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Indo e Vindo: formación y gastronomía experiencial en un espacio pionero en Cambados

El proyecto fusiona el concepto de las aulas formativas y los restaurantes para crear un local versátil con cabida para talleres, cenas temáticas, catas maridaje, eventos privados y cualquier otra actividad relacionada con la cocina
Rocío Garrido, Coque Fariña y Fran Jamardo.
Thalia García
Rocío Garrido, Coque Fariña y Fran Jamardo.
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Las puertas del número 16 de la Rúa Albariño en Cambados se abren y empieza el show. El proyecto pionero de Indo e Vindo supone una ruptura total con el tradicional concepto formativo y de deleite culinario individual. En este espacio multidisciplinar ―donde, tal y como reza un neón en su interior, "se crea la magia"― la apuesta principal busca fomentar experiencias que giran en torno al mundo gastronómico; o dicho de otra forma: que las personas puedan aprender cocinando, comiendo y sobre todo, divirtiéndose. Talleres, cenas temáticas, showcookings, catas maridaje y todo tipo de actividades entre fogones tienen cabida en la agenda de este local impulsado por tres gallegos amantes de la cocina: Rocío Garrido (Sanxenxo), Coque Fariña (Caldas de Reis) y Fran Jamardo (Vilagarcía de Arousa)

Casi sin pretenderlo, la idea de Indo e Vindo empezó a gestarse durante los primeros meses de pandemia, en las entrañas del universo digital y culinario que previamente había unido a sus fundadores. "Cuando nos dejaron salir empezamos a hacer cosas los tres juntos en ferias, para concellos…Vimos que realmente había una demanda y que la gente quería algo más", relata Fran. "Después, se podría decir que el local nos encontró a nosotros", añade. La evolución del proyecto se produjo de forma natural, de la misma manera que lo hizo su formato: "Esto es lo que nos gusta. Aquí podemos mostrar nuestra visión de la gastronomía y hacer que la gente disfrute tanto como lo hacemos nosotros", asegura Coque Fariña.

Un proyecto versátil en espacio y actividades 

Interior de Indo e Vindo. Foto: Luis Portas, Elite Fotografía

"Este es un local para descubrir", adelanta Rocío. Y es que Indo e Vindo ofrece una propuesta diferente y con mucha personalidad. En esencia, se trata de un espacio versátil y sin barreras a la hora de desarrollar todo el potencial culinario detrás de la gastronomía local, foránea e incluso de las nuevas técnicas vanguardia. En este local cambadés cualquier persona ―ya sea principiante, amateur o profesional― puede encontrar una actividad hecha a su medida. "Nosotros decimos que aquí damos vida a experiencias gastronómicas en cualquier ámbito", explica Jamardo. Al fin y al cabo, aunque el hilo conductor del proyecto lo marca el arte culinario, las posibilidades reales van mucho más allá. Presentaciones de libros, exposiciones, celebraciones de cumpleaños… Cualquier tipo de evento puede convertirse en la combinación perfecta para una tarde de aperitivos, una sesión vermú o una cena íntima

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En ese sentido, la dinámica de Indo e Vindo funciona a través de una programación de actividades mensuales y rotativas. Por norma general, los martes suelen estar dedicados a los talleres de cocina, los viernes se reservan para las cenas temáticas y durante el fin de semana procuran potenciar las sesiones vermú, desayunos, brunchs y meriendas. Además, cada final de mes destinan una jornada a la cocina internacional, que por el momento ya ha hecho viajar a sus comensales hasta México y El Líbano.

"También estamos abiertos a peticiones de clientes. Está es una sala que perfectamente puede alquilarse para eventos privados, ambientados y tematizados al gusto de cada cliente", explica Rocío, que destaca asimismo la polivalencia de los diferentes espacios, desde el hall al salón principal, la cocina o la terraza exterior. También llaman la atención unas pequeñas zonas catalogadas como "gourmet, bazar y artesanía"―ahora con piezas de Mar Barral―, repletas de productos que el equipo utiliza de forma habitual (desde vajillas a alimentos) y que los visitantes pueden adquirir si lo desean.

