, por su parte, cursó la misma carrera pero no llegó a ejercer, ya que el proyecto de montar La Sigrina surgió cuando se encontraba en Dublín trabajando y "buscándose la vida".

En 2018, la idea de transformar aquella casa familiar en un hostal comenzó a coger forma. "El plan de negocio lo hice yo mismo", cuenta Mario, que tuvo que enfrentarse al duro trámite de pedir dinero al banco para la puesta a punto. "Parecía que no teníamos experiencia, pero nuestro padre tuvo un restaurante, el Mesón Sombra Boa, durante 25 años y desde pequeños mamamos eso, el trato con el cliente, el negocio de la hostelería. Además, los dos controlamos tres idiomas: italiano, portugués e inglés y teníamos claro que era una apuesta segura viendo la oferta que había en Tui y que contábamos con el apoyo de toda la familia, que eso nos daba mucha seguridad".

Mario y Miguel Domínguez Diz, propietarios de La Sigrina. Foto: Cedida

La pandemia: solidaridad y un nuevo espacio

En agosto de 2019 abrió sus puertas La Sigrina, y entre los riesgos esperados, surgió uno que no lo era: la pandemia. Casi no les había dado tiempo a rodar el negocio, pero esos meses lo subsanaron reduciendo sus nóminas a cero y reiventándose. En este caso, convirtieron el hostal en un punto improvisado de recogida de alimentos, que alcanzaron los 3.000 kilos, y aprovecharon para poner a punto otro de los puntos fuertes del hostal: la terraza.

Los dos hermanos se pusieron manos a la obra con un amigo albañil, Luis, con el objetivo de poner en valor uno de los patios que estaba en desuso. Para construirla, reciclaron todo el material del que disponían; por ejemplo, la barra del bar está hecha de los ladrillos botelleros de la bodega que tenía su abuelo, con más de 60 años a sus espaldas.

La terraza es un espacio "secreto", del que no se hace publicidad más allá de su Instagram propio, pero carece de carteles que la anuncien desde fuera; es el boca a boca el que funciona en este caso, y accedes a ella a través de un estrecho corredor al aire libre. Por el momento, solo abre dos días a la semana, el jueves y el viernes, para ofrecer una experiencia diferente.

"No es solo abrir un bar sin más, queremos que la gente disfrute de un entorno más tranquilo, con buena música y buen ambiente". Para ello, desde las 20:00 hasta las 23:45 horas, organizan eventos especiales, con una oferta diferente cada jueves; desde sushi, jamón, un pulpeiro o, más recientemente, un show de monólogos. Los viernes, por su parte, abren una cocina para degustar hamburguesas, perritos o tortilla española de la mano de Germán, otro amigo de los hermanos.

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El objetivo, sentirse como en casa

Todo queda en casa, y es que ese es uno de los objetivos primordiales de La Sigrina: sentirse en tu propia casa. Para ello, tanto en la terraza, con tres espacios diferentes, como en el resto del hostal, se mezcla la tradición, manteniendo la esencia de la casa familiar, con un diseño moderno. El propio nombre del hostal es una palabra inventada por su abuelo, y que ahora ha quedado registrada como marca. "Era una de las muchas que soltaba durante las comidas", puntualiza Mario, "y esta era muy sonora y graciosa". Su significado, "muy abierto" y difícil de explicar para los que no vivieron dentro de aquella casa.

Con capacidad para 18 personas como máximo, cuenta con siete habitaciones cuyos nombres tienen un vínculo con Tui y el Baixo Miño. San Telmo, como el patrón tudense; Corredoira, como la principal arteria del centro de la ciudad; Miño, igual que el río que la separa de Portugal y que da nombre a la comarca; Aloia, en referencia al parque natural que es el principal pulmón verde de la zona; Concordia, como la avenida que es uno de los principales ejes viarios de Tui; Santa María, a la que está consagrada la Catedral; y Santo Domingo, en honor al monasterio y su convento anejo, de origen medieval, uno de los lugares imprescindibles para el visitante.

Habitación San Telmo. Foto: La Sigrina

Parada imprescindible para los peregrinos

En ellas, se alojan muchos peregrinos de todas partes del mundo que descubren en el Camino Portugués clásico unos parajes excepcionales hasta llegar a Santiago de Compostela. La masificación del Camino Francés desvía a los caminantes a otras rutas, de ahí el crecimiento exponencial que están teniendo los que parten desde el país vecino, tanto por mar como por el interior.

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En poco tiempo, La Sigrina se ha convertido en un lugar de referencia en Tui, tanto para los visitantes, que descubren desde la terraza de los huéspedes la maravillosa vista de la frontera natural con el país vecino, con el Puente Internacional y la fortaleza de Valença como referencia, como para los propios tudenses, que llenan los jueves y viernes la terraza que crece como un secreto a voces en la ciudad.

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