Creando experiencias con la cocina por bandera

Espacio de catas en Indo e Vindo. Foto: Luis Portas, Elite Fotografía

En el mes que llevan en activo, estos emprendedores han demostrado que no hay límites creativos que se les resistan. Sólo hay que echar un vistazo a la agenda del mes de junio para poder comprobarlo: aulas de cocina saludable, elaboraciones en 10 minutos, postres de verano o cocina libanesa; cenas temáticas dedicadas a los embrochetados, al sabor gallego y las recetas de los 80's (con un menú presentado en cintas de casete); así como una velada del orgullo y sesiones vermú. Todas estas actividades tienen aforo limitado y funcionan bajo reserva previa, ya sea de manera presencial, por teléfono, o mediante correo electrónico y redes sociales. Tal y como nos aseguran sus propietarios, mucha gente que viene para un taller ya se anota para los siguientes. "El boca a boca está funcionando muy bien. La gente se sorprende mucho cuando descubre el espacio por sí mismo", sentencia Coque. 

La fórmula del éxito parece que se confirma: variedad, diversión y aprendizaje. Cada vez más, las personas demandan una experiencia gastronómica capaz de sorprenderles y hacerles viajar entre dicotomías de sabores, texturas e incluso ambientes. En lo que respecta a las catas maridaje, por ejemplo, Rocío Garrido asegura que en esta actividad "siempre rompen los esquemas". Aquí los clásicos se mantienen a un margen, y los tres cocineros incluso debaten la posibilidad de llegar a hacer alguna cata con aguas (cuyo sabor varía en función de la mineralización y otros aspectos). Según Rocío, las degustaciones de Indo e Vindo pueden empezar con un espumoso para después acabar con un vermú. "Ya tenemos un clásico que creo que no vamos a poder desterrar, que es el terminar con un mojito de albariño y unas rocas de chocolate", admite Fran Jamardo. 

Zona de terraza de Indo e Vindo. Foto: Luis Portas, Elite Fotografía

Sobre el futuro del proyecto, sus propietarios tienen claro que a corto plazo les gustaría probar a introducir talleres para niños y promover una especie afterbeach para sacar todo el partido a la terraza exterior. "Estamos planteándonos ahora en verano, cuando luzca el sol y haga calor, hacer algo para las últimas horas de la tarde noche (...) que la gente pueda venir a tomar una copa, un vino y una tapa", afirma Coque Fariña. Por lo pronto, la agenda gastronómica continúa renovándose cada mes y la familia de Indo e Vindo sigue creciendo tras cada evento. 

Caminos diferentes con un mismo desenlace: la cocina

Resulta curioso como en ocasiones, vidas aparentemente diferentes ―aunque paralelas en esencia― acaban confluyendo en un mismo lugar; en este caso: el mundo culinario. La vocación gastronómica de estos tres indómitos cocineros fue más bien tardía, y de hecho, todos ellos proceden de sectores laborales totalmente diferentes. Tres historias que ahora buscan escribir una mismo futuro con bajo el denominador común de Indo e Vindo en Cambados. Fran Jamardo es técnico de urbanismo y su primer acercamiento a los fogones se dio cuando tenía 44 años. "Empecé sin mayores pretensiones, pero enganchó muchísimo y se convirtió en mi relax", comenta. 

De Izq. a Drch.: Coque Fariña, Fran Jamardo y Rocío Garrido. Foto: Thalia García

En el caso de Rocío Garrido, y aunque procedía de una familia con un largo historial de vinculación al mundo gastronómico y hostelero, su vocación inicial le llevó a dedicarse al comercio exterior. A raíz de la crisis, decidió abrir su propio blog de cocina, que con el paso del tiempo ha ido ganando popularidad y le ha permitido publicar varios libros. A día de hoy compagina su trabajo en la parte de marketing y publicidad con sus labores en el mundo culinario, colaborando en distintos espacios de prensa y dirigiendo el aula formativa de la Quinta de San Amaro, Cocinando en el Salnés. 

Por su parte, antes de meterse de lleno entre fogones, Coque Fariña regentaba un estudio de tatuajes junto a su marido. Cuando sus hijas empezaron la universidad, y ante la petición de las mismas para que les mandase recetas, Coque empezó a elaborar sus propios platos y a publicarlos en instagram. "Cuando el PortAmérica fue para Caldas, buscaban ayudantes de cocina. Yo no era cocinera ni estudiante pero quería probar", relata Coque. "La experiencia me encantó. Conocí a Yayo y después hablando con él me invitó a hacer prácticas en su restaurante", agrega. Aquel fue el impulso que necesitaba para empezar a estudiar de manera online y terminar por enamorarse de la cocina. 

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